Por Ernesto Carmona*
La cuestionada televisión abierta de Chile será más monopólica aún, tampoco mejorará la deplorable mala calidad de sus contenidos e incluso habrá que pagarla con la implantación de la televisión digital terrestre, según la ley aprobada el miércoles 6 por la Cámara de Diputados con 107 votos a favor y 1 en contra. La iniciativa, que se tramita desde noviembre de 2008, pasará ahora al Senado.
La legislación sobre la nueva tecnología digital abrió la posibilidad de un debate abierto sobre la democratización de la televisión abierta, que surgió en Chile a comienzos de los años 60 como actividad exclusiva de las universidades tradicionales (Católica y De Chile), pero la nueva ley consolida el control de los actuales dueños privados del negocio de la TV. A juicio de los especialistas Chiara Sáez y Jaime Mondría, vinculados al Observatorio Fucatel, “esta ley podría mejorar el escenario señalado, pero en vez de eso, lo empeora (…) El proyecto de TV digital se ha vuelto cada vez más beneficioso para los actuales grandes canales de televisión, los mismos que los telespectadores evalúan negativamente”.
Los grandes operadores actuales de la TV tampoco necesitarán concursar para obtener una concesión digital, según los artículos II y III transitorio de la ley aprobada por Diputados. Pero los legisladores de la derecha y la llamada “izquierda” (Concertación de Partido por la Democracia) coincidieron en no otorgar este mismo derecho a los canales regionales, locales ni comunitarios que actualmente se encuentran funcionando y suman más de 100 estaciones en todo el país. El Observatorio Fucatel anotó que “estos artículos transitorios atentan gravemente contra el derecho de igualdad ante la ley, en este caso de los distintos modelos de televisión existentes en Chile. La ley da mayores facilidades a los operadores más fuertes y pone más barreras de entrada a los más débiles, profundizando así la desigualdad dentro del sistema televisivo”.
“Primero perdimos la televisión universitaria, después perdimos la televisión pública y ahora perderemos la televisión abierta… ¿Qué podemos hacer, entonces, como ciudadanía informada y activa?”, se preguntaron en el Observatorio Fucatel la socióloga Chiara Sáez, doctora en comunicación y participante del Observatorio Internacional de Televisión de la Universidad Autónoma de Barcelona, y Jaime Mondría, actor, gestor cultural y activista ciudadano por una TV digital democrática.
TV = Censura, autocensura y mediocridad
El debate parlamentario de más de dos años sobre televisión digital fue casi clandestino, celebrado entre las cuatro paredes del Congreso que funciona en Valparaíso. No es sorprendente que la opinión ciudadana chilena esté absolutamente desinformada sobre cuestiones fundamentales que atañen a su propia existencia, como su creciente alimentación con productos transgénicos que consume sin información ni control de las autoridades. La televisión, junto a los grandes diarios, participa activamente en la desinformación. Privilegia noticias banales, como el éxito del último súper teléfono digital o el concierto del grupo extranjero tal y cual, pero oculta noticias reales e importantes como la huelga de 32 días, hasta el 6/11/2010, de los trabajadores de la cadena Farmacias Ahumada SA (FASA), de la que fue accionista Piñera y es una importante avisadora en los medios.
Los actores que trabajan en televisión también se quejan del silencio que hace invisible el conflicto que mantienen con las estaciones por el incumplimiento de una ley de 2008 (N° 20.243) que obliga a los canales a pagar por las repeticiones de sus actuaciones. Precisamente ayer realizaron una huelga convocada por Chile Actores, organización gremial presidida por Esperanza Silva. La agrupación ya presentó demandas civiles contra la televisión pública TVN, Canal 13, Mega y Chilevisión y ayer no asistieron a grabaciones de telenovelas como advertencia. Claudio Arredondo, de Chile Actores, explicó: “Esta es una ley aprobada en 2008 y no se ha aplicado. La ley autoriza a Chile Actores a cobrar hasta 2% de los ingresos brutos por toda emisión pública de una producción donde esté presente un actor (...) Nosotros queremos que se cumpla la ley…”
Como contrapartida, la propaganda del gobierno tiene como caja de resonancia a todos los canales de televisión abierta, sin excepción, sin excluir su versión en cable. La mega producción tipo reality show del rescate transmitido en vivo de los 33 mineros cuyo protagonista estrella fue Piñera no fue responsabilidad de ningún director de TVN, el canal público que lideró la transmisión. Fue un descarado acto de gobierno de corte göbbeliano. La puesta en escena de esta impactante transmisión oficial tuvo como director general de televisión a Reynaldo Sepúlveda, encargado de toda transmisión de eventos en que participe Piñera desde su cargo en la Secretaría de Comunicaciones de La Moneda.
*) Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno
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