La situación en Turquía es dramática
La liberación de
38.000 presos comunes en Turquía le permitirá al Gobierno de este país tener el espacio
suficiente para encarcelar a miles de acusados por el golpe
de Estado frustrado ocurrido el 15 de julio pasado.
"Las prisiones están saturadas", afirman algunos testigos y los 20.000 detenidos tras el intento
golpista de carácter militar para derrocar al presidente constitucional Recep Tayyip Erdogan, han
originado una saturación peligrosa al interior de los penales.
Un decreto,
publicado hoy en el Boletín Oficial del Estado al amparo del estado de
emergencia, modifica dos provisiones en la ley penal para permitir la salida en
libertad condicional de numerosos presos, explicó el ministro de Justicia,
Bekir Bozdag, en una serie de 19 mensajes de Twitter.
El Presidente Erdogan planifica la represalia
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Estas dos
medidas posibilitarán la salida en libertad condicional de unos 38.000 presos,
especificó Bozdag, subrayando que no se trata de una “amnistía” sino de un
cumplimiento de la condena fuera de la prisión.
De esta medida
se excluyen todos los reos de una decena de delitos: homicidio premeditado,
agresión con resultado de heridas graves a familiares o discapacitados,
agresiones sexuales, atentado contra la privacidad, tráfico de drogas, atentado
contra la seguridad del Estado, contra la Constitución, la defensa nacional o
los secretos del Estado, y finalmente todos los juzgados bajo la ley
antiterrorista. Además, sólo se puede aplicar a personas condenadas por delitos
cometidos antes del 1 de julio pasado, concretó Bozdag.
Las detenciones por el golpe
Aunque
inicialmente se había arrestado a 35.000 personas, unas 11.000 han vuelto a ser
liberadas, y actualmente hay algo más de 17.000 en prisión preventiva mientras
que otras 5.600 aún esperan la decisión de un juez.
Al amparo del
estado de emergencia, la policía tiene hasta 30 días para llevar a un detenido
ante el tribunal que debe confirmar o anular su detención preventiva. En muchos
casos “se ha metido a seis o nueve detenidos en celdas de diez metros
cuadrados, pensadas para un preso”, aseguró a la agencia española EFE el
abogado de algunos acusados Efkan
Albayrak.
Otros muchos se
hacinan en polideportivos, dependencias policiales y hasta establos, según denunció
la organización Amnistía Internacional.
El opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP, socialdemócrata) ha venido
denunciando la saturación de las prisiones turcas y el enorme incremento de la
población carcelaria.
Desde el año
2000, cuando había 49.500 presos, la población carcelaria ha subido hasta los
179.600 censados en enero pasado, multiplicándose por 3,5, mientras que la
población de Turquía sólo ha crecido un 24 % en el mismo periodo, según han
declarado diputados del CHP.
La confradía del clérigo Gülen
Aparte de las
detenciones, el Gobierno ha purgado a decenas de miles de funcionarios públicos
por su supuesta vinculación con la cofradía de Fethullah Gülen, a quien el
Ejecutivo acusa de instigar la asonada.
Todos ellos son
sospechosos de mantener vínculos con la cofradía del predicador turco exiliado en Estados Unidos desde 1999, al que Ankara acusa de instigar
la intentona golpista, si bien él lo ha negado. El gobierno acusó a la
comunidad religiosa dirigida por el clérigo musulmán, ex aliado de Erdogan, de
estar detrás del golpe fallido. Esto porque desde los 80, Güllen ha infiltrado
a sus seguidores en el seno de la administración y las fuerzas de seguridad. No
sólo el oficialismo piensa en esa tesis, sino que un 64,4% de los turcos
están de acuerdo con esa percepción, según una encuesta de Andy-Ar divulgada a
fines de julio.
.
Durante la
última década, los integrantes o simpatizantes de la cofradía habían llegado a
ocupar numerosos puestos claves en la Administración, la Policía y la
Judicatura, hasta hace tres años con el visto bueno del partido gubernamental,
el AKP, con el que comparten la misma visión islamista.
Pero una lucha
de poder iniciada en 2013 llevó a un encarnizado enfrentamiento, en el que el
Gobierno describe a su otrora aliado como “Organización Terrorista Fethullah
Gülen” (FETÖ), aunque hasta la intentona golpista no se le conocían actividades
o discursos violentos.
Recintos militares bloqueados
En Estambul los
recintos militares están bloqueados por camiones y custodiados por la policía
para impedir que los seguidores del clérigo escapen. Un miembro de la Marina,
que pidió ser identificado como Adem, manifiesta su preocupación por la
situación que vive su país tras el intento de golpe. “Estamos muy asustados,
porque no sabemos qué va a ocurrir. Es cierto que Fethullah Güllen se ha
infiltrado en el Ejército y en la Marina. Sé de algunos casos en que la presión
ha sido tan grande que se han terminado suicidando”, señala. “Creo que es
cierto que estuvo detrás del intento de golpe, ayudados por otros grupos,
porque el Ejército está dividido, pero ahora Erdogan quiere hacer una reforma a
las Fuerzas Armadas y no sabemos qué ocurrirá”, añade.
.
El espíritu
“democrático”, como se le dice coloquialmente, se ve reforzado con las
manifestaciones que cada noche los partidarios de Erdogan llevan a cabo en
distintas plazas, siendo la más multitudinaria la que ocurre en Taksim, centro
neurálgico de Estambul. Incluso, muchos jóvenes han comenzado a escuchar música
que evoca el Imperio Otomano.
.
Por otro lado,
las autoridades de Turquía han expulsado del cargo a más de 2.600 policías, así
como a más de un centenar de oficiales militares, por supuestos vínculos con el
fallido golpe militar del 15 de julio pasado, según un decreto hecho público
hoy en el Boletín Oficial del Estado turco.
En total, 2.692
personas han perdido su condición de funcionario por este decreto dictado al
amparo del estado de emergencia declarado el 22 de julio pasado, señala el
texto. Se trata de 2.360 agentes de la Policía, 196 empleados de la Autoridad
de Telecomunicaciones (BTK) y 136 oficiales del Ejército, desde sargentos hasta
generales.
Estas personas
se suman a los 4.897 funcionarios que habían sido expulsados de su cargo
público hasta ahora, y de los que más de 3.000 eran militares, según detalló el
primer ministro turco, Binali Yildirim, el sábado pasado. Por otra parte, el
total de funcionarios o empleados de sectores públicos suspendidos de su función
y en espera de que se revise su caso supera los 75.000, indicó Yildirim
entonces.
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