22-5-2014 -KRADIARIO-Nº898
BACHELET: PRIMERA CUENTA AL PAÍS
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Soplan nuevos vientos. Es innegable que el
nuevo mensaje presidencial representa un giro respecto a todos los anteriores.
Este giro está expuesto en una propuesta de derechos, de Estado y de sociedad.
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Es verdad que cada mandatario se las arregla
para exponer “un mundo feliz” en cada mensaje presidencial del 21 de mayo.
Lagos fue muy histriónico y muy mediático, con “señora Juanita” y todo,
personaje simbólico que representó el aterrizaje populista del ex mandatario,
claro que como metáfora más que realidad.
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Bachelet se encargó de afianzar su programa de
cambios sin retractaciones, con bastante personalidad y espíritu afirmativo.
Incluso dio ciertas sorpresas, como la revisión del código de aguas, siendo
este anuncio la medida más aplaudida por los presentes, lo que deja expuesta una demanda nacional muy
sentida, sobre un abuso tremendamente inmoral, incrustado en una ley aberrante,
pero que ha perdurado por demasiado tiempo.
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La Presidenta se encargó de enfatizar un
principio fundamental que anima a su nuevo gobierno: el de “desarrollo
integrador”. No hay posibilidad de desarrollo si no cerramos las brechas de
desigualdad social; tampoco lo habrá si no terminamos con el centralismo y con
el abandono de las regiones; tampoco lo habrá si no integramos a la democracia
a la sociedad discriminada. Es decir, Bachelet impone un nuevo paradigma: el
del desarrollo político, hermanado al desarrollo social y con equidad
económica. Esto nunca lo hablo en serio ningún gobierno anterior. Sólo se
dieron slogans de campaña (“Crecimiento con equidad”), pero ninguna concreción
programática. Hoy esa programación está presente y bastante detallada, lo que
habla de un cambio, un giro imprescindible en la política nacional.
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Sobre la reforma tributaria, la Presidenta se
dedicó a enfatizar su necesidad
histórica y la exigencia moral de que quienes más ganan, paguen más;
pero además desmintió los temores sembrados por el empresariado y la derecha
(también algunos ex ministros de hacienda) de que esta reforma afectará a las
Pymes y a la clase media. En un giro retórico,
se puso ella como garante de que las medidas económicas no afectarán a
estos sectores. Fuera de estos alcances la mandataria pasó olímpicamente a
otros temas, con lo cual desdramatizó el punto.
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También la Presidenta abordó tangencialmente el tema de las AFP,
anunciando la creación de una AFP estatal, con la única finalidad de bajar los
costos cobrados por las administradoras de fondos de pensión. Lo que es en
verdad poco pedir, pues la AFP del Estado debería conducir el ahorro hacia
inversiones de interés estratégico nacional, definiendo una rentabilidad mínima
asegurada para los cotizantes más una participación en las utilidades. Esto
definiría un destino diferente y una vocación alternativa de los fondos de
ahorro de todos los chilenos, con resultados muy superiores a los que muestran
las AFP privadas.
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Respecto a las Isapres, se contentó con
anunciar nuevas exigencias de inclusión de planes y un control más estricto
acerca de los cumplimientos y coberturas. Pero también se anuncia la ley
Ricarte Soto sobre la creación de un fondo nacional de medicamentos de alto
costo, cosa que se demandó desde las calles el pasado año.
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Es verdad que se encuentran vacíos y ausencias
enormes, como por ejemplo una política minera más activa en relación a
recuperar excedente desde las explotaciones transnacionalizadas; claro que se
compensa en algo con el anuncio de una comisión para estudiar un destino productivo para el Litio, con sello y
provecho nacional, como también un mayor aporte de capital para la expansión de
la actividad desde Codelco.
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También se da una propuesta poco elaborada en
el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Hay un tímido alcance acerca de la
educación técnico profesional y de la instalación de unos pocos centros de
desarrollo en regiones, pero Chile está
en capacidad-y necesidad- de elaborar una propuesta integral de desarrollo
innovativo, cuando la brecha de competitividad país se amplía peligrosamente. Tenemos
los recursos y el capital humano: sólo falta la decisión.
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La educación, como se esperaba, fue tema
central. Claro que nada se dijo más allá de lo que se ha discutido. Habrá una
transición acelerada desde lo mercantil a lo público. No se detalla mucho en
cómo se alcanzará un nivel más elevado de calidad, pero es cierto que en eso no
hay tanto misterio; por ejemplo bastaría pagar horas extras a los profesores
para incorporarlos a cursos de
perfeccionamiento, con lo cual, en tres años, usted tiene una nueva camada de
docentes altamente especializados y con ingresos superiores, pues el Estado
reconoce su esfuerzo pagando su preparación y reconociendo una carrera docente
sustentada, no en los años, sino en la calificación.
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En energía, se reitera el respeto a una
normativa ambiental que se ha venido instalando vía “judicialización” de las
inversiones para el sector. En lo demás, se reafirma la intención de alcanzar
el 20% de producción sobre energías no convencionales, pero además reconoce un
rol del Estado en las inversiones estratégicas de esta área, con la finalidad
de crear más competencia y bajar los precios, exagerados, que se imponen en el
mercado energético nacional.
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En salud: se plantea una mayor inversión y rol
de los fondos públicos para bienes y servicios públicos en el área, lo que
viene a revertir la transferencia de fondos públicos hacia servicios privados
que venía aconteciendo de manera acelerada y con altos costos para el erario
nacional. Los hospitales se dotarán de especialistas y serán construidos con
fondos públicos y no por licitación a privados; también se incrementará la
dotación periférica con capacidad de resolución de complejidad intermedia.
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También se percibió un reconocimiento al nuevo
rol que deben jugar, en materia de inclusión, los pueblos originarios, que
pasarán a ser considerados en todas las políticas que afecten a sus etnias o
territorios.
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Todo esto comienza a plantear una especie de
“NUEVO TRATO”, en Chile; un trato que surge a la luz del “darse cuenta” que
avanzábamos hacia un cisma social, hacia una violencia incrustada, hacia un
“enguerrillamiento” que terminaría por abortar cualquier intento de ser un país
cohesionado, pacífico y desarrollado en todas sus dimensiones.
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Gracias, deben ser dadas nuevamente a los
estudiantes, por gatillar este despertar desde la inconsciencia a una nueva
verdad, más futurista y más luminosa. Porque en verdad se lo debemos a los
muchachos del 2011, pues fueron sus marchas y sus alegatos los que despertaron
en la dormida “Concertación” a las conciencias más nobles y progresistas, las
que, en esta nueva versión, que es la“Nueva Mayoría”, comienzan a plasmar los
ideales postergados de la democracia recuperada en 1989.
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Buena suerte a la Presidenta y que el tránsito
le sea leve.
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