OPINIÓN
¿GRANDES REFORMAS O SÓLO "REFORMITAS"?
Por Walter Krohne
Un gobierno del pueblo y para el pueblo debería estar
dispuesto a defender a una clase media trabajadora todo el tiempo que fuera
necesario. El de Michelle Bachelet no parece ser un Gobierno con esta
orientación e intereses porque se está
viendo que la injusticia crece,
especialmente en materia de precios, en todos los niveles y sectores, lo que se ha
vuelto un problema que no tiene nombre.
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Veamos solamente algunos ejemplos: los precios
de los estacionamientos vehiculares, también en centros médicos o en
edificios donde funcionan empresas o servicios públicos, ya no tienen límites
ni consideración frente a la gente modesta que llega a esos lugares en sus
propios vehículos, al no poder contar
tampoco con medios de transporte público que verdaderamente funcionen.
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Un estacionamiento está llegando a costar $500 los quince
minutos, es decir por una hora se debe pagar ya $2.000 (es decir lo que puede durar una consulta médica). Estos precios han
subido quizá un mil por ciento en unos pocos años. Frente a esto los sueldos no
suben o lo hacen muy “prudentemente” por no decir otra cosa, y en la
contraparte los costos operacionales en
los estacionamientos se han mantenido estables o , en algunos casos han bajado,
porque sus propietarios han eliminado al personal y hoy todo se maneja con
sofisticadas máquinas computacionales-electrónicas.
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Otro ejemplo es el de las tarifas de los servicios de
microbuses interurbanos que suben y suben sin discriminación en vacaciones,
fines de semana largo y días festivos. Este fin de semana, por ejemplo, el
valor de los pasajes se triplicará, lo que nadie sabe cuál es la razón para que esto ocurra. Parece más bien una costumbre
que se arrastra por años. Es más o menos
como los peajes en las autopistas que suben de precio en las horas peak en vez de mantenerse o bajar al incrementarse el paso de vehículos y significar para los conductores mayores demoras.
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Chile es uno de los países más caros del mundo. Esto es
sabido y es uno de los inconvenientes que tiene para atraer a su territorio inversión
extranjera. ¿Quién puede estar dispuesto
a traer sus platitas a Chile si va a tener que pagar más cara la luz, el agua,
el gas, el alcantarillado, el teléfono y los demás servicios de comunicaciones,
las casas, la movilización, el combustible, las oficinas, y hasta el taxi,
que antes era casi regalado, y todo tipo de trámites, especialmente aquellos
que se hacen por medio de las notarías?
Además ofreciendo un mercado consumidor reducido (comparativamente) y ahora empobrecido y,
para más remate sin tener potentes y duraderas fuentes energéticas.
Ejemplos hay muchos más, pero nos basta con los mencionados
para explicar que gobiernos que han jurado defender los intereses del pueblo,
una vez que están en el poder se olvidan de las cosas que son esenciales para
la gente dentro de la perspectiva de vivir mucho mejor y por
ende también más felices.
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En Chile hay problemas para todo, lo que se debe principalmente a la
falta de controles y fiscalizaciones,
porque los especuladores y otros especímenes están en todo momento
trabajando para hacer más pesada la carga en la vida cotidiana de la gente,
especialmente la de la más modesta.
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Hoy, un trabajador requiere tener un automóvil, no para
divertirse los domingos o salir a pesear con su familia, porque esto ya no se
puede hacer debido a los enormes tacos que cada vez hacen que el tránsito sea
más lento y dificultoso o por el incremento de la delincuencia y los “patos
malos”. Hoy la vida es muy diferente, ha cambiado mucho en comparación a la que
teníamos hace algunas décadas cuando tener un vehículo no era una obligación
como está siendo ahora, sino que significaba bienestar, modernización y
progreso personal. Salir de la ciudad al campo era fácil y novedoso y daba
tiempo hasta para hacer un picnic, con productos comprados a precios razonables y no como ahora que a veces pagamos
por un kilo de tomates hasta 1.500 y 2.000 pesos, cuando en la ciudad de
Limache el precio llega a la cuarta parte o $12.000 por un kilo de buena carne.
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Para que hablar de la bencina que está por las nubes y el
gobierno ignora el problema sin hacer absolutamente nada. Dice que está creando un sistema que
permitirá bajar el precio, pero todos esperan que comience a funcionar muy
luego para todos los octanajes y no sólo para uno como ocurrió recientemente
con el “mepco” que fue un fracaso.
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El problema de Chile es que todo el sistema está complicado
por la aplicación en forma bien ortodoxa de la oferta y la demanda (el modelo neoliberal), lo que no permite el
control ni menos la fijación de algunos precios básicos que le permitan a alguna gente poder respirar profundo para salir adelante sin endeudamiento.
Y lo que ocurre es que ninguno de estos gobiernos, medios socialdemócratas o
izquierdistas moderados, llámese Nueva Mayoría o Concertación, están dispuestos
a dar una vuelta al timón para comenzar a aplicar una regulación de algunos
precios como regular otras situaciones
con medidas concretas y perfectamente válidas.
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En Chile no es fácil que el Estado reivindique un papel
fundamental como defensor de los intereses de la generalidad de una población a través del estatismo, el intervencionismo y
la seguridad social con el fin de lograr una justicia social y un Estado de
bienestar. No, eso no es posible en Chile, lo que significa que la “batuta”
siempre la llevará el poder de los capitalistas y la derecha política. Sin este
sector un Gobierno como el actual de Nueva Mayoría no podrá avanzar en la
dirección en que dijeron y prometiieron durante la campaña electoral. Sólo
tendremos algunas "reformitas" que en ningún caso cambiarán la historia.
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Vimos
esta semana las acciones gremiales anunciadas por los profesores que mantienen fuertes
discrepancias con quienes impulsan la reforma educacional o con la carcareada reforma laboral de la ministra del Trabajo,
frente a la cual se dio a entender hoy que será “otra reformita más” (consensuada) y no como se prometió que iba a ser un cambio radical en las relaciones entre los trabajadores y los empresarios, situación que seguramente le traerá al Gobierno fuertes problemas con la CUT en las próximas semanas.
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