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lunes, 1 de agosto de 2016


ROXANA PEY: UNA PERSONALIDAD INNOVADORA
Por Hugo Latorre Fuenzalida
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El apellido Pey es sinónimo de progresismo, en el buen sentido de la palabra. Victor Pey, su tío es, todos sabemos, un renombrado refugiado de la guerra civil española y un exitoso empresario  en Chile.
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El apellido Pey es sinónimo de progresismo, en el buen sentido de la palabra. Victor Pey, su tío es, todos sabemos, un renombrado refugiado de la guerra civil española y un exitoso empresario  en Chile.

Roxana, es una científica destacada y académica que ha tenido desempeños importantes en el retorno a la democracia, pero en el ámbito universitario. Tuve la suerte de conocerla cuando se lanzaron los Cursos de Formación General en la Universidad de Chile y Roxana era la directora y coordinadora de esos cursos, conducidos desde la vicerrectoría académica. Luego ha trabajado como parte del equipo del ministerio de educación, en roles de evaluación académica de la educación superior y desde ahí ha estado pujando porque en Chile se den los pasos necesarios para avanzar hacia un modelo de universidad más democrático y más moderno.

Más democrático, pues Chile es un país que condenó a gruesa parte de la población a una especie de “apartheid” cultural (además del económico), lo que deja a esa población y a sus generaciones sucesivas, condenados a reproducir su marginalidad e incompetencia.
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Roxana era consciente de este drama de los menos favorecidos en Chile y se dio en idear un sistema que fuera disminuyendo las barreras de acceso de los más pobres a niveles de educación superior, al cual tienen derecho, siempre y cuando se les otorguen  las facilidades de integración cultural y de aprendizaje.

Este proyecto de la Universidad de Aysén, tiene la misma lógica que representa la lucha por el ingreso de los menos favorecidos, pues sabemos que Chile hace también una especie de “apartheid” territorial, fruto de un centralismo monstruoso y castrador. La formación escolar y cultural de las regiones alejadas de la capital son muy diferentes de la de los  de las regiones centrales, por tanto, dada la disposición del gobierno de Bachelet de crear nuevos centros de educación superior en regiones, con una marca del Estado integrador, Roxana crea esta idea de un centro experimentalmente innovador, diferente y desafiante de la norma que Chile ha seguido de manera persistentemente pasiva  hasta nuestros días: mercantilización, segmentación, elitismo conservador e inmovilismo estructural.

La propuesta para la Universidad de Aysén reúne esas cualidades tan necesarias para las regiones: integración a la comunidad local (mediante el Consejo social), integración de los estamentos (Consejo universitario).  Se sabe que las universidades de regiones tienen sentido siempre y cuando representen una capacidad de crear y promover procesos de desarrollo local, junto con la elevación de la iniciativa conjunta, compartida y participativa de su medio académico y de las fuerzas activas de la comunidad. De lo contrario sería una oferta de escaparate más  que ya han hecho las universidades privadas, como si se tratara de un bien de consuma más y con los resultados que ya todos conocemos: la mediocridad afortunada de los sostenedores junto a la degradación de la educación superior.

Para hacer lo que ha propuesto Roxana se requiere valor e inteligencia, ambas virtudes las posee; lo que no sabemos  es si las autoridades del ministerio de educación estarán a la altura de los desafíos que tiene Chile ante un mundo global del conocimiento, donde el actualizar e innovar es la única manera de sobrevivir. Claro que los viejos hábitos son las camisas de fuerzas más apretados y las luchas contra uno mismo, de las que hablaba Nietzsche, refiriéndose justamente al lastre de los hábitos, costumbres y creencias, son las más heroicas pero las más raras, menos cuando los que sostienen el poder,se amañan en una suerte de propiedad en vez de un sentido de guía de destinos abiertos a los transitorios pasajeros de la historia.

La sociedad del conocimiento es una sociedad “AURORAL”, caracterizada por estar bien dispuestos mental y anímicamente para acoger los desafíos de cada mañana. Si esta disposición no las  asumen los universitarios, perderán esa feracidad que se les reclama y exige, terminando en parecer más una infértil solterona. Pues las universidades son instituciones flexibles, tremendamente adaptables; existen en la historia en diversas formas y estilos y hoy, además, deben hacer frente a poderes del conocimiento organizados desde el gran empresariado y de los gobiernos industriales, que intentan sustituir a las universidades   en la promoción del saber relevante.

Pretender dejar a las universidades sujetas al corsé burocrático centralista y ritual, representa una torpeza intelectual y una extemporalidad peligrosa. Nadie más imperativamente que las universidades deben renovarse día a día, de lo contrario caerán en  la burocratización estéril o degenerada, propia de toda vida que se ata al poste del tiempo pasado.

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