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EL DISCIPLINAMIENTO POR LAS CAÑONERAS
Por Hugo Latorre Fuenzalida
Las potencias acostumbran a zanjar sus pleitos con los
países díscolos de manera brutal y bárbara, es decir mediante el uso de su
poder armado, ciertamente muy superior al de sus víctimas. Las invasiones fueron la tónica hasta no hace mucho tiempo,
México y Centro América lo pueden acreditar; los cañoneos de puertos y flotas
también fueron bastante común cuando no se resolvían los pagos demandados por
las potencias al tiempo y por los montos que ellos fijasen. La guerra total también es otro recurso, usado con
Afganistán e Irak, en los Balcanes, en la zona euroasiática, Medio Oriente y en
tantas partes del planeta que ya casi no quedan regiones libres de esta plaga
violenta y destructora.
Ahora, EE.UU. Inglaterra y Francia estaban afectados del
prurito de una nueva intervención en Siria.
Naciones Unidas plantea una postura de resolución dialogada, cosa que
parece impensable para naciones acostumbradas a usar el gatillo de manera
alegre y catastrófica. Pero por lo menos a Cameron, en el Reino Unido el
Parlamento le mojó la pólvora y en Francia Hollande también hubo de moderar sus
impulsos dada la falta de piso político para una aventura de Francia en una nueva guerra.
Cabe preguntarse, luego de las experiencias de Irak y
Afganistán, si las potencias no han aprendido que esa vía violenta resulta
reiteradamente en instalar más violencia
y a más largo plazo.
Esta vez pareciera que se trata de una estrategia de acción
ambivalente, pues lo que al parecer se busca es
paralizar a un régimen que se defiende con métodos brutales, tal como
aconteció en Libia. Pero por otro lado no se tiene mucha confianza en los
opositores al régimen sirio, pues ahí anda rondando mucha gente que es
enemiga jurada de todo lo que huela a
Occidente.
En consecuencia, se trata de no hacer caer al régimen, pero sí de transformarlo en uno más funcional a los intereses de Occidente. Es la típica política de ablandamiento, en la que se supone que la letra con sangre entra. Algo así le sucedió a Gaddafi con las incursiones cañoneras de EE UU. El hombre bajó sus decibeles hasta que le llegó su hora en tiempos de la llamada “Primavera Arabe”.
En consecuencia, se trata de no hacer caer al régimen, pero sí de transformarlo en uno más funcional a los intereses de Occidente. Es la típica política de ablandamiento, en la que se supone que la letra con sangre entra. Algo así le sucedió a Gaddafi con las incursiones cañoneras de EE UU. El hombre bajó sus decibeles hasta que le llegó su hora en tiempos de la llamada “Primavera Arabe”.
Temen que si Bachar al Assad cae, suceda lo mismo que con los” Hermanos
Musulmanes” de Egipto, es decir que se pongan a reformar la institucionalidad y
que bajo la égida democrática se enrumben hacia un islamismo
filo-fundamentalista.
Pero el problema radica en que si se lanza la primera agresión armada, es muy
difícil saber cuándo y dónde terminará.
Por otra parte, se puede decir que hay una intención
segunda, cual es la de quitarle a Irán un aliado importante, lo cual ayuda a la
hegemonía Occidental y se refuerza el poderío de Israel.
Lo que intenta hacer Obama,
junto a Israel, es una cirugía bastante fina, puesto que ablandar al régimen
Sirio, sin hacerlo caer, es como tratar de quitarle los insectos parásitos a un
elefante con municiones de grueso calibre. No sé si la puntería será tan
precisa como para lograr su objetivo, pero Obama parece dispuesto a jugárselas,
incluso sin su aliado de siempre: Inglaterra.
Una convivencia pacífica de los occidentales con esa región
del Medio Oriente parece un sueño imposible.
La tesis de un conflicto o choque
de civilizaciones, planteada por Huntington, parece ser más profética de lo que
se supuso. En esa área, difícilmente se
arreglarán las cosas al modo Occidental, pues debe ir a la par un cambio
cultural, generacional e institucional. No es claro que una agresión acelere
esos cambios o los retarda, pero Occidente está habituado a emplear las cañoneras
antes de conversar, debe ser por el dicho que con un par de balas en el cuerpo,
la victima puede atender, luego, de razones.
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