Debate sobre la Carta Magna
HAY FALTA DE CLARIDAD RESPECTO AL ORDENAMIENTO INSTITUCIONAL DE UNA NUEVA CONSTITUCIÓN
Por Martín Poblete
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En parte por el empuje a ratos desordenado del Gobierno, en parte por el
interés de los partidos políticos en la coalición gobernante, el país parece
abocado a enfrentar la eventual redacción y promulgación de una nueva
Constitución Política. Dos factores contribuyen a esta dinámica, la
Constitución de 1980 promulgada con el país sumido en un régimen
dictatorial, redactada por un grupo reducido de personas, nunca pudo sacudirse
el estigma de su carencia de legitimidad; en este mismo sentido, la
reforma de 2005 sustituyendo la firma de Augusto Pinochet por la de Ricardo
Lagos, en estos asuntos los símbolos son importantes, terminó siendo
considerada insuficiente.
El dilema es si ha de tenerse una constituyente convocada o elegida, en
cualesquiera de los casos será un asunto prolongado, particularmente en
consideración a la falta de claridad respecto al ordenamiento institucional a
formar parte de una nueva Constitución.
Chile tuvo una constituyente convocada en 1925, fue la culminación de un
período de intensa agitación política, dos golpes de estado, el alejamiento
temporal del país del Presidente Arturo Alessandri, su apoteósico retorno, y el
restablecimiento del gobierno por quien había sido elegido para presidirlo en
1920.
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La convocatoria de la Constituyente de 1925 fue trabajo
personal de Arturo Alessandri, quien tenía muy claro hacia dónde quería
llevar al país, al restablecimiento del presidencialismo portaliano y a la
separación de la Iglesia del Estado, contó con el apoyo clave de su ministro de
justicia José Maza Fernández. La convocatoria incluyó a
representantes de todas las fuerzas políticas activas en Chile en 1925,
tuvo además la presencia de dos oficiales en representación del Ejército, el
Capitán Oscar Fenner y el General Gregorio Navarrete, Inspector General del
Ejército. De las comisiones formadas, solo una funcionó como tal,
la llamada "chica", Arturo Alessandri asistió a todas sus
sesiones interviniendo activamente en cada una de ellas, siempre acompañado por
José Maza.
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La constituyente elegida no está en la experiencia institucional
chilena. De las recientes en Sudamérica, valga mencionar la del
Perú en 1978. Entonces, se había llegado al agotamiento del régimen
militar instaurado por el golpe de estado del General Juan Velasco Alvarado,
contra el gobierno legítimo, elegido, del Presidente Fernando Belaúnde Terry;
el General Francisco Morales Bermúdez y su ministro del interior General
Edgardo Mercado Jarrín, buscaron una salida elegante con la cobertura de
convocar a la elección de Asamblea Constituyente. Hubo dudas entre los
líderes políticos y en la ciudadanía misma, bien reflejadas en un artículo del
destacado político aprista Armando Villanueva del Campo: Voluntad de Fraude o
Voluntad de Pueblo? Al final de cuentas, impulsado por su veterano líder
Víctor Raúl Haya de la Torre, el APRA aceptó la convocatoria; al frente,
el mas importante partido de la derecha peruana, Acción Popular
y el ex-Presidente Fernando Belaúnde, rechazaron la convocatoria y se
abstuvieron de participar en la elección de los delegados a la
Asamblea Constituyente, dejando la operación en manos del APRA,
eligiéndose Presidente de la Asamblea Constituyente a Víctor Raúl Haya de la
Torre, quien tenía claro el objetivo a conseguir, darle al Perú una
Constitución democrática, hoy vigente.
Como en estas cosas nadie sabe para quien trabaja, en la elección
general inmediatamente posterior a la promulgación de la nueva
Constitución, el triunfo recayó en Acción Popular y Fernando Belaúnde.
En el caso de Chile bajo las condiciones actuales, de irse a una
Constituyente convocada, sería tarea del Congreso, específicamente del Senado,
lanzar la convocatoria; el país de hoy es muy distinto al de 1925, no
bastaría con juntar en una sala a los dirigentes de los partidos políticos
activos legalmente reconocidos, sería necesario escuchar a mucha gente y
muchas organizaciones intermedias de la sociedad, tarea de largo plazo.
La Constituyente elegida sería un hecho político nuevo para el país; mas
allá de algunos activistas y los infaltables individuos saliendo a su
último safari en busca del tiempo perdido, no se advierte mayor interés
en esta opción, lo cual no implica necesariamente descartarla, podría
generarse interés, tan solo por ahora no se advierte.
Cualesquiera sea la alternativa por considerar, por ahora solo se habla
y escribe sobre procedimientos, hay total ausencia de ideas.
Mientras tanto, en curioso paralelo con lo sucedido en el Perú hace 38 años, la
coalición de partidos de la derecha, Chile Vamos, anunció su abstención del
proceso constituyente, tal cual está siendo promovido desde y por el Gobierno
de la Presidenta Michelle Bachelet.
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