Columna de Opinión del Editor
LA DESCONFIANZA EN CHILE IMPIDE UNA PROFUNDIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA
Por Walter Krohne
La desconfianza puede originarse en el fraude político o el engaño, dos focos o centros que en el caso de Chile lo situamos en el ámbito del oficialismo y en su modelo de Gobierno que más bien le está produciendo al país un despilfarro público antes que la concreción de una serie de reformas que podrían haber sido el punto de partida para el surgimiento de un nuevo país.
Lamentablemente esto no ha sido así y tras los fracasos de algunos proyectos, surge en la actual administración la genial idea de resolver el histórico problema de las pensiones que es de alta complejidad. Quizá ha sido un anuncio en un intento para mejorar el hoy débil nivel de aprobación que tiene la Presidenta en las encuestas, que no sube del 19%. Sin embargo, desde La Moneda se ha dicho y reiterado que esta iniciativa está dentro del pensamiento social de la Mandataria, quien no anda con una calculadora en la mano sumando o restando puntos que eleven el nivel de su gestión.
Lo grave en este sentimiento de desconfianza es que irradia o contagia a toda la Nueva Mayoría como también a la oposición en un escenario complicado en el cual se entremezclan el bajo resultado económico logrado con la incapacidad de impulsar reformas que empujen al país hacia adelante y no que lo hundan.
El peligro en el tema de las pensiones es que una sola falla pueda llegar a lesionar seriamente al país en su parte financiera, lo que algunos sectores lo han advertido. Algo de esto ocurrió ya con la Reforma Tributaria. Pero, como la desconfianza está tan esparcida ya hay voces que se refieren a este proyecto en forma negativa y poniendo siempre en duda la capacidad que tienen los actuales dirigentes en temas técnico-políticos tan complejos como el mencionado. El punto principal debería ser la eliminación de las AFP, pero hasta ahora el Gobierno estaría manteniéndolas.
De acuerdo a lo que nos dice la psicología social como también la sociología, la confianza es más que nada una creencia de que una persona es capaz de actuar de una determinada manera frente a una situación dada. Si esto fuera tan simple en Chile significaría entonces que la coalición gubernamental tendría una victoria asegurada en las próximas elecciones, lo que no es así porque no es tan sencillo como parece, ya que el descontento se nota en todos los sectores, salvo en la gran manzana urbana que ocupa el Palacio de la Moneda en pleno centro de Santiago. Y en este contexto hay que agregar además de si los electores van a estar dispuestos a concurrir físicamente a las urnas en las dos próximas contiendas, la presidencial y la parlamentaria.
Las voces dentro y fuera de la coalición hablan concretamente que este estado de cosas ya no da para más. La Presidenta reconoció que había una crisis de confianza, “pero no institucional” como lo dijo antes el ex Presidente Ricardo Lagos. Esta crisis afectaría a las instituciones políticas, a las élites económicas y a las iglesias, pero no diría que hay “una crisis de institucionalidad” señaló, porque “el gobierno, algunos encontrarán que lo hacemos mal o que lo hacemos bien, pero funciona”. Mostrando el humor que la caracteriza, como lo hace regularmente en reuniones masivas, especialmente con mujeres, dijo que “yo soy adulto mayor. Tengo derecho a jubilar”, agregando segundos después que “a lo mejor hay algunos que me van a andar gritando: ¡jubílese!”.
A pesar de este humor, la desconfianza está hoy presente en Chile las 24 horas del día, especialmente cuando La Moneda hace anuncios, clima que se acrecienta con la conducta o declaraciones de algunos políticos que afectan la imagen del hombre público, la que debería ser intachable y un ejemplo magnífico para la sociedad, especialmente para los más jóvenes.
Cuando la sociedad se ve indefensa ante cualquier tema o situación se produce un clima de desconfianza que surge del miedo al no saber defenderse o no tener las herramientas para ello ante la amenaza real o inventada de otra persona.
Este clima lo han fomentado en Chile últimamente tanto los políticos de derecha como de izquierda por diversas denuncias que se han realizado contra el Gobierno, parlamentarios y empresarios que han colocado al país en una difícil situación, porque nadie a ciencia cierta sabe lo que va a pasar. El escudo de la desconfianza es una forma que tiene la gente para protegerse.
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En Chile hay múltiples problemas que no tienen una solución fácil ni de corto plazo. Mencionemos el desastre de la salud con el negocio de las isapres, las pensiones con el negocio de las AFP, los bajos sueldos y diversas leyes y procedimientos que solamente hacen mucho más difícil la vida de los chilenos. Todo esto reduce considerablemente la capacidad y el interés laboral, porque no es fácil trabajar ocho a diez horas diarias, utilizar un sistema de transporte público caro e incómodo para poder retornar otra vez a la casa, donde le esperan a los trabajadores otro cúmulo de problemas.
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La educación requiere de ajustes, esto no lo discute nadie, pero los políticos a cargo de este gran proyecto han enredado tanto el asunto que no llegaremos a tener, al menos por ahora, ni buena educación ni gratuidad como correspondería ni un desarrollo creciente y bien enfocado hacia el tema país ni tampoco desaparecerá completamente el tan discutido lucro.
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Las personas desconfiadas en extremo suelen ser personas temerosas, con una idea del “yo” bastante deprimida, lo que hace que se sientan tan vulnerables como para requerir continuamente protección. Cuando Jorge Burgos le pone fecha de término a la Nueva Mayoría, está al menos insinuando que esta es una coalición fracasada. y utilizando una metáfora ferroviaria, afirma que "el país se ha descarrilado; hay que ponerlo otra vez en la vía", como dijo en una entrevista.
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Así la gente sale a las calles a manifestarse para demandar por mejoras sociales y económicas y expresar su profunda frustración y desconfianza frente a políticos que ganan millones en los puestos del Estado, registrándose en la mayoría de las veces incidentes que se interpretan con la expresión de la hostilidad, "la herramienta de los más débiles".
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Las alarmas sobre la apatía, el descontento o la desconfianza de la ciudadanía respecto de la política, sus instituciones y agentes forman parte ya de la actual crónica social y política, que ponen en cuestión el funcionamiento de la democracia y que tratan de avanzar hacia alternativas para la profundización democrática. Son iniciativas sociales e institucionales en las que la participación de la ciudadanía se torna el eje principal de la reivindicación de una democracia de calidad, fiel a sus principios políticos.
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¿Hasta qué punto estas actitudes descritas se convierten en un impedimento para la profundización de la democracia?, ¿es realmente la desconfianza política un problema para la democracia?
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Al menos en Chile parece serlo.
Sonia Aravena Derpich
ResponderBorrarSonia Aravena Derpich Seguro...lo que es yo. Ya no confío ni en mis dientes, porque me pueden morder la lengua...!!!
Milenka Soletich Muy buen analisis!! y muy real, desgraciadamente!!
ResponderBorrarMe gusta · Responder · Ayer a las 18:08