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miércoles, 6 de marzo de 2013

¿MUERTO CHÁVEZ, PERMANECERÁ SU MOVIMIENTO?


Por Hugo Latorre Fuenzalida

Chávez ha muerto con el reconocimiento de un gran líder. Desde todo el mundo se dicen palabras respecto al hombre, al político, al revolucionario. Es muy difícil permanecer indiferente ante esta personalidad única.

Chávez era militar, y como tal se rebeló contra un sistema político corrompido y decadente, culpable de una crisis moral y económica tan profunda que llevó a casi el 70% de la población a vivir en la pobreza.

Esto parecía impensado en un país que por mucho tiempo gozó de una riqueza desconocida en la región latinoamericana.

El intento golpista de 1992, no fue más que el segundo aviso de que el sistema político estaba caído; pues el primer aviso lo dio el pueblo que se levantó en el llamado “caracazo” de 1988.

La carrera política de este militar popular era cantada, y de hecho se impuso como una marea incontenible ante un sistema sin defensas.

Desde entonces, ya al juramentarse para asumir el poder, declara la muerte del viejo sistema y adelanta la promesa de una nueva Constitución y de una nueva etapa histórica para Venezuela.

Este discurso no fue simple retórica. Desde el primer día Chávez se puso a trabajar para ganar espacio democrático suficiente como para darse la libertad requerida a los movimientos de cambio fundamental.

Chávez consolida un proceso revolucionario al interior de la sociedad venezolana y su discurso, valiente y retador, le crea una aureola de líder internacional que siguió consolidando a pesar de sus tremendas controversias con dirigentes como Fox en México o Uribe en Colombia, o Bush en EE. UU.

Desafió a todos y no se arredró ante nadie. Esto le dio una imagen de conflictivo; pero queda claro que en el momento histórico que le toca vivir no pudo actuar de otra forma, pues los poderes económicos internacionales arrasaban con América Latina de manera bochornosa y depredadora.

En la política interna se le acusa de dividir al país en dos sectores irreconciliables. Si esto puede ser cierto, también hay que abonar a favor del presidente Chávez que gracias a esta polarización retornan en los ciudadanos una moral de lucha y de disputa por valores superiores. Gracias a estas controversias democráticas que adelanta Chávez, los jóvenes de Venezuela se estimulan a movilizarse por lo que creen y sienten como valioso.

Este legado democrático es, quizás, el más importante de la labor de Chávez, porque un ciudadano que se moviliza por la patria y por sus convicciones, es un ser humano que se rescata de las garras del materialismo corruptor, que fue el cáncer verdadero de la democracia del Punto Fijo, por lo menos en sus postreros tiempos.

Es verdad que creó una economía asistencialista, aprovechando la riqueza petrolera. Pero en sus inicios debió buscar esa renta, negociando cuotas y precios con la OPEP, para poder dar respuesta a la situación explosiva de Venezuela. Por lo demás Venezuela desde hace mucho tiempo que viene operando como una economía rentista, gracias al petróleo; la diferencia está en que esta vez la renta se pone al servicios de las urgente necesidades de supervivencia de un pueblo vulnerado, y no de una burguesía depredadora y excluyente, como sucedió antes de Chávez. Por otra parte, América latina entera está transformada en una sociedad rentista, que vive de la explotación de las riquezas naturales, por tanto la crítica cae por igual a todos nuestros países.

Lo relevante ahora es saber si el proyecto bolivariano tendrá energías de coherencia interna suficiente para proyectar a largo plazo su propuesta. Porque es una propuesta no sólo de los bolivarianos y para los venezolanos, sino que desde Venezuela se irradió una lógica alternativa latinoamericana que acogieron países tan diversos y con estilos particulares como lo son Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. También se lanzaron desde ese bolivarianismo, iniciativas de integración como el UNASUR, cuya ambiciosa proyección no ha logrado prender del todo.

Chávez abrió su radio de influencia a diversas regiones del mundo: Asia, Africa; están los países del Medio Oriente y hasta Europa llegó a establecer finalmente vínculos de amistad, a pesar de las diferencias.

La pregunta es, entonces, si todo este despliegue de liderazgo e iniciativa podrá contar, en sus sucesores, con la fuerza y la voluntad de su líder desaparecido. Eso por un lado, y por el otro, si el movimiento bolivariano tendrá capacidad política para permanecer a más largo plazo y con la fuerza suficiente como para ahondar los cambios.

Las divisiones siempre amenazan a estos movimientos que han contado con liderazgos tan poderosos y absorbentes. El caso de Perón es oportuno rescatarlo, pues el peronismo ha permanecido hasta hoy, y ya son muchos años desde que desapareció su líder, pero el peronismo se ha fragmentado en tantas visiones y tan opuestas que hoy parece más una tradición republicana que una herencia del líder.

El chavismo puede convertirse en una especie de peronismo, es decir que permanezca como referente importante en las políticas progresistas que se abonen en el devenir venezolano, o también puede dividirse rápidamente en grupos enemistados que lleven al debilitamiento y posterior desaparición de este movimiento nacional.

Las dos cosas son humanamente y políticamente posibles. Pero lo que debe importar en lo inmediato, es que los dirigentes de todos los sectores se jueguen por la paz y la convivencia básica en democracia, pues esta hora transitoria es peligrosa, delicada y se debe tener cuidado en todos los aspectos.

Todos esperamos que los venezolanos dejen al ejercicio de la libertad de cada cual la tarea de arreglar las acciones para el porvenir, lo importante es cuidar los respetos debidos a parte y parte, como patrimonio y garantía de todos, por todos y para todos.

¡Adiós presidente Chávez!

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