Estamos ofreciendo una selección en dos discos compactos que
contiene un grupo seleccionado de gratas melodías de varios de los más grandes
compositores de todos los tiempos. Nos impulsa el entusiasta deseo de motivar a
los lectores para que tengan un dichoso
reencuentro con la música clásica.
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Entrégese con el alma abierta y confiada, pues en ella
hallará un mensaje de alegría, de serenidad y de plenitud espiritual.
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Se denominan “clásicas”, en su sentido más puro, las
creaciones que se distinguen por su profundidad de contenido y su esplendor
formal. Como puede apreciar, esos son los atributos que han hecho que las
producciones de los músicos célebres ocupen un lugar fundamental en la historia
cultural de la humanidad.
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En esta aproximación al universo de la gran música hemos
dado preferencia a un repertorio caracterizado por el predominio de bellas y
originales melodías, y, además, orquestado o en versión, al menos, de grupos
instrumentales, dejando para una opción futura la de conformar un programa
exclusivamente de solistas (pianista, violinistas, etc.).
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Se abre esta selección con el brillante, señorial y jubiloso
primer movimiento de Eine kleine Nachtmusik de Mozart (literalmente, “una
pequeña música nocturna”, es decir una serenata), obra da camera, o sea para un
pequeño grupo instrumental, que en
aquellos tiempos se concebía para ser
interpretada en salones privados ante un reducido público elegante y culto.
Pertenece a la etapa más madura del autor (KV, o sea Köchel Verzeichnis,
‘catálogo de Köchel’, Nº 525).
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¡Qué fácil, qué grato es escuchar la música de Mozart!
Grande entre los grandes, el travieso muchacho que ya a los 4 años de edad,
como jugando, improvisaba al piano pequeñas joyas nunca antes imaginadas en un
infante, fue el más mimado y el más amado de todos los compositores, durante su
corta vida y después, por siempre, por todos los seres humanos.
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Pero no nos es posible, en este breve comentario, analizar
en detalle todas las obras del álbum. Lo ideal sería hacer una descripción del
contexto histórico y biográfico de donde provienen, para permitir una
comprensión mucho más profunda del mensaje musical y del mundo en que se
originaron. Eso no impide que cada uno
de nosotros se adentre por su cuenta en ese universo, fuente inagotable de goce
estético y de reencuentro con el acervo cultural del que somos herederos.
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Las selecciones, en su gran mayoría, han sido extraídas de
producciones de mayor envergadura (conciertos, suites, óperas). Notables
excepciones son, por ejemplo, el “Romance Nº2” opus 50 de Beethoven y la pieza
denominada “introducción y rondó caprichoso” de Saint-Saëns, ambas magistrales
en su género, para violín y orquesta, constante cada una de un solo movimiento. Caso diferente es
el del tema denominado “La trucha”, en su origen cuarto movimiento de un quinteto
de Schubert, que debe su título al hecho de que el famoso autor vienés lo usó
para crear una de sus canciones más famosas, con letra del poeta “casi
homónimo”, Schubart.
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En el presente programa hallarás los más diversos estilos
musicales para que te solaces en la apreciación de numerosas formas
interpretativas, melódicas, armónicas, etc.. Ejemplo de una genial orquestación
se halla en “La mañana” de Grieg. El músico noruego logra una riqueza asombrosa
de delicados tonos y matices para ilustrar el tema como si fuera un hermoso
cuadro.
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En contraposición, la “Cabalgata de la Valquiria” de Wagner,
también descriptiva, es una pieza de inusitada fuerza, realmente arrolladora, en que todo es
grandioso, empezando por una orquesta compuesta por más de 100 músicos. Como es
costumbre en Wagner, el colorido armónico que el temperamental autor logra con
las cuerdas sigue siendo una de sus “marcas de fábrica”. Otra orquestación
magnífica en el género descriptivo es la del compositor checo Smetana en “El
(río) Moldava”, que forma parte de su suite “Mi patria”.
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Del gran Beethoven se incluye además el tercer movimiento de
su concierto de piano Nº 3. Obra maciza como toda su creación, contiene los
usuales rasgos de la simbiosis clasicismo-romanticismo que la caracterizan.
Este hombre huraño y solitario, que impregnó su producción musical de una
fuerza épica en su lucha por vencer al Destino, tuvo el mérito de llevar a una
altura desconocida hasta entonces su voz de rebelión y autodeterminación,
superando los marcos arquitectónicos, netamente clásicos, heredados de un Bach,
un Haendel, un Vivaldi, un Haydn, Tal
vez Mozart (a quien Beethoven y Schubert mucho admiraron) haya sido el nexo
para que ello ocurriera, porque el joven Wolfgang, con maestría
incomparable, comenzó creando piezas
cortesanas, formales y elegantes, necesarias para su subsistencia, al tiempo
que fraguaba creaciones mucho más personales, de peso creciente, como Die
Zauberflöte, “La flauta mágica”, y sus últimas sinfonías, hasta llegar al
monumental Réquiem que marcó su paso a la eternidad.
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