La brecha entre ricos y pobres es otra de las dolorosas características que muestra la educación en Chile y que se vio reflejada en la última prueba del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) que marco una diferencia de 107 puntos entre ambos grupos de estudiantes, al obtener los de más abajo 405 puntos y los de la llamada "clase alta" 512 puntos.
La diferencia es tan marcada que no dejó ni siquiera en silencio al Presidente Sebastián Piñera, cuya reacción fue que "nos alegramos con los resultados positivos de la prueba PISA, pero no hay que cantar victoria porque la prueba dice algo brutal y no nos puede dejar dormir tranquilos un sólo día", advirtió.
La prueba internacional arrojó además que apenas un 1% es capaz de reflexionar sobre lo que lee, un tercio de los estudiantes apenas desarrolla las competencias mínimas para desenvolverse en el área y uno de cada tres jóvenes obtuvo una roja en la medición.
El ministro de Educación, Joaquín Lavín, dijo que “no puede ser que los niveles socioeconómicos bajos, que es donde más se necesita educación, en un curso de 40, 20 niños no salgan con las competencias básicas para la vida y para integrarse al mundo laboral. Por eso es que la reforma educacional es urgente ya que siguen saliendo generaciones sin esas competencias básicas”.
"En cambio - agregó- en un curso de 40 niños del sector acomodado uno de cada diez estudiantes no sale con las competencias pertinentes. En general, 2 de cada 3 estudiantes chilenos cuentan con las competencias mínimas para desenvolverse en el mundo".
Lo bueno
La parte positiva de la que habla el Presidente es que Chile se ubicó por segunda vez consecutiva en el primer lugar de América Latina en la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), que se orienta en la situación de los países de la OCDE y se aplica cada tres años a alumnos de 15 años. En la última prueba –que se aplicó en 2009 y se centró en Lenguaje– Chile se ubicó en el lugar 44º de 65 países y a la cabeza de la región, superando a Uruguay (47º), México (48º), Colombia (52º), Brasil (53º), Argentina (58º) y Perú (63º).
Al desglosar por área, el país obtuvo el primer lugar de América Latina en Lenguaje, con 449 puntos, y en Ciencias, con 447. En Matemáticas sólo fue superado por Uruguay, que alcanzó 427 puntos, mientras que Chile obtuvo 421.
El país registró además un notorio progreso en Lenguaje en la última década, aumentando 39 puntos en total: de 410 puntos en el año 2000 a 449 puntos en 2009.
En la anterior medición –que se realizó en 2006 y se focalizó en Ciencias– Chile obtuvo 438 puntos y se ubicó en el lugar 40º de 57 países y también en el primero de América Latina.
No obstante, la región aún se sitúa muy por debajo del promedio de la OCDE, que esta vez alcanzó 496 puntos.
A nivel mundial, la mejor ubicación la tuvo China, con 556 puntos, seguida por Corea con 530 y Finlandia con 536. Los escolares que obtuvieron los mejores resultados en la prueba fueron los de Shangai (primer lugar con 556 puntos en lectura y 600 en matemáticas), Singapur, Korea y Finlandia.
¿Qué es la prueba PISA?
El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés), es un instrumento que mide lo que los alumnos saben hacer con lo aprendido a lo largo de su trayectoria escolar. PISA examina los sistemas educativos de los 33 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y otras naciones afiliadas. La entidad que realiza la evaluación en colaboración con los países participantes es la propia OCDE.
Se aplica a estudiantes de 15 años de edad y los temas de la prueba PISA comprenden tres rubros con resultados independientes: 1) capacidad de lectura, 2) matemática y 3) científica. La primera vez que se aplicó la prueba fue en el año 2000 y desde entonces se realiza cada trienio.
El objetivo de la evaluación es conocer el nivel de habilidades que han adquirido los estudiantes para participar plenamente en la sociedad. Cada vez que se aplica, la evaluación internacional se centra en un tema que acapara la mayoría de las preguntas, mientras los otros rubros se quedan con una proporción menor. De este modo, en 2000 se centró en lectura; en 2003, en matemáticas; y en 2006, en ciencias. La última evaluación que se aplicó fue en 2009, cuyos resultados se dieron a conocer hoy. En esta ocasión se añadió un cuarto examen que mide la comprensión de lectura en un soporte digital.
En cada país hacen la prueba entre 4 mil 500 y 10 mil estudiantes. Si alguna región o comunidad de un país quiere tener datos propios, independientes de los generales de su nación, debe ampliar la muestra de estudiantes que hacen el examen, es el caso de México, donde se le pide a la OCDE que proporcione datos diferenciados de acuerdo a las distintas entidades federativas, lo cual implica un mayor costo para el país.
En el informe PISA se obtuvieron resultados de un total de 470.000 alumnos que hicieron las pruebas en 2009, a los que se agregaron otros 50.000 en 2010, lo que hace que representen en total a unos 28 millones de escolares en total.
Las preguntas a las que se enfrentan los alumnos no son las clásicas de un examen en el colegio, precisamente porque intentan ver cómo se maneja la información y qué uso se le da, más que cuántos conocimientos se tienen.
Por ejemplo, se les puede entregar una factura de compra de una cámara de fotos y un tripié. Con la información de la factura, los alumnos deben llenar la garantía, decir cuanto tiempo tiene el cliente para enviarla o explicar por qué al final de la factura dice: “gracias por su compra”. También se pueden encontrar tablas de horarios semanales de distintas bibliotecas, un folleto sobre la recolección del néctar, una carta al director de un periódico o un cuento tradicional. A partir de esa información, los estudiantes deben decir qué biblioteca está abierta cierto día de la semana a cierta hora, qué reacción busca provocar la carta al director o explicar la principal diferencia entre el néctar y la miel (aunque su respuesta no aparezca literalmente en el texto sino que hay que inferirlo de la lectura de algunas frases).
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