CANDIDATURAS CON Y SIN PROYECCIONES
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Hay candidaturas presidenciales de personalidades , otras de
proyectos y otras con proyecciones. La diferencia está en que las primeras se
sostienen en una personalidad que tiene o ha adquirido cierto reconocimiento
público. Creo que en este primer grupo caen Marco Enríquez-Ominami (ME-O) y Franco Parisi.
En los segundos, que se caracterizan por afincarse en un partido, movimiento o grupo, que tienen una postura ideológica restringida o temporal, pero su ubicación y pertinencia no tiene mayor proyección, ya que su discurso es de reducto estrecho o de tendencias menguantes en la opinión y la realidad. Creo que en esta categoría caen: Michelle Bachelet, Evelyn Matthei (partidos declinantes) Alfredo Sfeir (ecologistas), Ricardo Israel, Tomás Jocelyn Holt (Grupos partidarios periféricos).
En los segundos, que se caracterizan por afincarse en un partido, movimiento o grupo, que tienen una postura ideológica restringida o temporal, pero su ubicación y pertinencia no tiene mayor proyección, ya que su discurso es de reducto estrecho o de tendencias menguantes en la opinión y la realidad. Creo que en esta categoría caen: Michelle Bachelet, Evelyn Matthei (partidos declinantes) Alfredo Sfeir (ecologistas), Ricardo Israel, Tomás Jocelyn Holt (Grupos partidarios periféricos).
Una candidatura de proyección es aquella que
se instala entre un momento histórico
que se agota y otro que
despierta; entre una generación social que envejece y otra que asoma. Es
decir, se pone en la encrucijada. Por tanto, el diagnóstico abarca lo que el
tiempo pretérito deja pendiente como deuda y como desfase; la propuesta define
las vías de superación, los caminos de salida para enrostrar una nueva etapa.
El diagnóstico de quien se pone en la
encrucijada debe ser global, definiendo una propuesta integral. Pero no sólo
está la propuesta en el papel, deben estar los agentes históricos, los actores
relevantes que se encargarán de llevar adelante esa propuesta en el tiempo por
venir.
La propuesta debe ser realista y futurista. Es
decir, debe atenerse a las fuerzas y posibilidades reales existentes al momento
de hacer su propuesta, pero debe tener la capacidad y voluntad de elaborar
viabilidad para las etapas más adelantadas de sus programas.
ME-O y Parisi tienen propuestas de reformas,
pero no de transformaciones. Uno la instala dentro de las vertientes de derecha
y el otro desde el lado de un progresismo morigerado. Esa característica de
corto plazo y de elementos no
sustantivos de la estructura es lo que hace a esas propuestas intrascendentes o
sin proyección, pues su timidez los deja agotados al poco andar y ser
sobrepasados.
En un modelo, como el instalado en Chile, tan
profundamente enraizado, una semilla
superficial sembrada en medio de su espesor, es rápidamente envuelta y absorbida por el tupido enjambre de
intereses centrípetos, y luego se le agotan las fuerzas, los recursos y las
estrategias, antes de haber logrado remover las raíces de un sistema
tremendamente invasivo.
El modelo debe ser vencido ideológicamente, y
no sólo argumentativamente; luego debe ser abordado sobre una estrategia
multifacética y de continuidad estructural (viabilidad de largo plazo) y coyuntural
(legitimación cotidiana), todo lo cual exige una voluntad y razón argumental de
largo plazo, además de una energía humana que supera lo presente y remonta hacia lo transgeneracional.
Marcel Claude y el movimiento estudiantil, contienen estos dos elementos fundamentales:
un proyecto de largo plazo e integral y las energías humanas para un relevo
necesario del liderazgo. El que Marcel no gane en esta oportunidad, no agota su
proyección. Todos sabemos que los estudiantes del 2011 constituyen una esperanza
de relevo político, de la llamada “circulación de las elites” (Pareto), porque
lo que hemos tenido los últimos 30 años ha sido una “circularidad” y no una
“circulación” de las elites. Estas elites circulares ya agotaron sus recursos;
de hecho, los partidos del sistema prácticamente carecen de juventud y eso
habla de su inviabilidad futura.
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El arrastre electoral de Bachelet, corresponde todavía a un padrón envejecido y conservador, pero es dable pensar –por las ambigüedades propositivas y las retractaciones de la candidata respecto al entusiasmo inicial- que la suya será la última presidencia de la Concertación. Podemos hablar aún de la Concertación, dado que la incorporación del PC no ha impuesto una variante de fondo a las políticas practicadas por la antigua coalición durante sus 20 años en el poder.
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Sería una aberración que el movimiento juvenil crecido en torno a los estudiantes del 2011 y de la candidatura de Marcel no dieran inicio a un proyecto de relevancia histórica. Tiene todo para hacerlo: una propuesta coherente y profunda y una nueva generación preparada y con bríos.
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Luego de estas elecciones debe lanzarse un movimiento, no en torno de una personalidad, sino de las ideas centrales de una propuesta global, pero también soportada en una nueva generación humana. La debilidad de MEO estuvo, justamente en que no logró superar a MEO mismo, es decir a su persona. Por eso los convocados son por su persona y para servir a esa persona, y eso es levantar castillos de arena, que no resisten el tiempo, como de hecho lo vienen demostrando las encuestas, que lo reflejan no sólo sin crecer, sino descendiendo a la mitad del caudal de votación obtenido el 2009.
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El de Marcel es un caudal nuevo, de gente joven y de personas que tienen una postura frontal ante el sistema; gente toda que sabe que a esta realidad no se le derrota con paños tibios ni reformando con maquillajes de esteta. Hay que atacar el centro de la injusticia y al corazón del poder: es decir la estructura jurídico- institucional y las bases de la acumulación económica; se debe transferir el núcleo de las decisiones al pueblo soberano, rescatándolo de las oligarquías y de las cúpulas políticas y de facto.
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Esto no se hace sin un espíritu superior, sin un empoderamiento generacional, sin una claridad preclara y sin una voluntad insobornable.
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Lo de ahora, los que ganen medrosamente e intenten gesticulaciones de aprendiz de brujo, conforman la precipitación en la fase decadente de un fin de tiempo. Para esta situación el maestro Jesús dio con una frase brillante. “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”.
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El arrastre electoral de Bachelet, corresponde todavía a un padrón envejecido y conservador, pero es dable pensar –por las ambigüedades propositivas y las retractaciones de la candidata respecto al entusiasmo inicial- que la suya será la última presidencia de la Concertación. Podemos hablar aún de la Concertación, dado que la incorporación del PC no ha impuesto una variante de fondo a las políticas practicadas por la antigua coalición durante sus 20 años en el poder.
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Sería una aberración que el movimiento juvenil crecido en torno a los estudiantes del 2011 y de la candidatura de Marcel no dieran inicio a un proyecto de relevancia histórica. Tiene todo para hacerlo: una propuesta coherente y profunda y una nueva generación preparada y con bríos.
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Luego de estas elecciones debe lanzarse un movimiento, no en torno de una personalidad, sino de las ideas centrales de una propuesta global, pero también soportada en una nueva generación humana. La debilidad de MEO estuvo, justamente en que no logró superar a MEO mismo, es decir a su persona. Por eso los convocados son por su persona y para servir a esa persona, y eso es levantar castillos de arena, que no resisten el tiempo, como de hecho lo vienen demostrando las encuestas, que lo reflejan no sólo sin crecer, sino descendiendo a la mitad del caudal de votación obtenido el 2009.
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El de Marcel es un caudal nuevo, de gente joven y de personas que tienen una postura frontal ante el sistema; gente toda que sabe que a esta realidad no se le derrota con paños tibios ni reformando con maquillajes de esteta. Hay que atacar el centro de la injusticia y al corazón del poder: es decir la estructura jurídico- institucional y las bases de la acumulación económica; se debe transferir el núcleo de las decisiones al pueblo soberano, rescatándolo de las oligarquías y de las cúpulas políticas y de facto.
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Esto no se hace sin un espíritu superior, sin un empoderamiento generacional, sin una claridad preclara y sin una voluntad insobornable.
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Lo de ahora, los que ganen medrosamente e intenten gesticulaciones de aprendiz de brujo, conforman la precipitación en la fase decadente de un fin de tiempo. Para esta situación el maestro Jesús dio con una frase brillante. “Dejad que los muertos entierren a sus muertos”.
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