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miércoles, 3 de septiembre de 2014

VATICANO

LOS NUEVOS SECRETARIOS, DE ESTADO PIETRO PAROLIN, QUE ASUMIRÁ EN OCTUBRE,  Y EL AÚN NO DESIGNADO  MINISTRO DE RELACIONES CON LOS ESTADOS,  CAMBIARÁN EL ROSTRO Y LA POLÍTICA  EN EL VATICANO

 La reforma general de la curia está lejos todavía. Pero entre tanto Francisco hace saltar otra cabeza de la congregación para el clero el arzobispo corso Dominique Mambreti. Antes removió al cardenal Piacenza, y al cardenal Tarcisio Bertone.
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Nuevo Secretario de Estado, Pietro Parolin
A mitad de septiembre volverá a reunirse en el Vaticano el Consejo de Cardenales instituido por el Papa Francisco para ayudarlo en la reforma de la curia romana y en el gobierno de la Iglesia universal.

Se trata de la sexta reunión del organismo compuesto ahora por nueve cardenales, luego que a los ocho nombrados al inicio de su Pontificado, se ha agregado ahora, sin ningún acto público formal, el cardenal, Pietro Parolin, como nuevo secretario de Estado, informó el Diario Vaticano.

Tal como se esperaba, se conoció la designación más esperada de Francisco. El Vaticano confirmó que el Papa aceptó la renuncia del cuestionado cardenal Tarcisio Bertone y nombró en su lugar, como nuevo secretario de Estado, el cargo más importante después del Pontífice, al arzobispo italiano Pietro Parolin, de 58 años, actualmente nuncio en Venezuela, quien asumirá el próximo 15 de octubre.
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Antes de irse como embajador de la Santa Sede a la difícil Venezuela de Hugo Chávez, Parolin -nacido en Schiavon, cerca de Vicenza, en el noreste de Italia, en 1955-, trabajaba en la segunda sección de la Secretaría de Estado, que se ocupa de las relaciones con los Estados. Desde esa función, también se encargó del vínculo de la Santa Sede con la Argentina: de ahí la relación con el entonces ex cardenal primado de Buenos Aires, Jorge Bergoglio.
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No proveniente de la diplomacia vaticana, Bertone había sido elegido en 2006 como número dos de Benedicto XVI, papa emérito, en reemplazo del actual decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Angelo Sodano. Bertone había trabajado durante años como segundo de Joseph Ratzinger en la Congregación para la Doctrina de la Fe y Benedicto XVI lo eligió porque era uno de sus hombres de confianza.
Pero con el correr de los años esa designación terminó siendo fatal: sin ninguna experiencia diplomática, Bertone no fue capaz de impedir las diversas crisis que sacudieron el pontificado de Benedicto XVI. Y en las reuniones que precedieron al cónclave que eligió al primer Papa argentino, fue criticado por haber encabezado una gestión desastrosa, marcada por corrupción y nepotismo en el gobierno central de la Iglesia católica.
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En los últimos meses de especulaciones, entre los nombres de posibles sucesores de Bertone en el cargo más importante del Vaticano se barabajan el del actual jefe del Governatorato, el cardenal Giuseppe Bertello, o el del actual nuncio en París, Luigi Ventura, entre otros.
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Pero, una vez más, el ex arzobispo de Buenos Aires, quien ha designado diversas comisiones para reformar a la Curia y a las finanzas del Vaticano, sorprendió a todos. La designación de Parolin como su brazo derecho no sólo indica su preferencia por alguien "joven" -será el más joven número dos del Vaticano desde los tiempos de Eugenio Pacelli (futuro Pío XII), secretario de Estado a los 54 años- y de gran experiencia diplomática, sino, sobre todo, por una persona ajena a los juegos de poder internos en el Vaticano. Y en línea con el viento de renovación que está haciendo soplar Francisco.
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Es un secreto a voces, en efecto, que antes de ser designado nuncio en Venezuela, en 2009, monseñor Parolin, como "viceministro" de relaciones exteriores del Vaticano, había tenido choques con su superior, Tarcisio Bertone.Es una tradición no escrita del Vaticano que, cuando hay un papa "extranjero", es decir, no italiano, su segundo debe ser italiano.

Se esperaba de un momento a otro la salida o "jubilación" de Bertone, que en diciembre cumplirá 79 años y que, como es praxis, había presentado su renuncia al cargo después de cumplir 75. Bertone -a quien el Papa prefirió mantener unos meses en su rol para evitarle una salida traumática, llevándolo incluso a su primer viaje internacional a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud-, mantendrá el cargo de camerlengo, quien se ocupa de las cuestiones administrativas cuando hay "sede vacante" (cuando ya no hay Pontífice, debido a su muerte o renuncia).

Pero se espera que Bertone deje en breve también su otro cargo, como presidente del Consejo de vigilancia de cardenales sobre el Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano bajo sospecha de reciclaje de dinero que, también, Francisco está intentando limpiar y volver una entidad transparente.
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La designación del nuevo secretario de Estado era muy esperada desde la elección de Francisco porque es considerada crucial para entender el rumbo de su pontificado. En julio pasado, el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, en una entrevista, había lamentado que el Papa aún no hubiera elegido a su segundo. "Espero que después de la pausa de verano se haga concreta alguna señal con respecto al cambio de gestión", dijo, sorprendiendo porque, en verdad, señales de cambio ya hubo muchas.

La transferencia del actual secretario tendrá lugar luego que Jorge Mario Bergoglio ya ha removido como autoridad al prefecto nombrado por el papa Joseph Ratzinger (el purpurado Mauro Piacenza – originario de la Génova del cardenal Giuseppe Siri – quien fue reemplazado por el diplomático veneciano Beniamino Stella) y ha nombrado un secretario adjunto para los seminarios (el mejicano con sangre china en las venas, Jorge Carlos Patrón Wong). Sin contar con que también entre los funcionarios del dicasterio, en el transcurso de un año, ha habido un compacto recambio, que no parece tener precedentes análogos.

Pero hay también otro peón importante del organigrama curial que el papa Francisco se apresta a sustituir. Se trata del secretario para las Relaciones con los Estados, de la Secretaría de Estado, cargo cubierto actualmente por el arzobispo corso Dominique Mamberti.

 En este sentido será interesante verificar si en este caso el pontífice obedecerá a la praxis no escrita que ve al “ministro vaticano de las Relaciones con los Estados” terminar su servicio condecorado con la púrpura cardenalicia (ha sucedido, visto en perspectiva, con Giovanni Lajolo, Jean-Louis Tauran, Angelo Sodano, Achille Silvestrini, Agostino Casaroli, Antonio Samorè, etc.). O si por el contrario no lo hará, así como no ha concedido la púrpura, vinculada en la práctica al cargo de Archivista y Bibliotecario de la Santa Iglesia Romana, al dominico francés Jean-Louis Bruguès (quien en el pasado tuvo fricciones con Víctor Manuel Fernández, el rector de la Universidad Católica de Buenos Aires y pupilo de Bergoglio, quien apenas se convirtió en Papa lo ha promovido a arzobispo sin ritual alguno).

Parece descontado que el sucesor de Mamberti provendrá del servicio diplomático y será con toda probabilidad un nuncio apreciado por el secretario de Estado, Pietro Parolin.

En el pasado, todos los titulares de este cargo – con las únicas excepciones de Mamberti, Tauran y del polaco Wlodzimierz Czacki, a fines del siglo XIX – provinieron de Italia. Pero visto que actualmente tanto el secretario de Estado como el sustituto (el arzobispo sardo Giovanni Angelo Becciu) son italianos, parece improbable que lo será también la tercera figura apical de la Secretaría de Estado. Es improbable pero no imposible.


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