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viernes, 5 de agosto de 2016

EL CAPITÁN AHAD (diputado René Saffirio), Y LA BALLENA BLANCA (la ministra Javiera Blanco)
Por Rafael Luis Gumucio Rivas 

Como el famoso Capitán de Moby Dick, el diputado René Saffirio persigue incansablemente por los mares del sur a la ballena blanca, que tuvo la osadía de tragarse su pierna. Hace apenas unos meses el diputado Saffirio renunció a su partido, la Democracia Cristiana, acusándolo de haberse convertido en una mafia que, por ejemplo, en el caso del Sename, sus dirigentes se han apropiado no sólo de la institución, sino también de todas aquellas Fundaciones privadas, que representan el 90% de las casas de acogida de menores en situación de riesgo y de extrema vulnerabilidad.
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Saffirio no es un hipócrita cristiano, afortunadamente, pues no tiene pelos en la lengua para denunciar los abusos que se producen a diario en esas instituciones, en extremo lucrativas. En Mi Casa, por ejemplo, uno de los directores es Enrique Correa y su gerente, Delia del Gatto – pasó de la dirección de Sename a Mi Casa -; otro de los directores es el cuarto hermano Walker, Matías – los otros tres son parlamentarios;  hay que ser muy tonto para llevar el apellido Walker y no tener pega -. Para rematar la frescura democratacristiana, los Martínez-Alvear también regentan Fundaciones al servicio de la infancia desvalida.
Un país que trata mal a los niños que están bajo su cuidado no puede ser más que una nación degenerada y, por desgracia esto es Chile, país dominado por el culto del dinero, sin importarle la muerte niños y ancianos, en gran parte por negligencia del Estado, dominado por una casta que lo único que le importante es enriquecerse lo más rápidamente posible, para no ser pillado en el intento.
Hay una diferencia fundamental entre el diputado René Saffirio y los ex camaradas parlamentarios y dirigentes democratacristianos: el primero tiene moral y sangre en las venas y sabe indignarse sinceramente cuando los atropellados son los niños; por las venas de los segundos circula la horchata y, sobre todo, su fidelidad al postulado “pituto o muerte”. Hay denuncias, por ejemplo,  de que el diputado DC Ricardo Rincón había solicitado, por carta, al director de Sename que nombrara a camaradas y amigos en esa institución.
Es inconcebible que la  ministra de Justicia, Javiera Blanco ignore, a la fecha, el número de niños muertos, que estaban bajo la tutela del Estado, no son un número, sino seres humanos que tienen pleno derecho a la vida y a realizarse como personas. Para los beatos hipócritas de la iglesia y de la Democracia Cristiana, que se han apropiado de las Fundaciones que colaboran con el  Sename, la vida de un niño pobre vale tanto como la de un feto - sería bueno que alguna vez el cardenal Ricardo Ezzati leyera el Evangelio y se acordara de la enseñanza de Jesús, de “quien escandalice a los niños, más le valiera hundirse con una piedra sujeta al cuello…”.
Hay muchos testimonios del ignominioso trato que reciben los niños y niñas en los llamados “centros de acogida” y, en no pocos casos, sufren vejámenes y violaciones, como ellos mismos han denunciado.  El equipo de profesionales de la salud – médicos, psiquiatras, psicólogos, y otros  – es insuficiente, por consiguiente, hay descuido permanente de la salud física y mental de los menores.
Personalmente, siempre he sido partidario de la acusación constitucional, que pienso, es la única forma de fiscalización para controlar el absolutismo monárquico que caracteriza el régimen político chileno. En el caso de la ministra actual de Justicia se hace más urgente que nunca, pues  no podemos seguir tolerando que Sename, Gendarmería y las otras instituciones que dependen de ese ministerio se hayan convertido en caja pagadora de los partidos democratacristiano, radical y socialista.
Las interpelaciones sirven para muy poco y, al final, se constata que es un ridículo implante del parlamentarismo en un país presidencialista; en el caso concreto de la interpelación a la ministra de Justicia, Javiera Blanco, realizada el martes, 2 de agosto, no fue circo pobre, sino miserable, una verdadera burla a niños, gendarmes y a las personas privadas de libertad – seguramente estarían llorando al constatar cómo los trata el Parlamento y los partidos políticos y, con mucha razón, son rechazadas por el 90% de los chilenos-.

Tres frases para “el bronce” retratan la calidad moral del debate: la ministra Blanco trató a los niños de “stock”, como si fueran simplemente cosas, sin alma, ni sentimientos, ni emociones; la interpeladora, Marcela Sabat, califico al Sename como institución “productora de delincuentes”, y el diputado Marcelo Schilling se atrevió a tratar a la directora del Registro Civil de “vieja culiada”, en plena sesión de la “honorable” Cámara. Los hipócritas fruncidos osan usar la palabra, pero no les repugna demasiado el abuso contra niños, por el solo hecho de ser pobres, y que los jueces los envíen al matadero. En Chile estar preso es vivir la muerte en vida.
La interpelación a la ministra de Justicia se convirtió en una verdadera carnicería entre los miembros del duopolio – Nueva Mayoría y Chile Vamos -. Por ejemplo, a la jubilación millonaria de la señora Myriam Olate, se agregó ahora la de la señora Carolina Pereira, esposa de Mario Desbordes, de Renovación Nacional, otorgada durante el gobierno de Sebastián Piñera, queriendo imponer a los ciudadanos un empate permanente de la corrupción en Gendarmería.
El capitán Ahad’s posiblemente no alcanza a arponear a la ballena blanca, pues es posible un cambio de gabinete ministerial antes de la acusación constitucional. De todas maneras, es casi imposible que prospere, pues con minoría en la Cámara de Diputados, ni siquiera pasará el primer trámite constitucional.

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