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jueves, 11 de agosto de 2016

Desde el Perú

PRESIDENTE KUCZYNSKI, EL PUEBLO TAMBIÉN TIENE SUS MANDAMIENTOS


 Por Roberto Mejía Alarcón


Al presidente Kuczynski le ha dicho gente de su más íntimo entorno que ha sido “una locura meterse a la política”. Al parecer el hombre de la flauta dulce no les hace caso. Por el contrario repite, hasta cuando está durmiendo, que nada ni nadie le impedirá que siga en lo que ya comenzó: Lograr que las nuevas generaciones ciudadanas disfruten de un país moderno, previa “revolución social”. Es su anhelo y como primer paso le ha pedido a los miembros de su gabinete ministerial que cumplan con siete mandamientos: Debes ser absolutamente incorruptible; no te “infles”, se modesto; recibe a la gente; conoce a tu Perú, viaja por las regiones del Perú; ocúpate de tu ministerio, no de otros; en caso de duda, chequea con PCM o con el “Presi”; y, finalmente, algo sustantivo: “Toma las cosas con calma, sonríe y reza”.
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Luego de la lectura de tales mandamientos, da la impresión que su buen oído le ha permitido entrar en sintonía con uno de los más importantes mensajes del Papa Francisco, el mismo que hace pocos días en una reunión en el Vaticano con jueces y fiscales, señaló tácitamente que dedicarse a la política no es ninguna locura, más aún cuando hay que enfrentar plagas tan terribles como la corrupción, la trata de personas y el crimen organizado y cuando en el campo de las ciencias hay que afrontar temas tan delicados como el cambio climático, la pobreza o la vida en las ciudades. Es evidente que en este caso el presidente Kuczynski, tendría que seguir las huellas de su primer mandamiento: “Debes ser absolutamente incorruptible”.
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Pero Francisco va más allá en su mensaje y por eso le ha dicho a los humanos que nadie debe ser ajeno a la actividad política, ni siquiera la Iglesia. Ella, dijo, está llamada a comprometerse, debe meterse en la gran política, porque, parafraseando al Papa y beato Paulo VI, la política “es una de las formas más altas del amor y de la caridad”. Una vez más, el presidente peruano tendría que repetir en silencio su propia receta:”No te “infles”, se modesto”.
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A propósito del tema en comentario, hace más de 500 años Erasmo de Rotterdam escribió su obra “Elogio a la Locura”, la que es considerada como el ícono del movimiento humanista. En ella afirmó que habría que ser un poco necio o loco para tener éxito y llegar a la felicidad en esta vida, pero que aplicada al ámbito de la política era una “virtud”.
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¿Por qué decía eso Erasmo? Su razonamiento le hacía ver que sin necedad o locura humana, no habría sociedad posible ni convivencia pacífica, porque sin una cuota de tal “virtud” “el pueblo no soportaría largo tiempo a su príncipe, el discípulo a su preceptor, el amigo a su amigo…” Han transcurrido más de 500 años y hoy vemos que no se ha perdido en el olvido la grandeza de su mensaje. La locura o la necedad, se mantiene dentro de los mismos conceptos y responde a lógicas similares… solo en contraste con el envoltorio. Claro hay políticos locos que hacen bien y hay políticos locos que hacen mal.
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Habría que entender, a este propósito, que la locura o la necedad que trata de hacer realidad el gran cambio social y económico, propio de una sociedad justa, respetuosa de la dignidad humana, es bienvenida. En tanto que la locura o necedad, que se da en políticos perversos, que piensan solo en el dinero y en la explotación de los más débiles, solamente merece la condena, el repudio de todo pueblo que está a la espera de su redención.
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Eso lo sabe el hombre de la flauta que prefiere dedicarse a la gran política, antes que hacerle caso a quienes se fijan en asuntos de la menor trascendencia, para el futuro del país. Tan lo sabe que ya comenzó su peregrinaje por el Perú de los olvidados, con una mochila donde no hay promesas ni soluciones, pero sí una gran disposición para el diálogo y la concertación. Y tan lo tiene presente que ante los ataques de quienes no le perdonan haberlos vencido en las ánforas de la consulta popular, recurre a su propio mandamiento, tomando las cosas con calma, sonriendo y, naturalmente, rezando.
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Por lo demás, se observa que el presidente Kuczynski se reconoce como una persona que no es perfecta. Siendo así , nos tomamos, entonces, la libertad de hacerle llegar algunos de los mandamientos recogidos del imaginario del pueblo que le tiene confianza: Defienda su posición y sea fiel a sus convicciones; fije la mirada en la realidad nacional antes de decidir cuáles cambios son verdaderamente los correctos; asuma precautoriamente la responsabilidad que tiene cuando redacte y exprese sus discursos; no tenga temor, incluso cuando la grita de la oposición alcanza grandes decibeles; informe periódicamente a la ciudadanía de su gestión, incluyendo éxitos y obstáculos; evite adelantar promesas, que después no se podrán cumplir; dialogue directamente con quienes no tienen voz propia. Esto le ayudará a fortalecer su espíritu democrático. La agenda política es de su competencia y no de terceros.

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