Desde el Perú
PRESIDENTE KUCZYNSKI, EL PUEBLO TAMBIÉN TIENE SUS MANDAMIENTOS
Por Roberto Mejía Alarcón
Al
presidente Kuczynski le ha dicho gente de su más íntimo entorno que ha sido
“una locura meterse a la política”. Al parecer el hombre de la flauta dulce no
les hace caso. Por el contrario repite, hasta cuando está durmiendo, que nada
ni nadie le impedirá que siga en lo que ya comenzó: Lograr que las nuevas
generaciones ciudadanas disfruten de un país moderno, previa “revolución
social”. Es su anhelo y como primer paso le ha pedido a los miembros de su
gabinete ministerial que cumplan con siete mandamientos: Debes ser
absolutamente incorruptible; no te “infles”, se modesto; recibe a la gente;
conoce a tu Perú, viaja por las regiones del Perú; ocúpate de tu ministerio, no
de otros; en caso de duda, chequea con PCM o con el “Presi”; y, finalmente,
algo sustantivo: “Toma las cosas con calma, sonríe y reza”.
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Luego de la lectura de tales
mandamientos, da la impresión que su buen oído le ha permitido entrar en
sintonía con uno de los más importantes mensajes del Papa Francisco, el mismo
que hace pocos días en una reunión en el Vaticano con jueces y fiscales, señaló
tácitamente que dedicarse a la política no es ninguna locura, más aún cuando
hay que enfrentar plagas tan terribles como la corrupción, la trata de personas
y el crimen organizado y cuando en el campo de las ciencias hay que afrontar
temas tan delicados como el cambio climático, la pobreza o la vida en las
ciudades. Es evidente que en este caso el presidente Kuczynski, tendría que
seguir las huellas de su primer mandamiento: “Debes ser absolutamente
incorruptible”.
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Pero Francisco va más allá en su mensaje
y por eso le ha dicho a los humanos que nadie debe ser ajeno a la actividad
política, ni siquiera la Iglesia. Ella, dijo, está llamada a comprometerse,
debe meterse en la gran política, porque, parafraseando al Papa y beato Paulo
VI, la política “es una de las formas más altas del amor y de la caridad”. Una
vez más, el presidente peruano tendría que repetir en silencio su propia
receta:”No te “infles”, se modesto”.
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A propósito del tema en comentario, hace
más de 500 años Erasmo de Rotterdam escribió su obra “Elogio a la Locura”, la
que es considerada como el ícono del movimiento humanista. En ella afirmó que
habría que ser un poco necio o loco para tener éxito y llegar a la felicidad en
esta vida, pero que aplicada al ámbito de la política era una “virtud”.
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¿Por qué decía eso Erasmo? Su
razonamiento le hacía ver que sin necedad o locura humana, no habría sociedad
posible ni convivencia pacífica, porque sin una cuota de tal “virtud” “el
pueblo no soportaría largo tiempo a su príncipe, el discípulo a su preceptor,
el amigo a su amigo…” Han transcurrido más de 500 años y hoy vemos que no se ha
perdido en el olvido la grandeza de su mensaje. La locura o la necedad, se
mantiene dentro de los mismos conceptos y responde a lógicas similares… solo en
contraste con el envoltorio. Claro hay políticos locos que hacen bien y hay
políticos locos que hacen mal.
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Habría que entender, a este propósito,
que la locura o la necedad que trata de hacer realidad el gran cambio social y
económico, propio de una sociedad justa, respetuosa de la dignidad humana, es
bienvenida. En tanto que la locura o necedad, que se da en políticos perversos,
que piensan solo en el dinero y en la explotación de los más débiles, solamente
merece la condena, el repudio de todo pueblo que está a la espera de su
redención.
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Eso lo sabe el hombre de la flauta que
prefiere dedicarse a la gran política, antes que hacerle caso a quienes se
fijan en asuntos de la menor trascendencia, para el futuro del país. Tan lo
sabe que ya comenzó su peregrinaje por el Perú de los olvidados, con una
mochila donde no hay promesas ni soluciones, pero sí una gran disposición para
el diálogo y la concertación. Y tan lo tiene presente que ante los ataques de
quienes no le perdonan haberlos vencido en las ánforas de la consulta popular,
recurre a su propio mandamiento, tomando las cosas con calma, sonriendo y,
naturalmente, rezando.
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Por lo demás, se observa que el
presidente Kuczynski se reconoce como una persona que no es perfecta. Siendo
así , nos tomamos, entonces, la libertad de hacerle llegar algunos de los
mandamientos recogidos del imaginario del pueblo que le tiene confianza:
Defienda su posición y sea fiel a sus convicciones; fije la mirada en la
realidad nacional antes de decidir cuáles cambios son verdaderamente los correctos;
asuma precautoriamente la responsabilidad que tiene cuando redacte y exprese
sus discursos; no tenga temor, incluso cuando la grita de la oposición alcanza
grandes decibeles; informe periódicamente a la ciudadanía de su gestión,
incluyendo éxitos y obstáculos; evite adelantar promesas, que después no se
podrán cumplir; dialogue directamente con quienes no tienen voz propia. Esto le
ayudará a fortalecer su espíritu democrático. La agenda política es de su
competencia y no de terceros.
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