EL CAPITÁN AHAD (diputado René Saffirio), Y LA BALLENA BLANCA (la ministra Javiera Blanco)
Por Rafael Luis Gumucio Rivas
Como el famoso Capitán de Moby Dick, el diputado René Saffirio persigue incansablemente por los mares del sur a la ballena blanca, que tuvo la osadía de tragarse su pierna. Hace apenas unos meses el diputado Saffirio renunció a su partido, la Democracia Cristiana, acusándolo de haberse convertido en una mafia que, por ejemplo, en el caso del Sename, sus dirigentes se han apropiado no sólo de la institución, sino también de todas aquellas Fundaciones privadas, que representan el 90% de las casas de acogida de menores en situación de riesgo y de extrema vulnerabilidad.
.
Saffirio no es un hipócrita cristiano,
afortunadamente, pues no tiene pelos en la lengua para denunciar los abusos que
se producen a diario en esas instituciones, en extremo lucrativas. En Mi Casa, por ejemplo, uno de los
directores es Enrique Correa y su gerente, Delia del Gatto – pasó de la
dirección de Sename a Mi Casa -; otro
de los directores es el cuarto hermano Walker, Matías – los otros tres son
parlamentarios; hay que ser muy tonto
para llevar el apellido Walker y no tener pega -. Para rematar la frescura
democratacristiana, los Martínez-Alvear también regentan Fundaciones al
servicio de la infancia desvalida.
Un país que trata mal a los niños que
están bajo su cuidado no puede ser más que una nación degenerada y, por
desgracia esto es Chile, país dominado por el culto del dinero, sin importarle
la muerte niños y ancianos, en gran parte por negligencia del Estado, dominado
por una casta que lo único que le importante es enriquecerse lo más rápidamente
posible, para no ser pillado en el intento.
Hay una diferencia fundamental entre el
diputado René Saffirio y los ex camaradas parlamentarios y dirigentes
democratacristianos: el primero tiene moral y sangre en las venas y sabe
indignarse sinceramente cuando los atropellados son los niños; por las venas de
los segundos circula la horchata y, sobre todo, su fidelidad al postulado
“pituto o muerte”. Hay denuncias, por ejemplo, de que el diputado DC Ricardo Rincón había solicitado,
por carta, al director de Sename que nombrara a camaradas y amigos en esa institución.
Es inconcebible que la ministra de Justicia, Javiera Blanco ignore,
a la fecha, el número de niños muertos, que estaban bajo la tutela del Estado,
no son un número, sino seres humanos que tienen pleno derecho a la vida y a
realizarse como personas. Para los beatos hipócritas de la iglesia y de la
Democracia Cristiana, que se han apropiado de las Fundaciones que colaboran con
el Sename, la vida de un niño pobre vale
tanto como la de un feto - sería bueno que alguna vez el cardenal Ricardo
Ezzati leyera el Evangelio y se acordara de la enseñanza de Jesús, de “quien
escandalice a los niños, más le valiera hundirse con una piedra sujeta al
cuello…”.
Hay muchos testimonios del ignominioso
trato que reciben los niños y niñas en los llamados “centros de acogida” y, en
no pocos casos, sufren vejámenes y violaciones, como ellos mismos han
denunciado. El equipo de profesionales
de la salud – médicos, psiquiatras, psicólogos, y otros – es insuficiente, por consiguiente, hay
descuido permanente de la salud física y mental de los menores.
Personalmente, siempre he sido partidario
de la acusación constitucional, que pienso, es la única forma de fiscalización
para controlar el absolutismo monárquico que caracteriza el régimen político
chileno. En el caso de la ministra actual de Justicia se hace más urgente que
nunca, pues no podemos seguir tolerando
que Sename, Gendarmería y las otras instituciones que dependen de ese
ministerio se hayan convertido en caja pagadora de los partidos
democratacristiano, radical y socialista.
Las interpelaciones sirven para muy poco
y, al final, se constata que es un ridículo implante del parlamentarismo en un
país presidencialista; en el caso concreto de la interpelación a la ministra de
Justicia, Javiera Blanco, realizada el martes, 2 de agosto, no fue circo pobre,
sino miserable, una verdadera burla a niños, gendarmes y a las personas
privadas de libertad – seguramente estarían llorando al constatar cómo los
trata el Parlamento y los partidos políticos y, con mucha razón, son rechazadas
por el 90% de los chilenos-.
Tres frases para “el bronce” retratan la calidad moral del debate: la ministra Blanco trató a los niños de “stock”, como si fueran simplemente cosas, sin alma, ni sentimientos, ni emociones; la interpeladora, Marcela Sabat, califico al Sename como institución “productora de delincuentes”, y el diputado Marcelo Schilling se atrevió a tratar a la directora del Registro Civil de “vieja culiada”, en plena sesión de la “honorable” Cámara. Los hipócritas fruncidos osan usar la palabra, pero no les repugna demasiado el abuso contra niños, por el solo hecho de ser pobres, y que los jueces los envíen al matadero. En Chile estar preso es vivir la muerte en vida.
La interpelación a la ministra de
Justicia se convirtió en una verdadera carnicería entre los miembros del duopolio – Nueva Mayoría y Chile Vamos -. Por ejemplo, a la jubilación
millonaria de la señora Myriam Olate, se agregó ahora la de la señora Carolina
Pereira, esposa de Mario Desbordes, de Renovación Nacional, otorgada durante el
gobierno de Sebastián Piñera, queriendo imponer a los ciudadanos un empate
permanente de la corrupción en Gendarmería.
El capitán Ahad’s posiblemente no alcanza
a arponear a la ballena blanca, pues es posible un cambio de gabinete
ministerial antes de la acusación constitucional. De
todas maneras, es casi imposible que prospere, pues con minoría en la Cámara de
Diputados, ni siquiera pasará el primer trámite constitucional.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario