La oposición del primer ministro británico, David Cameron, a sumarse a la reforma de los tratados de la Unión Europea, ya que Alemania y Francia no aceptaron la creación de un protocolo que exonerara a Gran Bretaña de algunas normas sobre la regulación de su sistema financiero, convirtieron hoy al Reino Unido como el principal protagonista de la cumbre europea en Bruselas.
Merkel y Sarkozy intentaron convencer a Cameron hasta el último segundo, pero este optó por la confrontación con sus socios europeos. La postura de Cameron, antieuropeísta declarado, y que había anunciado anticipadamente que se opondría a cualquier propuesta que no fuese favorable a los intereses de Reino Unido, era algo con lo que contaban el resto de países de la UE.
El premier británico fue inflexible a la hora de exigir medidas que eximiesen a sus finanzas de los acuerdos. Los líderes de Francia y Alemania justificaron su decisión de no ceder ante Cameron porque lo que pedía era “inaceptable”, en palabras de Sarkozy.
Cameron, que se mostró “feliz” de no formar parte del euro (lo que despertó la indignación de líderes de otros países, como el propio Sarkozy), ha optado por la confrontación con sus socios europeos, lo que podría poner en marcha una nueva era en la UE, en la que el Reino Unido podría quedar fuera de las grandes decisiones por su oposición a este tratado.
"Nuestros amigos británicos". Esa fue la expresión repetida por un serio Nicolas Sarkozy, pasadas las 5 de la mañana de hoy y tras más de nueve horas de negociación con escasos frutos nuevos. "David Cameron ha pedido lo que todos consideramos inaceptable, un protocolo en el Tratado que permita eximir al Reino Unido de algunas reglas sobre servicios financieros", explicó el presidente francés.
Agregó el líder galo que "no hemos podido aceptarlo porque consideramos que parte de los problemas del mundo vienen de la desregulación de los servicios financieros". En su lugar, el presidente francés anunció un "tratado intergubernamental" que estará listo en marzo. Según fuentes comunitarias, será jurídicamente similar al Tratado de Kioto o el que regula el uso de minas antipersonales. Constituirá la entrada en territorio desconocido y una aventura inédita en la UE, que no tomará algunas decisiones claves contando con los 27 socios o tan siquiera los 17 del euro, sino con un número de países entre esas dos cifras.
Cameron replicó: "El tratado no beneficiaba a los intereses nacionales británicos y por eso lo he rechazado. No afectará al Reino Unido", confirmó. "Les deseamos lo mejor [a los países del euro], porque queremos que la eurozona resuelva sus problemas", pero "la cuestión clave para el Reino Unido era conseguir salvaguardias" en cuanto a la política financiera, advirtió. Vetarlo fue "una decisión dura, pero la correcta".
"Hemos acordado un nuevo pacto fiscal", anunció el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, encargado de resaltar el saldo positivo de la cumbre. "Significa que todos nos comprometemos con una regla fiscal" que reduzca el gasto público, añadió. "Significa que los países miembros lo van a transponer en su Constitución o texto equivalente. Significa reforzar nuestras reglas sobre el déficit excesivo haciéndolas más automáticas" y que será obligatorio "presentar a la Comisión el borrador de los presupuestos". Según Van Rompuy y Sarkozy, toda la zona del euro se ha adherido a estos principios. De los restantes 10 que quedan en la UE, sólo el Reino Unido y Hungría se han negado (forzando la redacción de un nuevo tratado), mientras que Suecia y República Checa han pedido tiempo para consultar a sus parlamentos.
"Estoy muy contenta por el hecho de que hayamos logrado un buen resultado tras largas consultas. Vamos a crear una nueva unión fiscal para el euro que al mismo tiempo será una unión de estabilidad", afirmó Merkel al abandonar el Consejo Europeo. "Siempre he dicho que los 17 Estados miembros del euro deben recuperar la credibilidad, y creo que con los acuerdos de hoy podemos y vamos a lograrlo", añadió.
¿Soledad de Gran Bretaña o soledad de los 17?
La cuestión principal a dilucidar es quién pierde más con este desencuentro, si los 26 países que se han sumado al acuerdo, o Reino Unido. Bien es cierto que la UE ha logrado sumar a más países a última hora al pacto (Hungría, que se negó desde un primer momento a suscribir las nuevas medidas, pero que finalmente ha accedido a ello, y Suecia y República Checa, que pidieron consultar a sus Parlamentos antes de tomar una decisión), por lo que la fractura se ha reducido, pero de estos acuerdos económicos se ha quedado fuera el país que dispone de la City de Londres, el principal centro financiero de Europa.
El líder conservador tendrá ahora que convencer a sus socios de Gobierno de que su decisión solo busca lo mejor para Reino Unido, por su temor a que estos acuerdos acaben perjudicando a su sistema financiero. Algo de lo que tendrá que convencer también a la oposición, ya que los laboristas han criticado a Cameron por “aislar a Reino Unido”.
Los antieuropeístas británicos podrían ver reforzadas sus aspiraciones históricas de abandonar la UE tras esta decisión de Cameron. Las consecuencias internas de la oposición a este pacto no acaban aquí, ya que están surgiendo dudas sobre si tiene sentido que el Reino Unido siga formando parte de los 27. Desde las islas británicas, algunos analistas apuntan a la posible celebración de un referéndum para que los británicos decidan en las urnas si quieren o no seguir formando parte de la UE.
El analista Walter Oppenheimer, del diario El País, afirma que el "aislamiento" de Cameron puede tener más consecuencias de las previstas inicialmente. Dice el analista que Reino Unido "encamina el debate hacia el terreno puro y duro de la pertenencia a la UE", y se pregunta si la City de Londres puede "seguir siendo la plaza financiera de Europa si Gran Bretaña está fuera de la UE", en lugar de optar por algunos acuerdos puntuales entre las islas y los socios europeos.
De producirse esta consulta, los antieuropeístas británicos podrían ver satisfechas sus aspiraciones históricas de abandonar el barco de Europa, limitando las relaciones a varios vínculos económicos y comerciales.
A la vez, podría producirse lo contrario: que la UE, por iniciativa del eje franco-alemán, pusiese en marcha los mecanismos necesarios para aislar aún más al Reino Unido, para así evitar su oposición a las propuestas que planteen y que no sean del agrado de David Cameron.
De esta forma, dado el poder casi absoluto de Merkel y Sarkozy en las decisiones de Europa, el consenso entre los Estados miembros se alcanzaría con mayor facilidad, ya que es poco probable que otros países opten por oponerse a las propuestas alemanas y francesas.
Pero, ¿se puede permitir la UE marginar la Reino Unido? ¿O el Reino Unido aislarse de la UE? Quizá sean los mercados los que ofrezcan la respuesta a estas cuestiones.. escribió Oppenheimer
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