OPINIÓN DEL EDITOR
LA GRATUIDAD UNIVERSITARIA Y
LA EDUCACIÓN EN GENERAL COMO PROMESA DORADA DE BACHELET SERÁN UNA GRUESA ESPINA
EN LA CUENTA PRESIDENCIAL DEL SÁBADO EN EL CONGRESO
Por Walter Krohne
A tres días del tercer mensaje
presidencial que deberá entregar Michelle Bachelet en el Congreso pleno el
sábado en Valparaíso, hay mucha
incertidumbre por el texto que leerá ante más de mil personas, entre diputados
, senadores e invitados especiales. Al parecer sería un texto relativamente
simple, aunque complicado en cuanto a contenido por la debilitada situación
política, económica y social que vive el país, al retraso del proyecto estrella
como es la reforma de la educación o
tras el fracaso en parte de la reforma laboral.
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En cuanto a educación, en el
mensaje del año pasado la Presidenta prometió
para este año el beneficio de gratuidad para 264.000 estudiantes más
vulnerables que asistan a Centros de Formación Técnica, Institutos
Profesionales acreditados y sin fines de lucro o a universidades del Consejo de
Rectores. Sin embargo, esta cifra habría llegado apenas a 125.000 y para el
2017 tampoco se cumpliría la meta del año pasado porque solo se lograría la
gratuidad para 250.000, de acuerdo a lo que ha dicho la ministra de educación
Adriana Delpiano esta semana. Este año, tras un fallo del Tribunal
Constitucional debió reducirse el número
a casi la mitad.
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Dentro de este rubro uno de
los puntos más demandados es que los fondos para esta gratuidad se obtengan por
una ley especial y no a través de una glosa presupuestaria como Ocurrió el año pasado.
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Es también muy importante que
el Gobierno se concentre mucho más en los contenidos de la educación media, que
en la adopción de medidas más políticas o populistas y que no sirven para el
desarrollo integral del país. Ya está más que claro que los fondos para esta
reforma global, definida como “el plato fuerte o principal” del gobierno de
Bachelet, no estaría cubriendo todos los gastos necesarios para lograr en Chile
una educación de calidad como se merecen los chilenos.
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Sin embargo, la ministra
Adriana Delpiano ha reconocido que el proyecto de reforma a la educación superior, tras
haberse trabajado durante dos años y medio aún no está listo, faltando acuerdo en La Moneda. Este proyecto consta de tres grandes capítulos: Uno sobre lineamientos generales y definiciones del sistema de educación superior.
Un segundo con la nueva institucionalidad donde se considera una
subsecretaría, una superintendencia y la agencia de calidad. En estos dos
puntos ya existe acuerdo, según fuentes del oficialismo.
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Pero el problema se da en la
tercera parte de la iniciativa, en el financiamiento de las instituciones.
Dadas las discrepancias hay grupos que pretenden dividir el proyecto y dejar
este aspecto para el próximo año. Sin embargo, sería la propia Presidenta
Michelle Bachelet quien estaría exigiendo tener en sus manos el articulado
completo para ser enviado al Congreso.
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La ministra detalló además
que la iniciativa incluiría un sólo tipo de Ues: “Los parámetros con lo que el
país va a medir a sus universidades es más bien de complejidad”. Esto
implicaría que todos los planteles deberían apuntar a ser de carácter complejo
y no se permitirían universidades sólo de docencia.
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Y en este punto vuelven a
hacerse públicas cuestiones que ya parecían superadas en el tema educacional
como el lucro, porque, por ejemplo, declaraciones recientes del senador Ignacio
Walker señalan como necesidad poder pensar nuevamente en una autorización estatal
para que puedan funcionar en Chile universidades que lucren.
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Así se podría alivianar la
carga del Estado porque familias pudientes podrían enviar a sus hijos a
universidades pagadas para que la gratuidad pueda abarcar un mayor número de jóvenes
vulnerables. Y en esta intervención, el senador de la Democracia Cristiana echó por
tierra la promesa incluida en el programa de gobierno de Bachelet, de
aspirar al logro de la gratuidad universal en Educación Superior en el año 2020.
Aclaró en un seminario en la Universidad de Concepción, como presidente de la
Comisión de Educación del Senado, que "el programa de gobierno habla
de gratuidad para el 70% de menores ingresos, bajo este gobierno, y se
compromete con llegar a un 100%, en 2020. Quiero ser claro sobre esta materia:
esto último es imposible de lograr, ni en 2020, ni en 2030 ni en 2040”, aseguró.
"La matemática es muy
simple: los recursos no alcanzan para la gratuidad universal”. Y detalló
además que “no es solo que no alcancen, sostengo que la
gratuidad universal es conceptualmente dudosa e imposible de financiar”.
Al respecto el diputado
Giorgio Jackson, de Revolución Democrática, aseguró que "con esta
declaración personal de Walker, él renuncia a la idea de la Nueva Mayoría en el gobierno,
ya que la educación como un derecho universal fue un eje principal que les
permitió llegar al poder”.
Y en este punto, Bachelet no
va a tener problemas sólo con sus colegas políticos y sectores sociales, que también giran en torno a esta idea, o con
los políticos más progresistas que ven en el lucro la imposibilidad de que en Chile
pueda surgir un estado igualitario y que termine con las discriminaciones
económicas.
Y deberá volver a
enfrentarse con los estudiantes agrupados en la Confech, donde hay molestia por
la forma en que se está aplicando la
gratuidad y anuncian un período de nuevas movilizaciones. El presidente de la
Federación de Estudiantes de la U. Central, Gabriel Iturra, indicó que
“duplicar el número de beneficiados no soluciona el conflicto porque
estamos pidiendo gratuidad para todos”. Según los dirigentes, en Chile sí
existirían los recursos para financiar la gratuidad universal como, por
ejemplo, mediante la nacionalización del cobre.
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Pero las promesas siguen
siendo más políticas que reales, lo que hizo reaccionar al rector
de la U. Católica del Maule, Diego Durán, quien dijo que era necesario manejar
este tema con una cuota de cautela: “No están dadas las condiciones para
generar falsas expectativas en las familias. Es cierto que hay que avanzar,
pero con un juicio de realidad”.
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“La incertidumbre por las
condiciones económicas del país más la discusión que se está dando con respecto
al lucro o no lucro de las universidades privadas hacen que cualquier promesa
pueda ser aventurada, porque después no van a tener cómo respaldarlas”.
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A esta crítica se sumó el
investigador José Joaquín Brunner, diciendo: “Son proyecciones a esta altura
muy poco confiables".
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