ELECCIONES EN PERÚ
KEIKO: ¿AYER VLADIMIRO
MONTESINOS Y AHORA JOAQUÍN RAMÍREZ?
Por Roberto Mejía Alarcón
Hay quienes afirman que el Perú es hoy en día un
Estado-Narco. Creo que eso no es verdad. Otros aseguran que está muy cerca de
serlo. Tampoco están en lo cierto. Y hay aquellos que observan con preocupación
que, tal como van las cosas, no sería extraño que ello suceda más temprano que
tarde. Sin embargo, todos los que se dedican al estudio de tan grave problema,
tienen razones serias para sustentar su posición y no han perdido el tiempo en
hacerlas públicas por los más diferentes medios.
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A diferencia de ellos, esto no ocurre con algunos personajes que actúan en el campo político. Pareciera que tienen otro tipo de preocupaciones. Esto es lo que sucede con Keiko Fujimori, envuelta en un escándalo mayúsculo que no tiene antecedentes en cuanto proceso electoral. La amistad personal y la relación partidaria con Joaquín Ramírez Gamarra, a quien se sindica como el más importante financista de su campaña proselitista, ha impactado en la opinión pública. No está claro todavía de dónde procede tanta riqueza, acumulada, además en pocos años. ¿Provendrá del blanqueo de capitales mal habidos? ¿Los millones acumulados serán producto del narcotráfico? ¿Joaquín estará ejerciendo las mismas funciones que le cupo a Vladimiro Montesinos, en su momento hombre de confianza del reo Alberto Fujimori?.
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A diferencia de ellos, esto no ocurre con algunos personajes que actúan en el campo político. Pareciera que tienen otro tipo de preocupaciones. Esto es lo que sucede con Keiko Fujimori, envuelta en un escándalo mayúsculo que no tiene antecedentes en cuanto proceso electoral. La amistad personal y la relación partidaria con Joaquín Ramírez Gamarra, a quien se sindica como el más importante financista de su campaña proselitista, ha impactado en la opinión pública. No está claro todavía de dónde procede tanta riqueza, acumulada, además en pocos años. ¿Provendrá del blanqueo de capitales mal habidos? ¿Los millones acumulados serán producto del narcotráfico? ¿Joaquín estará ejerciendo las mismas funciones que le cupo a Vladimiro Montesinos, en su momento hombre de confianza del reo Alberto Fujimori?.
Son interrogantes que a estas alturas, a pocos días
de las elecciones, no deberían existir. Lamentablemente ocurre lo contrario y
da la impresión que la cuestionada candidata tiene un conocimiento sumamente
precario al respecto, tanto que no advierte que el narcotráfico, a estas
alturas, ha dejado de ser un asunto oficial o policial, porque se ha
transformado en algo más grave, que atenta contra la integridad y soberanía de
la nación, a partir de la transnacional del crimen organizado que, en forma
real, ha penetrado las instituciones de toda índole, en su afán de corromperlas
y lograr sus objetivos, amenazando, en consecuencia el proceso de
democratización, de desarrollo y de integración nacional.
La persistencia en pasar por alto, además de lo que
sucede con Ramírez Gamarra, la firma de documentos que la comprometen con elementos
que hacen daño al país, tal el caso de los que se dedican a la minería ilegal y
a la deforestación de los bosques amazónicos, pone en tela de juicio su
capacidad para administrar los bienes del Estado.¿No sabe, acaso, que el
problema del uso de estupefacientes ha llegado a proporciones alarmantes y el
tráfico ilegal de sustancias narcóticas representa una de las actividades más
criminales de nuestro tiempo, considerándose como un tipo de subversión más
grave para un país como el nuestro que cualquier otra, puesto que vulneran las
estructuras familiares de la sociedad y del Estado, poniendo en grave peligro a
la sociedad peruana en su conjunto?.
¿Será posible que una candidata, nada menos que a
la presidencia de la República, ignore que el poder económico, calculado en
millones y millones de dólares, y un ejército de corrupción insertado en las
fuerzas del orden y gobiernos regionales y locales, el narcotráfico es una de
las principales amenazas que se ciernen contra la fragilidad de nuestra democracia,
constatando el contubernio con bandas internacionales de traficantes que han
establecido verdaderos estados paralelos en algunos países productores de
cocaína y otras sustancias tóxicas y psicotrópicas, amenazando su estabilidad
económica y política en forma permanente, buscando proyectarlo en la región?.
Es duro citar el tema. Pero se trata de rescatar lo
sano que aun existe en nuestra patria, más allá de las ideologías y otras
doctrinas. Causa indignación. Es nauseabundo y, por eso mismo, constituye un
deber indeclinable decirle a Keiko Fujimori, que deje de lado la frivolidad de
empoderar una “dinastía fujimorista” en el gobierno peruano. Hay demasiadas
pruebas que la interrelación entre los traficantes de drogas y los grupos
terroristas, que se han aliado en función de objetivos específicos, que
finalmente es la de financiar sus operaciones y socavar la estructura social,
moral y económica, lo cual ha traído por consecuencia otras formas de violencia
y criminalidad, no puede ser alentada con actuaciones políticas que hacen daño
tanto al presente y, con mayor razón, al futuro del Perú.
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