ELECCIONES EN PERÚ
EL PORQUÉ KEIKO FUJIMORI ES GENÉTICAMENTE MENTIROSA
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Por Roberto Mejía Alarcón
Fueron muchas las veces que Alberto Fujimori
Fujimori le mintió al país. Quizás la más censurable fue aquella oportunidad en
que fugó al exterior, utilizando el avión presidencial, para después presentar
su renuncia vía fax a la primera magistratura. Los delitos de lesa humanidad y
contra el patrimonio, constituyen puntos aparte de su amplio prontuario.
Tampoco han sido pocas las ocasiones en que Susana Higuchi ha hecho lo mismo.
Denunció públicamente haber sido torturada hasta la insanía por su cónyuge. Su
repudio al fujimorismo llegó a tal extremo que, inclusive, fue congresista del
“Frente Moralizador”, opositor radical de la entonces autocracia gubernamental.
Hoy, uno y otro, niegan todo. “Soy inocente”, “Yo no he dicho ni hecho eso”,
claman a una sola voz. Hoy en día están aparentemente distanciados, pero algo
los une: el afán desmedido y a como de lugar, que alguien de la familia retorne
a Palacio de Gobierno, con todo lo que ello significa.
La escogida es Keiko, la hija mayor de Alberto y
Susana. Más tarde será Kenji, pero eso está por verse. Keiko, que también se
llama Sofía, lleva por supuesto y por donde se le quiera ver, la misma sangre.
Es la reproducción genética de ambos. Desde muy pequeña aprendió a vivir como
ellos, con las mismas costumbres, con los mismos hábitos. No tiene porqué
extrañar, entonces, que igualmente posea una asombrosa facilidad para mentir.
Así lo viene demostrando en cuanta oportunidad se le presenta. Más aún ahora
cuando pugna por llegar a la presidencia de la república, para hacer realidad
el sueño dorado de sus mayores e instalar la dinastía familiar, cual destino
propio de los antiguos emperadores orientales.
Las pruebas están a la vista. Lleva entre sus
papeles los discursos aprendidos de memoria y que con frecuencia se repiten en
lo sustancial. Las promesas se multiplican. “Sacaré a las fuerzas armadas a las
calles para labores de patrullaje contra el crímen; la policía volverá al
sistema de 24 horas de trabajo por 24 horas de descanso, los días libres podrán
trabajar como “guachimanes” y ganarse alguito. Si mañana más tarde hay dinero,
se les aumentará; los delitos de mi padre no son tales, fueron solamente
infracciones; la minería ilegal con la consiguiente deforestación de los
bosques amazónicos, volverá a sus andadas. Las leyes que les prohibe eso, serán
derogadas; firmaré documentos de compromiso por la libertad de expresión y ya
les prohibió que hablen a su hermano Kenji y a la congresista Chacón; firma
convenios con quien sea, a sabiendas que eso no es correcto cuando se trata de
personas vinculadas al tráfico ilegal de drogas, etc, etc”, son algunas de sus
tantas mentiras, sin olvidar aquella que pretende endosar a PPK la autoría de
la futura eliminación de la compensación por tiempo de servicio y el uso
vacacional solo por quince días, cuando aquello fue propuesto por Chlimpler, el
hoy acompañante suyo a la vicepresidencia”, son algunas de las perlas que
acompañan a quien cada vez es más conocida como Keiko la mentirosa.
Pero hay más. Una de las que despierta la mayor
curiosidad de los electores, es la referida a: ¿Quién pagó sus estudios y los
de sus hermanos en las universidades de los Estados Unidos? Ella dijo,
inicialmente que su padre, luego, que lo hizo en un 90 por ciento, después que
fue fruto del préstamo de un amigo de la familia, posteriormente que se efectuó
con la venta de una propiedad inmobiliaria en Surco. Más tarde declaró que en
realidad todo vino con la ayuda de la tía Rosa, actualmente refugiada en Japón,
hasta que al final intervino Susana Higuchi, para sostener que en verdad todo
lo pagó su padre, el abuelo de Keiko. A estas alturas a quién creerle, sin
olvidar que en su momento Vladimiro Montesinos, el secuaz de su padre, declaró
ante los jueces que él se encargaba de dar el dinero a la propia Keiko, sin
citar la procedencia de tales cuantiosos fondos.
Por supuesto que Keiko y sus adláteres o
subordinados, afirman en todos los tonos que no es una mentirosa. Los hechos,
sin embargo, dicen lo contrario. ¿Se acuerdan de la suscripción del Pacto Ético
Electoral? Sobre todo en lo que corresponde al respeto recíproco entre
candidatos y candidatas, descartando cualquier tipo de violencia, agresión,
insultos y ataques personales, garantizando un clima transparente y pacífico en
torno al proceso electoral? O bien, de ese otro párrafo que señala: “Fomentar
entre candidatos, afiliados y simpatizantes el uso responsable y respetuoso de
las redes sociales en referencia al proceso electoral”. O igualmente aquel que
recomienda: “Generar los mecanismos necesarios para evitar recursos que
provengan del narcotráfico, minería ilegal, lavado de activos, tala ilegal,
crimen organizado, trata de personas, uso indebido de recursos públicos y otras
fuentes ilícitas, que financien las campañas electorales, asegurando que estos
fondos provengan de fuentes lícitas o no prohibidas, identificadas y asumiendo
responsabilidad política derivada de estos hechos”. Y finalmente, el texto que
reza: “Transparentar las finanzas en las campañas electorales, cautelando las
finanzas de los candidatos(as), presentando oportunamente los informes de
ingresos y gastos a la ONPE y la relación de aportantes, para que estén a libre
disposición de la consulta ciudadana y de los medios de comunicación”.
Que se sepa, Keiko Fujimori, heredera de Alberto y
Susana de hábitos y costumbres, no ha cumplido adecuadamente con estos
preceptos del Pacto Ético Electoral. Y eso es lo que la diferencia de PPK su
eventual contrincante. Y esas son las razones porque son muchos los que la
califican de mentirosa y con signos personales de autoritarismo y negación de
demócrata.
Lucho Diaz Alvayay compartió tu publicación.
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