¿ES UN TONGO?
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Como en todas las cosas de la vida, en política existen los
optimistas redomados, los incrédulos moderados y las pesimistas categóricos.
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Respecto a los temas actuales, como el proceso
constituyente, tengo amigos que plantean la absoluta incredulidad de que esto
avance a algo que no sea un puro simulacro.
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Es decir que, piensan, esto será pura retórica para enredar,
entretener y distraer a la gente, instalándose, finalmente, unos cambios
cosméticos pero que dejarán intacta la estructura constitucional actual en las
cosas fundamentales, es decir en aquellas atingente a las relaciones de poder.
En esta postura iconoclasta se encuentra mi amigo y sociólogo Felipe Portales
(que niega todo, menos la fe religiosa);también está entre los pesimistas
totales nuestro historiador Luis Rafael
Gumucio.
Pero he visto a los moderados, como Tomás Moulian, que cree
que la nueva Constitución traerá algunos avances pero modestos, nada para
quedar boquiabiertos. Y otros, como mi amigo Martín Poblete que cree que la
Constitución merece un remozamiento, pero que cambiarla es un esfuerzo
innecesario.
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La mayoría de nosotros, los simples mortales, que no hemos
sabido nada de dictar códigos a los pueblos ni de traducirlos humanamente, como
Moisés a los hebreos, no sabemos mucho acerca de constituciones, para qué sirven
y qué se decide en ellas, por tanto este proceso puede ser mirado por la
mayoría desde las graderías, como se ve un espectáculo.
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El intelectual venezolano, Cabrujas, cuando lo entrevistaron
para un prólogo de uno de los varios textos de la “Reforma del Estado”, a
finales de los 80, señalaba sarcásticamente que esto de las constituciones en
América Latina-y en Venezuela- era un ataque de impostación, de querer traer la
realidad de países realmente serios a una realidad tan poco seria y formal como
las nuestras. Que más que constituciones debíamos redactar un cartel como esos
que ponen los hoteles detrás de la puerta de ingreso a cada habitación: “Señor
pasajero, le rogamos hacer buen uso del mobiliario….etc., etc.”; porque la
verdad, decía el gran Cabrujas, es que en estos países no hay realmente
ciudadanía, sino tránsito; la gente viene de paso y por un tiempo, hace su
cosecha y se va., Es decir que somos sociedades en tránsito, de paso. Cabrujas
ironizaba sobre la sociedad de su tiempo, una Venezuela copada por los
inversionistas transnacionales que se instalaron a medrar de la bonanza
petrolera, acompañados por los depredadores nacionales que hacían sus fortunas
al amparo del poder y luego sacaban sus dinerillos a las cuentas abiertas en
los consabidos paraísos fiscales.
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Para algunos, las Constituciones forman parte de las
“superestructuras jurídicas” que se usan por los poderes materiales y políticos
para garantizar su dominio. Como dice Walter Benjamin: “La historia la escriben
los vencedores” y, en este caso, también escriben las constituciones, puesto
que son parte de esa misma historia.
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En esto que se ha dicho…y mucho más, todos tienen algo de
razón, por lo que podríamos pensar que todo esto que se da en Chile como
proceso constituyente no es más que un ingenioso simulacro, un caza bobos para
entusiasmar a la gente, para hacerles creer que tienen voluntad de cambios y
así volver a recuperar algo de credibilidad o legitimidad.
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Bueno, pero lo que no se puede afirmar es lo que vendrá, lo que saldrá de
todo esto, puesto que no ha acontecido todavía y si bien la historia, es decir
el pasado, enseña acerca de ciertas
posibilidades, no puede predecir el futuro de manera profética, por lo que
siempre queda una rendija por donde se puede filtrar lo inesperado, la
sorpresa.
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Recordemos la gran polémica que se dio cuando surge lo del
plebiscito para confirmar o rechazar el mandato de Pinochet. Muchos decían que
era mejor no participar; pero otros afirmaban que había que derrotar al
Pinochet en Todos los planos. Unos decían que concurrir a las urnas era
legitimar al dictador, pues haría fraude de todas formas.
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En fin, ni Pinochet ni la derecha pinochetista esperaban una
derrota; pero la derrota ocurrió. También fue derrotado Evo en su afán de
perpetuarse, y antes Chávez en su intento de tener poderes extraordinarios y
permanentes, y ahora la lucha de Maduro ante la oposición. En fin, la realidad
es levantisca y cuando se desatan proceso……,siempre la
vida nos da sorpresas.
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Ya sabemos que la Concertación nos acostumbró al
gatopardismo, al retroceso automático, al avanzar un paso y retroceder dos
(vean la ley de royalty, la reforma tributaria, etc, etc.), pero eso no es óbice para enfrentar cada
etapa con el realismo alegre de las alboradas (como dice Nietzsche), porque de
pronto salta la liebre y se le puede apuntar un disparo; puede que no la mate,
pero la deja a la mano de los galgos que
corren detrás.
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En verdad, puede que los pesimistas tengan razón, si miramos
lo acontecido; pero puede que no la tengan totalmente respecto del futuro…y esa
es la apuesta.
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