16-5-13-N°853
Los seres humanos son tratados como bienes de consumo, son utilizados y desechados
EL DINERO DEBE SERVIR Y NO GOBERNAR, ADVIRTIÓ HOY EL PAPA ARGENTINO AL REFERIRSE A LA CRISIS ECONÓMICA Y FINANCIERA MUNDIAL
La alegría de la vida es cada vez menor, la indecencia y la violencia van en aumento, la pobreza es cada vez más evidente y la gente tiene que luchar para vivir y, con frecuencia, vivir de una manera indigna.
Este desequilibrio viene de las ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, y por tanto niegan el derecho de control de los estados, encargados de salvaguardar el bien común.
A ello se suma la corrupción generalizada y la evasión fiscal egoísta, que han adquirido enormes dimensiones en todo el mundo.
El papa Francisco habló hoy largamente sobre la crisis
económica que atraviesa el mundo, en la que "los propios seres humanos son
considerados como bienes de consumo que pueden ser utilizados y
desechados" y pidió una reforma financiera ética y a favor de los más
desfavorecidos.
"Nuestra relación con el dinero, y nuestra aceptación
de su poder sobre nosotros mismos y de nuestra sociedad" es una de las
causas de esta situación, en su opinión. "El origen último -de la crisis
financiera- está en una profunda crisis humana", sostuvo.
El Papa pronunció un discurso ante cuatro embajadores que
presentaron sus cartas credenciales y ante los que por primera vez desde que
fue elegido el pasado 13 de marzo abordó la crisis financiera y se centró en
las causas y consecuencias.
Incluso en los llamados países ricos -aseveró Bergoglio-, la
alegría de la vida es cada vez menor, la indecencia y la violencia van en
aumento, la pobreza es cada vez más evidente y "la gente tiene que luchar
para vivir y, con frecuencia, vivir de una manera indigna".
Y comparó la situación con la adoración del becerro de oro
de la antigüedad, que ha encontrado "un nueva y despiadada imagen en el
culto al dinero y en la dictadura de una economía", que no tiene rostro y
carece de cualquier objetivo verdaderamente humano.
La crisis financiera y económica mundial parece poner en
evidencia sus distorsiones y sobre todo, "una carencia de perspectiva
antropológica, que reduce al hombre a una de sus necesidades, el consumo",
dijo el Papa.
En circunstancias como éstas, la solidaridad, que es la
riqueza de los pobres, a menudo se considera contraproducente, "porque se
opone a la lógica de las finanzas y de la economía", mantuvo.
Mientras las rentas de una minoría crecen de manera
exponencial, los de la mayoría se debilitan, relató.
Según el Papa, este desequilibrio viene de las ideologías
que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación
financiera, y por tanto niegan el derecho de control de los estados, encargados
de salvaguardar el bien común.
El papa argentino agregó que se ha instaurado una nueva
tiranía, a veces invisible, a veces virtual, que impone de forma unilateral y
sin remedio sus propias leyes y reglas.
Por otra parte, -explicó- el endeudamiento y el crédito
alejan a los países de su economía real y a los ciudadanos de su poder de
compra.
A ello se suma, sostuvo Francisco, la corrupción
generalizada y la evasión fiscal egoísta, que han adquirido enormes dimensiones
en todo el mundo.
"Oculto detrás de esta actitud hay un rechazo de la
ética, el rechazo de Dios", refirió el pontífice.
La ética, al igual que la solidaridad, también molesta, se
considera contraproducente; demasiado humana, porque relativiza el dinero y el
poder; se ve como una amenaza, porque rechaza la manipulación y el sometimiento
de la persona, afirmó.
Dios es considerado por estos financieros, economistas y
políticos, como no manejable, incluso peligroso, ya que llama al hombre a su
plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud, indicó
el papa argentino.
La ética -una ética no ideológica, naturalmente- permite, en
opinión del papa, crear un equilibrio y un orden social más humano.
El papa animó a los expertos financieros y a los líderes gubernamentales
de sus países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo: "No
compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles sus
vidas".
E instó a los embajadores a realizar una reforma financiera
que sea ética y, a su vez que comporte una reforma económica saludable para
todos.
Y clamó: "¡El dinero debe servir y no gobernar!. El
papa ama a todos, ricos y pobres; pero el papa tiene la obligación, en nombre
de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos,
promoverlos".
El papa -subrayó- "insta a la solidaridad desinteresada
y a un retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y
financiera", concluyó.
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