La Nación de San José de Costa Rica
La clave del éxito
Por Jaime Daremblum
Politólogo
La reciente crisis económica evidenció el largo camino recorrido por Latinoamérica y el Caribe en su saneamiento y fortalecimiento macroeconómico, coinciden los expertos. Pero también hay consenso en que todo el progreso de la región constituye una buena base, no una construcción terminada.
Para construir un futuro económico a largo plazo, revertir los índices de pobreza, competir con éxito en el mercado mundial y prepararse para el futuro, Latinoamérica debe avanzar más en fortalecer su capital humano. Solo así podremos dar el paso decisivo hacia las economías del siglo XXI, fundamentadas en el conocimiento, la tecnología y la innovación.
El Foro Económico Mundial puntualiza en su más reciente Índice Global de Competitividad que solo Chile (30) y Barbados (44) se encuentran entre los primeros 50 países, en tanto que Costa Rica (55), Brasil (56), Panamá (59) y Uruguay (65) se ubican en la mitad superior del cuadro de los 133 países estudiados. Los demás están en la mitad inferior.
Durante los últimos años, Latinoamérica ha invertido más en educación y salud pública para romper el ciclo de la pobreza. El trabajo pionero de Brasil y México con los esquemas de transferencias de dinero condicionadas al cumplimiento de metas en esos aspectos por parte de los beneficiarios, ha sido seguido por muchos otros países, como El Salvador y Costa Rica, por citar dos ejemplos.
Estas inversiones en capital humano han empezado a dar frutos, pero se centran en las etapas más elementales de la competitividad. Para alcanzar estadios superiores de desarrollo, necesitamos ser más ambiciosos y complementar esos programas con esfuerzos significativos en lo referente a la educación superior y a la diseminación de tecnologías.
Lucha por la competitividad. La lucha por la primacía económica mundial, la lucha por la competitividad, se está librando hoy en la competencia de las universidades del mundo por las mentes más brillantes, señala el libro The Great Brain Race, de Ben Wildavsky. Anualmente, tres millones de estudiantes viajan a estudiar a otros países, en busca de la mejor educación y las mejores oportunidades, una cifra 40% mayor que una década atrás.
Lamentablemente, Latinoamérica está muy atrasada en el lugar competitivo de sus universidades y en la cantidad de sus estudiantes en los mejores sistemas de educación superior. Esto implica un desperdicio inaceptable del talento de nuestra juventud y una seria desventaja competitiva.
Cuando el Times de Londres clasificó las doscientas mejores universidades del mundo, con una medición del éxito académico hecha por más de cinco mil expertos, solo fue incluida una universidad latinoamericana: la Universidad Nacional Autónoma de México (190).
Del mismo modo, es bajo el número de estudiantes latinoamericanos en universidades estadounidenses, mientras que es muy alto el número de estudiantes de la India, China, Corea del Sur y otros países asiáticos. India tiene 103.000 estudiantes en universidades estadounidenses; China, 98.000, y Corea del Sur, 75.000. En comparación, México tiene solo 14.000 estudiantes en las universidades de los Estados Unidos; Brasil, 8.000 mil, y Venezuela apenas cuatro mil seiscientos, según cifras del Instituto de Educación Internacional, en su informe “Puertas Abiertas 2009”.
Además, mientras los expertos pronostican que en las próximas dos décadas la tecnología de la información será la industria de mayor crecimiento en el mundo, muchas partes de Latinoamérica están retrasadas en su preparación en este ámbito, y solo unos pocos países han captado que es un elemento crucial para competir.
En Centroamérica, por ejemplo, en lo que compete al acceso a Internet en los centros educativos solo Costa Rica se encuentra en la mitad superior (62) en tanto que los otros países están muy rezagados en puestos que van desde el 82 hasta el 111. Y en el ámbito latinoamericano, solo Chile, Barbados, Uruguay y Brasil acompañan a Costa Rica en la mitad superior del cuadro. Todos los demás se encuentran en el pelotón de cola.
Un reciente editorial del Financial Times concluía que en estos momentos Latinoamérica y el Caribe es la mejor región del mundo para efectuar inversiones, superando a Asia por tener mucho menores riesgos geopolíticos. Pero si queremos construir sobre esa ventaja momentánea y darle permanencia, debemos fortalecer con seriedad y rapidez las áreas en que nuestra competitividad está fallando.
No hay duda de que las tecnologías de la información y la educación superior son las áreas donde la inversión se verá retribuida más fructíferamente. Deberíamos empezar ayer.
Diario El Mercurio de Santiago de Chile
Evaluación del CEP
Una aprobación del 45 por ciento alcanzó la forma como el Presidente Sebastián Piñera está conduciendo su gobierno en la primera evaluación de su gestión realizada por la encuesta nacional de opinión pública del Centro de Estudios Públicos, la de más larga data e influencia del país en esta materia. Con ello, Piñera iguala el porcentaje de aprobación de la ex Presidenta Bachelet al inicio de su administración. Los niveles de desaprobación, de un 29 por ciento, también son similares a los obtenidos en igual fecha por la ex Mandataria. Los habitantes de la Región Metropolitana son bastante más críticos que los de otras regiones en la evaluación del actual gobierno, lo que no deja de ser paradójico si se considera que el desempeño de aquéllos en la pasada elección fue levemente superior al del resto del país.
Constituye un dato relevante el que la ex Presidenta mantenga un alto nivel de aprobación en la población. El 77 por ciento de los entrevistados aprueba la forma como condujo su gobierno y el 85 por ciento la evalúa positivamente. Al mismo tiempo, el 58 por ciento de la población la considera la figura más importante de la Concertación. Otras personalidades de esa coalición prácticamente no son tomadas en cuenta como figuras importantes. Es un interrogante interesante y sin respuesta aún saber si Michelle Bachelet va a poder mantener esta alta valoración.
Hace cuatro años, el 71 por ciento de la población aprobó la forma en que Ricardo Lagos condujo su gobierno y el 75 por ciento tenía una evaluación positiva de su persona. En la actualidad dicha evaluación es 29 puntos porcentuales más baja. Ciertamente, la política presenta variaciones inesperadas, y el desafío para la ex Presidenta no es fácil, toda vez que la Concertación aparece sumamente debilitada. La aprobación al modo en que está desarrollando su labor cae desde 41 por ciento, en la medición anterior de octubre pasado, a sólo 29 por ciento en la actual, y sus figuras —aparte de Bachelet— no están particularmente bien evaluadas. Sólo Carolina Tohá alcanza una evaluación positiva de 50 por ciento.
En el caso de los secretarios de Estado —algo que es propio de los regímenes presidenciales—, algunos se ubican en posiciones expectantes en este indicador. En efecto, los ministros Lavín, Von Baer y Hinzpeter aparecen con evaluaciones positivas de 57, 47 y 47 por ciento, respectivamente (en los dos últimos casos con niveles de conocimiento en torno al 60 por ciento). Además, la aprobación a la coalición política que sustenta al Gobierno sube en 14 puntos porcentuales.
Atenta, sí, contra la aprobación del Presidente el hecho de que no se lo ve como cercano. Es más, el 54 por ciento lo ve definitivamente como lejano. Sin embargo, suscita la confianza del 50 por ciento de la población.
Al mismo tiempo, casi igual proporción lo ve con destreza y habilidad para actuar frente a las presiones de instituciones, grupos y personas. También puede contribuir a explicar que su nivel de aprobación no sea superior el hecho de que las expectativas económicas de la población parecen haberse deteriorado. En efecto, respecto de la última medición de octubre de 2009, cae tanto la proporción de los entrevistados que creen que la situación económica está buena como la de los que estiman que en los próximos doce meses dicha situación mejorará.
El Gobierno intentó en un primer momento moderar las expectativas, pero puede haber ido muy lejos en ello. Todos los indicadores objetivos sugieren que la situación económica ha mejorado y que dentro de un año ella será mejor aún. En ese sentido, es probable que las expectativas económicas se ajusten al alza, fenómeno que habitualmente beneficia al gobierno de turno. Así, aunque los gobiernos siempre aspiran a ser muy bien evaluados en las encuestas, después de todo el balance de este estudio no es negativo para la administración actual.
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