MENSAJE PRESIDENCIAL: MITOS Y REALIDADES
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Pero cuando es el último mensaje del período
gubernamental, esta mistificación se agudiza.
Cuando asumió el presidente Piñera, señalamos
en escritos difundidos de que la derecha llegaba al poder a hacer lo que sabe
hacer: es decir buenos negocios.
Que si los chilenos eligieron a Piñera
esperanzados en su capacidad de tomar decisiones audaces y provechosas, como de
hecho lo hizo como empresario, no podemos menos que advertir que la derecha es
la derecha y no se debían esperar prodigios de mutación moral mental ni social.
En fin, en estas cuentas finales de los gobiernos,
habitualmente se plantean realizaciones del pasado, del presente y del
futuro, pero dentro de las proyecciones
de acción funcional a todos los organismos. No se podían esperar anuncios sobre
los problemas sustanciales o estructurales del país. Eso hubiese sido como
pedir peras al olmo, puesto que los gobiernos de los últimos 40 años se
inscriben en un mismo pensamiento sociopolítico, del cual se sienten acríticamente
satisfechos.
Todos estos informes o cuentas son
esencialmente cuantitativos, justamente a falta de propuestas cualitativas, lo
que hace muy monótono y predecible. Nada hay más fastidioso que sumar las
cuentas de un rosario a medida que avanza la Novena.
Es cierto que el Presidente abordó muchos
temas, como las de la energía y la educación, pero no dijo nada acerca de algo
tan importante como la política minera, el trabajo, el desarrollo científico,
la desconcentración del poder, la regionalización de los recursos, el tema
ecológico, la concentración del poder, los problemas de tributación, la
burla de las restricciones
constitucionales al lucro, la desigualdad estructural, etc. etc.
Porque una cosa es enunciar los problemas y
otra muy distinta es proponer políticas para resolverlas. Esto último no se
hizo, simplemente porque no lo puede hacer.
Los avances en el crecimiento económico
corresponden a un ciclo fortuito que el Presidente no detalló, para ser
sinceros y exhaustivos. No señala que este boom es parte por la tardía
reconstrucción privada, por las inversiones mineras (que poco nos dejarán y
mucho se llevarán de nuestro patrimonio), del flujo de capitales por el
diferencial de tasas de interés (que es como vuelo de golondrinas de verano) y en
alto nivel de consumo suntuario interno, que está llevando a un serio
desequilibrio macroeconómico en las cuentas externas.
En fin, el Presidente no señala ninguna
política para frenar (ni siquiera para reducir) los niveles de desigualdad. No
se nombre una reforma tributaria ni recuperación de recursos en la minería, que
son las únicas formas existentes para abordar el tema de la acumulación
excesivamente concentrada, en cada vez menos manos.
Los avances cuantitativos en el PGB
(producción territorial) son insinceros; otros
advierten que es la manera más bruta de medir la riqueza de un país, más
cuando estamos insertos en una economía globalizada y tenemos una de las
economías más transnacionalizadas del Orbe.
El concepto de “desarrollo” que sostiene el presidente
Piñera, asume los puros guarismos cuantitativos de ingreso
global; pero “desarrollo”, en términos académicos es un concepto mucho más
exigente, multifacético e integral. Fuera del ingreso global, que es en lo
único en que Chile podría acercarse a niveles de desarrollo intermedio, en lo
demás de las exigencias de la categoría
“desarrollo”, Chile está muy
distante, más bien a décadas y décadas
de alcanzar niveles mínimos de desarrollo aceptable.
La calidad de nuestros servicios de salud, educación,
justicia, previsión, trabajo, recreación, están con rezagos de 20 años, para
medio ponerse al día con lo que ya
tienen los países más avanzados del la OCDE, y
esto realizando un esfuerzo titánico de políticas públicas efectivas.
Nuestras capacidades en infraestructura es
todos los niveles tienen deficiencias que tomarán décadas de trabajo e
inversión acelerada. Nuestras capacidades en ciencia y tecnologías son tan
precarias que más bien parecieran no existir….Nuestra capacidad productiva y
competitiva industrial no sólo no crece, sino que pierde competitividad con
otras regiones de reciente industrialización. Por eso es que somos un país de
importaciones antes que de producción sustentada en un mercado productivo
nacional y bien se sabe que en esas
circunstancia se da la paradoja que
resulta en ser a largo plazo la forma más cara de comprar barato. Sobre estos
temas tampoco se dijo nada.
Como podemos ver…el concepto de avance del
presidente Piñera se establece sobre la
base de lo que se tiene, es decir de los incrementos cuantitativos, que son más productos de circunstancias
inestables, aleatorias y circunstanciales, antes que permanentes, consolidadas
y estructurales. De hecho, todas estos nuevos logros se financian con ingresos
directos e indirectos del cobre, que es necesariamente fluctuante, porque hasta
los impuestos de importación se cobran de la capacidad de compra que entrega el
excedente minero.
Esto hace decir, que seguiremos siendo una
economía primarioexportadora, consumidora de bienes industriales importados y
con subdesarrollo de las capacidades internas, con predominio de consumo
elitesco, y con cerrado dominio oligopólico del mercado nacional.
Es decir, nada nuevo sobre el horizonte.
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