VIVIR (¿MORIR?) CON PARKINSON
Por Otto Boye Soto
Entregamos hoy el capítulo 7 de la serie sobre el Parkinson "Una bitácora muy personal", escrita especialmente para KRADIARIO por el destacado investigador, cientista político, ex diplomático y ex académico Otto Boye Soto, quien padece la enfermedad. Son reflexiones personales de un mal conocido en los medios como la “dolencia hipócrita” y que están destinadas a ayudar a otros pacientes y lectores directa o indirectamente y a sus familiares.
Lea los capítulos anteriores en el compacto publicado por Kradiario en su Edición N° 850 del 22 de abril de 2012, el capítulo 5 publicado el 1 de mayo pasado; y el capítulo 6 publicado el 7 de mayo.
Capítulo 7
Los comentarios a lo que uno escribe tienen efectos balsámicos, sanadores, porque rompen un cierto aislamiento que se sufre en la vida cotidiana del enfermo. Salvo las enfermeras y los enfermeros de hospitales, que están en contacto estrecho y cotidiano con enfermos de todo tipo, o personas contratadas para cuidar día y noche a un paciente, nadie tiene un tiempo de tal envergadura (pero incluso ellos no acompañan al enfermo todas las horas. Aparecen y desaparecen. En caso de urgencia se les llama). De modo que el enfermo pasa muchas horas solo que tiene que llenar de alguna manera. Parte de este tiempo disponible pueden ocuparlo las reacciones a estas reflexiones.
En este sentido, no he recibido muchos comentarios escritos; han sido más las llamadas telefónicas o los intercambios directos. De la forma que sea, todo es bienvenido.
Los comentarios a lo que uno escribe tienen efectos balsámicos, sanadores, porque rompen un cierto aislamiento que se sufre en la vida cotidiana del enfermo. Salvo las enfermeras y los enfermeros de hospitales, que están en contacto estrecho y cotidiano con enfermos de todo tipo, o personas contratadas para cuidar día y noche a un paciente, nadie tiene un tiempo de tal envergadura (pero incluso ellos no acompañan al enfermo todas las horas. Aparecen y desaparecen. En caso de urgencia se les llama). De modo que el enfermo pasa muchas horas solo que tiene que llenar de alguna manera. Parte de este tiempo disponible pueden ocuparlo las reacciones a estas reflexiones.
En este sentido, no he recibido muchos comentarios escritos; han sido más las llamadas telefónicas o los intercambios directos. De la forma que sea, todo es bienvenido.
Una muy querida amiga alemana me ha escrito ya dos veces planteando
inquietudes. Su solidaridad con la situación personal que estoy poco a poco narrando es incuestionable
y conmovedora, y contribuye a hacer más llevadera la dolencia que se padece.
Estoy profundamente agradecido de su preocupación.
Otro buen amigo me escribió hace pocos días para proponerme un trabajo
que me entusiasma y que acepté sobre la marcha, ¡antes que se arrepienta! De
concretarse, llenaría mi tiempo disponible por un período bastante largo.
También estoy agradecido, esta vez por considerarme como indicado para
conducirlo y llevarlo a cabo.
A toda la familia y a un grupo selecto de amigos tengo que agradecerles
el estímulo que me dieron para escribir y subir a la red estos escritos. De una
forma, inconcebible hace menos de 30 años, hoy me comunico en tiempo real más
allá de todo lo conocido hasta entonces.
Las conversaciones (con pocos interlocutores, idealmente con uno solo, o
dos, para evitar la dispersión) sobre temas de actualidad, me sirven como
ejercicio y como forma de estar al día en el acontecer chileno y mundial. A
veces, hay hechos que me golpean fuerte, como fue la enfermedad y muerte de
Hugo Chávez, a quien conocí bastante bien y tuve una excelente relación con él,
como embajador de Chile en Venezuela, primero, y como Secretario Permanente del
Sistema Económico Latinoamericano, SELA, después. Tendría mucho que contar a
este respecto, pero eso lo haré en otra parte. Me cuesta, en cualquier caso,
adaptarme a su ausencia definitiva.
Otras veces, me sirven estos intercambios para ampliar mi visión del
mundo, en plena expansión en esta era de la globalización, y para mantenerme al
día en el análisis político.
Queda descrito aquí un aspecto positivo del hecho de estar enfermo por
tiempo indefinido: hay tiempo para hacer cosas con más calma, pues tiende a
acabarse la sujeción de la vida cotidiana a agendas exigentes y que hoy, para
la inmensa mayoría, han alcanzado niveles críticos. Mi actual desafío consiste
en estar ocupado sin estrés, evitando, a la vez, el aburrimiento y la
depresión. Y en esto, las buenas amistades ocupan un espacio muy importante. Y
lo están haciendo. Muchas gracias.
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