EL “LEVIATÁN” DERECHISTA ENCARNADO EN CHILE
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Hace unos días un rubio
y joven dirigente de la UDI espetaba, en un foro televisado, a Marcel
Claude, que su programa estaba saturado de “leviatanismo”, es decir de un
pensamiento en que el Estado era visto como ese monstruo bíblico, “Leviatán”,
que sometía a los hombres con su inmenso poder.
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Preguntaba el dirigente si Marcel había leído a Hobbes-
quien es el autor de ese antiguo texto. Como queriendo decir, si no has leído a
Hobbes, entonces no tienes derecho a contradecirme.
La desgracia de estos pseudo-intelectuales de la derecha,
está que leen a autores muy añejos y los transfieren al presente, además, de manera tergiversada (no podría ser de otra
manera, pues el vino viejo en odres nuevos, se avinagra).
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Marcel, por cierto se rio en su cara, pues esas ínfulas de
pensante profundo a edad tan temprana, se presenta como algo cómico, de
pretenciosa sapiencia y ostentosa prosapia.
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Lo cierto es que Hobbes tuvo mucho éxito con su libro. En
este texto sostenía una visión pesimista del hombre, que dejado en libertad
llevaría al caos despótico, al
encarnizamiento de todos contra todos. Por eso proponía un Estado Leviatán, que
absorbería las libertades de cada cual en medida suficiente para garantizar la
protección y el bienestar del conjunto.
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Es un poco la tesis del “Ogro filantrópico” de Octavio Paz.
Un sistema burocrático que extiende su poder hasta las más mínimas fisuras de
la sociedad, pretendiendo hacer de paternal protector, pero que, sin embargo,
se realiza en un burocratismo corruptor, impotente, mediocre y opresor.
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Lo que no sabe el amigo de la UDI, es que Hobbes, al igual
que Hegel o Maquiavelo, han sido adoptados por hombres de todas las barricadas:
hay versiones fascistas y versiones comunistas. Es decir, las hay de derecha y
de izquierda.
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De hecho, acá en Chile, se aplicó en los últimos cuarenta
años una especie de “Leviatán”, pero dirigido por un fascismo militarista (que
plantea el dominio militarizado contra las amenazas del extremismo
enguerrillado de izquierda). Es decir,
en la misma lógica protectora y preventiva de Hobbes o de George Bush (el
ataque preventivo contra los enemigos de la sociedad establecida. La “sociedad
establecida” es, indefectiblemente, la estructura dominante, es decir la
burguesía fáctico-empresarial) o de una Constitución preventiva, que ideo Jaime
Guzmán y ratificó la Concertación.
Detrás de la “Cortina de Hierro”, sucedió algo parecido. Se
barrió de la faz de la tierra a toda libre manifestación política y se instaló
un partido único, que es representación del Estado comunista. Todo para
protegerse de las agresiones del capitalismo internacional y de la burguesía
nacional, enemigos declarados de la “sociedad establecida” como legítima y de
derecho.
Hitler hizo otro tanto, al igual que Mussolini, y todos los
tiranos que han infectado a la humanidad, ya sea que empuñaran el báculo del
poder con la mano diestra o la siniestra.
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En todo caso, la postura de Hobbes surge de las largas
guerras facciosas tanto religiosas como territoriales que asolaron a la Europa de su tiempo y poco antes.
Su solución era totalista ante una situación caótica. Trasladar a Hobbes a
nuestros tiempos, y acusar de intentar un nuevo “Leviatán”, por el simple hecho de proponer que el Estado debe ser
construido de manera democrática y recuperarle cierta relevancia, es, además de
absurdo, de una tendenciosa simplicidad.
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Hay varios autores que se han gastado el mate explicando lo
que es el Estado moderno: desde el griego francés Nicos Poulantzas, pasando por
Stuar Mill y hasta el mismo Gramsci, que trató de explicar a los comunistas de
Oriente, que en Occidente las relaciones de poder eran concurrenciales y no
despóticas. Claro que no lo pescaron, hasta que fue demasiado tarde, cuando les
dio por inventar el “eurocomunismo”.
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En todo caso, el joven y blondo Bellolio de la UDI (que no
el moreno del mismo apellido), debe saber que el concepto moderno del Estado es
tremendamente democrático. El Estado actual de los países de Occidente-en
general-, pero sobre todo en los países más avanzados, está conformado por una
sociedad civil organizada, tan poderosa, que las decisiones no pueden ser sino
democráticas.
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En cambio, en países de desarrollo precario (como Chile), la
institucionalidad del Estado se caracteriza por ser una estructura de poder de
escasa organización intermedia y de gran concentración del poder, es decir de
los poderes político, militar, económico, cultural y social, alojado en pocas
manos. En nuestro caso, señor Bellolio (el blondo), curiosamente se da lo más
próximo a un “Leviatán”, pues el dinero es dueño del Estado, de la ideología
del Estado, de los fácticos del Estado, de la cultura y hasta de la religión.
Es decir, acá tenemos una reedición del “Leviatán” pero del lado más
fascistoide. Como gusta decir mi amigo Felipe Portales, Chile vive la dictadura
perfecta, desde la Concertación, pues no necesitan matar a nadie, ya que la
dupla Alianza y Concertación controlan todos los poderes y lo administran de
mutuo acuerdo. El Estado, son ellos.
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En consecuencia, para qué escandalizar con el pobre de
Hobbes y el espantajo del “Leviatán”, a quienes proponen un Estado moderno y
democrático, cuando quienes deben ponerse el sayo son justamente ellos mismos,
que mantienen una Constitución “protectora” y autroritaria contra la sociedad,
por miedo a que esta sociedad no sea capaz de gobernarse en paz y armonía.
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Pero no debe olvidar el señor Bellolio que las religiones,
con las amenazas del Demonio, han transformado al Mundo en un Leviatán
infernal, y las ideologías extremosas (como las ubicadas a la derecha e
izquierda del espectro), con el fantasma del “enemigo”, han llevado a la
humanidad a entramparse en diversas formas de Leviatán. Para muestra, el botón
que somos nosotros.
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