Por Abraham Santibañez
La brusca caída de la popularidad del Presidente Piñera -prevista según se dice ahora, pero subestimada en cuanto a su magnitud- solo comprueba una verdad: el Jefe de Estado se preocupa más de las formas que del fondo. Por eso no resulta creíble para una buena parte (50 por ciento) de los encuestados por Adimark, pese a que tres de cada cuatro (76 por ciento) consideran que “cuenta con capacidad para enfrentar situaciones de crisis”.
El afán mediático lo llevó a su mayor popularidad durante el rescate de los mineros, pero los problemas permanentes como el Transantiago, la delincuencia, la salud y la educación le hicieron perder rápidamente los puntos ganados. Nada parece haberlo afectado tanto, sin embargo, como las acusaciones de haber intervenido en las elecciones de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional. O, mejor dicho, haber hecho posible el alejamiento de Marcelo Bielsa, el director técnico que le dio confianza a los chilenos en su selección de fútbol. Como señaló Ascanio Cavallo en La Tercera, donde más se resintió la salida de Bielsa es precisamente en el sector más futbolizado. “Los segmentos donde es más fuerte la caída del Presidente son hombres, jóvenes y de grupos sociales bajos”, señaló.
Es difícil anticipar lo que ocurrirá en los meses próximos, pero no es probable que se repita una situación que genere tanta alarma pública como el derrumbe de la mina San José y se resuelva de manera tan feliz. Por el contrario, las protestas en Rapa Nui, que no son nuevas, han sido enfrentadas con una violencia que recuerda el comienzo del conflicto mapuche. Lo malo es que, igual que ese conflicto, puede agravarse fatalmente incluyendo reacciones internacionales.
Esta batalla en que está empeñado el gobierno por aparecer en los titulares aunque no siempre concreta sus ofertas, se puede agravar por la negociación con los empleados fiscales. Es sintomático que la culpabilización de los opositores “que no quieren que haya reajuste”, no haya surtido efecto. La opinión de que es “normal” que se produzcan despidos a fin de año, tampoco facilita las cosas.
El horizonte veraniego se aprecia oscuro en este contexto: el personalismo de la gestión presidencial molesta cada vez más a los partidos de gobierno. Un efecto adicional es, sin duda, el creciente distanciamiento entre los propios socios de la alianza. Ya se ha recordado, con sorna, que lo que ahora separa a RN de la UDI es que no respete el “cuoteo”, esa misma práctica de la cual abominaron cuando eran oposición.
Son muchas las afirmaciones de estos días que contradicen lo que se dijo en otro tiempo, no muy lejano, cuando Piñera y sus partidos eran oposición.
Como estas críticas fueron públicas y profusamente divulgadas, ni siquiera se necesita de Wikileaks para poner en evidencia las contradicciones.
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