Consideremos algunos de
los motivos por los cuales nuestro “príncipe valiente”, con pinta de joven
deportista, pero con “arrugas en las arrugas”, nos ha hecho saber para querer
emigrar de tan monstruoso país, que persigue sin piedad a los ricos y ampara los
pobres y mapuches.
En este país del Sagrado
Corazón, el Ministerio Público se ha atrevido a imputar a la mayoría de los ex
candidatos presidenciales – Pablo Longueira, Laurence Golborne y yo mismo -, de
los partidos políticos, donde milita la “gente decente”
Emprendedores, como
Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín han tenido que pasar cuarenta y
cinco días en prisión cual delincuentes. Empresas que dan empleo a los chilenos de a pie y que pagan sus impuestos
religiosamente y como es debido, se les acusa de colusión y, a sus directores,
de ser jefes de una máquina para evadir tributos.
La justicia se ha
“ensañado” con dirigentes y parlamentarios de la UDI. Un héroe de la patria,
dilecto amigo de su mentor Jaime Guzmán, Jovino Novoa, es el único político
condenado hasta ahora a penas muy gravosas y humillantes; Pablo Longueira, quien
la Concertación le debe algunos servicios por salvarla en situaciones muy
embarazosas a la Concertación está
siendo “calumniado” por presunto delito de cohecho; el senador Jaime Orpis, un
hombre consagrado a los jóvenes drogadictos, está acusado de “ser funcionario”
de Corpesca, recientemente despojado de su fuero parlamentario. Las listas
siguen circulando y, hasta ahora, sólo limitada a la “gente decente” de la derecha
política.
El mismo prohombre,
Hernán Buchi, con razón quiere dejarnos, pues se siente perseguido
judicialmente por el solo hecho de haber
sido director de SQM – empresa dedicada al “servicio” de Chile y que, de vez en
cuando y en forma muy equitativa, aportaba dinero a las campañas políticas,
pues esta noble actividad no puede financiarse sola, ni muchos menos, con el
dinero del innoble Leviatán, que sólo sirve para proteger la propiedad privada,
y le está vedado inmiscuirse en los asuntos del poder, propios de los
emprendedores -. Mi “maestro” Friederich Hayek, pensaba que debiera existir una Cámara
legislativa compuesta por los triunfadores del mercado.
Si la justicia sólo
persigue a los políticos de derecha y denosta a los empresarios y deja en la impunidad
a quienes han cometido presuntos
tributarios, por el solo hecho de haber participado en la campaña de
Michelle Bachelet, nos demuestra que la igualdad ante la ley, en Chile, es una
ilusión; para más remate, los fiscales se han dedicado solamente a investigar a
empresarios y políticos de derecha, sin tener en cuenta que estas castas son
los “pilares de desarrollo” de nuestro país.
En la Araucanía, los
mapuches incendian fundos y camiones a voluntad y por doquier, sin ningún
respeto al sagrado derecho de propiedad, único puntal para que una sociedad
marche bien. Los carabineros están atados de pies y manos, y es casi imposible
aplicar la justa ley antiterrorista.
Los “rotos”
delincuentes, que asaltan nuestras bonitas casas del barrio alto – Víctor Jara
se reía de estas mansiones -, salen libres a las pocas de ser detenidos, es
decir, la justicia funciona al revés: dura para los ricos y muy blanda y
maternal para los “roteques”.
Añoro la época de “mi”
general Augusto Pinochet en que a los terroristas y delincuentes comunes se les
hacía uno que otro “cariñito” al interior de las Comisarías. Las empresas del
Estado se vendían baratas y, además, no pagaban impuestos. Tampoco se perdía
tiempo y dinero en elecciones, ni siquiera las empresas tenían que hacer caja
para pagar políticos que los representaran en el Congreso. (El ministro de
Hacienda de Pinochet y ex candidato a la presidencia de la república ignora que
en Suiza existe una democracia directa y referendos para resolver los problemas
e iniciativas de los ciudadanos, que no hay ejército profesional, por
consiguiente, su venerado Pinochet no tendría cabida y que además, se paga el
50% de las ganancias en impuestos – en
Chile los ricos pagan un mínimo o nada
-. Los suizos son inteligentes: el asunto del secreto bancario y el paraíso
fiscal son aplicables sólo a los extranjeros.)
Si Chile pudiera dar un
paso atrás y convertirse en un “paraíso” fiscal – tal cual funcionó antes de la
cocinada reforma tributaria – me quedaría en Chile y muy feliz.
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