Cronicas del Golpe Militar
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HACE 43 AÑOS FUE ELEGIDO SALVADOR ALLENDE PRESIDENTE DE CHILE
Por Walter Krohne
Salvador Allende
Gossens fue elegido Presidente de Chile en un día como hoy hace 43 años. Con una votación de 36,6% contra 34,9 del
derechista Jorge Alessandri Rodríguez y
27,8 del democristiano Radomiro Tomic, llegó
a La Moneda para impulsar la “vía pacífica al socialismo” inspirada en una profunda
injusticia social que, igual que ahora, dominaba a Chile. Era una forma nueva y
revolucionaria para avanzar hacia un Chile donde todos tuvieran el derecho de
expresarse y luchar por sus intereses y el bienestar.
Sin embargo, este experimento socialista terminó en una
guerra abierta cuando tres años más tarde, el 11 de septiembre de 1973, Allende
fue derrocado por militares al servicio de la derecha económica y apoyado por el
gobierno de Estados Unidos, donde dominaba la preocupación por el avance del socialismo en América Latina, lo que hizo
intervenir al Presidente Richard Nixon y a su secretario de Estado Henry
Kissinger. La manipulación de la CIA en
Chile fue clara y muy potente, así como
también la de otros servicios secretos del imperio del norte.
Allende, nacido en el puerto de Valparaíso en 1908, luchó
más de 20 años por conquistar el poder, lo que logró tras cuatro intentos. Sin
embargo solo pudo mantenerlo por escasos mil días.
Así como otros revolucionarios optaron por las armas para
llegar al poder, Allende prefirió las urnas para ser Presidente de Chile, pero
muy pronto se vio enfrentado a una caótica descordinación en sus propias filas y a una oposición que combatió el socialismo
sin cuartel y con todos los medios posibles.
El resultado de este experimento socialista a la chilena
terminó con la vida de Allende y comenzó una masacre que costó unas 3.500 vidas
humanas en el marco de una sangrienta dictadura militar que se mantuvo en el poder durante
17 años, como también un millón de chilenos tuvo que buscar refugio en
distintos lugares del mundo.
Sus ideas de justicia y de un gobierno del pueblo y para el
pueblo convirtieron al presidente Allende en un símbolo de “ética, libertad y
servicio social” como lo definió casi treinta años después el hoy ex presidente
socialista Ricardo Lagos Escobar.
Allende se convirtió con el tiempo en un símbolo que ha ganado cada vez
más adeptos, especialmente entre jóvenes que miran con mucho escepticismo este
mundo superpoblado y regulado por las normas de la economía de libre mercado.
Sin embargo, la pregunta que se ha planteado una y otra vez
es ¿hasta qué punto el símbolo de Allende ha servido para crear una nueva
izquierda en Chile?
Muchos políticos del gobierno de la Unidad Popular salieron
al exilio, otros siguieron luchando en el país, algunos murieron por las
torturas en celdas de las policías política la Dina y la CNI, además de otros
sistemas de inteligencia que operaban en cada una de las tres ramas de las Fuerzas Armadas y
Carabineros, y más de mil dirigentes desaparecieron.
Los que retornaron a Chile o los que se reintegraron a la
política activa en los últimos años de la dictadura y tras el retorno a la democracia
en 1990 tuvieron que hacerlo bajo condiciones distintas y en un país diferente,
donde el consumismo extremo había anulado el escenario del pensamiento y de las
ideologías y una Constitución formulada y aprobada por el dictador en 1980,
definió la rígida conducta política, en todos los campos, que debieron seguir y
respetar los chilenos.
Todo desapareció de raíz. La Concertación que asumió el
poder y gobernó por 20 años no hizo tampoco intentos de cambio, ni siquiera en
la formulación de una nueva política económica que apartara a Chile de un
capitalismo salvaje. En esta forma, Allende quedó solo como un símbolo porque
sus antiguos “compañeros” prefirieron continuar con el legado de Augusto
Pinochet y evitar asi los cambios que podían agitar más de la cuenta las aguas de
la política.
El resultado de este segundo desastre, que para algunos no
parece ser tan malo, es la gran desigualdad económica provocada por la deficiente
distribución de la riqueza y los notorios desniveles sociales.
La Concertación encabezó una serie de Gobiernos desde el fin
de la dictadura en 1990 con la fórmula de combinar una política de continuidad en lo
económico y la conservación del esquema político que permite elegir un parlamento empatado
por el sistema electoral binominal impidiendo cambiar la Constitución de
Pinochet por ser esta un manto de seguridad inventada por la dictadura bajo el
argumento de una necesaria estabilidad para el país.
Todos los compañeros de antaño, hasta las mismas caras, han estado veinte años en el
poder, pero completamente alejados de la doctrina allendista.
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