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jueves, 26 de mayo de 2016

ELECCIONES EN PERÚ
KEIKO: ¿AYER VLADIMIRO MONTESINOS Y AHORA JOAQUÍN RAMÍREZ?
Por Roberto Mejía Alarcón 
Hay quienes afirman que el Perú es hoy en día un Estado-Narco. Creo que eso no es verdad. Otros aseguran que está muy cerca de serlo. Tampoco están en lo cierto. Y hay aquellos que observan con preocupación que, tal como van las cosas, no sería extraño que ello suceda más temprano que tarde. Sin embargo, todos los que se dedican al estudio de tan grave problema, tienen razones serias para sustentar su posición y no han perdido el tiempo en hacerlas públicas por los más diferentes medios. 
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A diferencia de ellos, esto no ocurre con algunos personajes que actúan en el campo político. Pareciera que tienen otro tipo de preocupaciones. Esto es lo que sucede con Keiko Fujimori, envuelta en un escándalo mayúsculo que no tiene antecedentes en cuanto proceso electoral. La amistad personal y la relación partidaria con Joaquín Ramírez Gamarra, a quien se sindica como el más importante financista de su campaña proselitista, ha impactado en la opinión pública. No está claro todavía de dónde procede tanta riqueza, acumulada, además en pocos años. ¿Provendrá del blanqueo de capitales mal habidos? ¿Los millones acumulados serán producto del narcotráfico? ¿Joaquín estará ejerciendo las mismas funciones que le cupo a Vladimiro Montesinos, en su momento hombre de confianza del reo Alberto Fujimori?.
Son interrogantes que a estas alturas, a pocos días de las elecciones, no deberían existir. Lamentablemente ocurre lo contrario y da la impresión que la cuestionada candidata tiene un conocimiento sumamente precario al respecto, tanto que no advierte que el narcotráfico, a estas alturas, ha dejado de ser un asunto oficial o policial, porque se ha transformado en algo más grave, que atenta contra la integridad y soberanía de la nación, a partir de la transnacional del crimen organizado que, en forma real, ha penetrado las instituciones de toda índole, en su afán de corromperlas y lograr sus objetivos, amenazando, en consecuencia el proceso de democratización, de desarrollo y de integración nacional.
La persistencia en pasar por alto, además de lo que sucede con Ramírez Gamarra, la firma de documentos que la comprometen con elementos que hacen daño al país, tal el caso de los que se dedican a la minería ilegal y a la deforestación de los bosques amazónicos, pone en tela de juicio su capacidad para administrar los bienes del Estado.¿No sabe, acaso, que el problema del uso de estupefacientes ha llegado a proporciones alarmantes y el tráfico ilegal de sustancias narcóticas representa una de las actividades más criminales de nuestro tiempo, considerándose como un tipo de subversión más grave para un país como el nuestro que cualquier otra, puesto que vulneran las estructuras familiares de la sociedad y del Estado, poniendo en grave peligro a la sociedad peruana en su conjunto?.
¿Será posible que una candidata, nada menos que a la presidencia de la República, ignore que el poder económico, calculado en millones y millones de dólares, y un ejército de corrupción insertado en las fuerzas del orden y gobiernos regionales y locales, el narcotráfico es una de las principales amenazas que se ciernen contra la fragilidad de nuestra democracia, constatando el contubernio con bandas internacionales de traficantes que han establecido verdaderos estados paralelos en algunos países productores de cocaína y otras sustancias tóxicas y psicotrópicas, amenazando su estabilidad económica y política en forma permanente, buscando proyectarlo en la región?.
Es duro citar el tema. Pero se trata de rescatar lo sano que aun existe en nuestra patria, más allá de las ideologías y otras doctrinas. Causa indignación. Es nauseabundo y, por eso mismo, constituye un deber indeclinable decirle a Keiko Fujimori, que deje de lado la frivolidad de empoderar una “dinastía fujimorista” en el gobierno peruano. Hay demasiadas pruebas que la interrelación entre los traficantes de drogas y los grupos terroristas, que se han aliado en función de objetivos específicos, que finalmente es la de financiar sus operaciones y socavar la estructura social, moral y económica, lo cual ha traído por consecuencia otras formas de violencia y criminalidad, no puede ser alentada con actuaciones políticas que hacen daño tanto al presente y, con mayor razón, al futuro del Perú.



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