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miércoles, 14 de julio de 2010
Página Editorial Latinoamericana: Todas las opiniones sobre el aumento de la pobreza
El resultado de la encuesta Casen es hoy tema central en las opiniones de los diarios santiaguinos y seguirá siéndolo en debates y escritos que se harán sobre el tema.
Es cierto que en el periodismo escrito chileno no hay casi diferencias en la orientación de los análisis, porque sabemos que allí domina una concentración ideológica de medios con una clara tendencia conservadora. Pero es lo que hay y lo que tenemos.
Sin embargo, ciertamente hay que considerar que el negativo resultado del índice de pobreza ha impactado a muchos sectores, porque el país ya había ganado un prestigio internacional frente a “la solidez” de su economía, considerada hasta casi invencible en una crisis internacional, especialmente cuando se decía que “Chile está blindado”.
Todo esto era acompañado por una red social que a muchos nos hacía pensar que nos acercábamos al punto de una mejor distribución de la riqueza. Al parecer esto tampoco fue así porque, si bien la intención era buena, los órganos competentes del Estado no se preocuparon debidamente de cuidar la economía para poder cumplir cabalmente y sin daños con este importante objetivo. Faltaron creación de empleos y un crecimiento sostenido del PIB.
Duro revés para la ex Presidenta Bachelet
El analista Patricio Navia escribe en el diario “La Tercera” que “los resultados de la encuesta Casen constituyen un duro revés al discurso de protección social de la Concertación y de la ex Presidenta Bachelet. Precisamente por eso, el gobierno no necesita echarle más leña al fuego. Los números hablan por sí mismos y el aumento en la pobreza apunta a la presidenta que más habló de protección social, por lo que La Moneda debiera centrar su mensaje en las soluciones.
Los miembros del comité de defensa del bacheletismo responsabilizarán a los efectos de la crisis económica. Pero el discreto crecimiento y la falta de competitividad en los primeros tres años del cuatrienio inculpan a esta presidenta que reconocidamente se preocupó más de la red de protección que de los trapecios del empleo y las oportunidades.
La canasta básica
El diario El Mercurio editorializa: Han remecido a la opinión nacional los resultados de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica 2009 (Casen) y enterarse de que, rompiendo la sistemática tendencia a la baja observada desde 1990, en el trienio 2006-2009 se produjo un lamentable retroceso en la lucha contra la pobreza: ella subió desde 13,7 a 15,1 por ciento —siendo de recordar que dicha encuesta fue diseñada y ejecutada antes del terremoto del 27 de febrero—. Su metodología es la de todas las encuestas anteriores. El trabajo de campo fue realizado por la Universidad Alberto Hurtado, y los ajustes en las líneas de pobreza en función de la inflación fueron efectuados por la Cepal.
Siendo así, el número de personas bajo la línea de pobreza subió en 355 mil, con lo que más de 2,5 millones de personas viven hoy en esa condición en nuestro país. Si en 2006 había dos millones 209 mil chilenos en condiciones de pobreza, en 2009 esa cifra aumentó a dos millones 564 mil. Y si en 2006 había algo más de 516 mil personas en extrema pobreza, en 2009 esa cifra había subido a más de 634 mil.
Durante ese mismo período la población chilena creció en 5,2 por ciento, pero aquella en situación de pobreza creció al doble de ese ritmo, y aquella en extrema pobreza, al triple del mismo. Este trágico aumento se explica fundamentalmente por un incremento de la pobreza urbana, que subió en esos tres años de 13,9 a 15,5 por ciento.
Varios factores dan razón de este cambio. Uno importante parece ser el mayor valor de la canasta que se usa para calcular la línea de pobreza. Para medir ésta, el método que se utiliza en Chile es el de los ingresos requeridos para satisfacer necesidades básicas. El primer paso es estimar el valor de una canasta básica de alimentos que permita satisfacer los requerimientos calóricos y proteicos diariamente indispensables para una persona, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud. Esa canasta no es arbitraria, sino que se define sobre la base de encuestas de presupuestos familiares que se realizan cada 10 años en Chile. El valor de ella se estima a partir de los elementos que la componen y los precios unitarios de esos elementos (que difieren entre el campo y la ciudad).
Si la persona no tiene ingresos suficientes para satisfacer esa canasta básica, se la clasifica como indigente. Ahora bien, el valor de la canasta básica subió en 19 por ciento, un alza que no se había dado en ninguna medición anterior. Esto es un rezago de la inflación de alimentos que vivió el mundo en 2008-2009 y que constituye una de las debilidades de este método de medición de la pobreza. Cuando estos fenómenos ocurren, la gente cambia sus hábitos alimentarios y, por tanto, una encuesta de presupuestos familiares no refleja bien la verdadera canasta de consumo de los hogares, tanto menos cuanto que la utilizada en Chile fue estimada en 1987. El Gobierno habría debido advertir a este respecto al dar a conocer los resultados de la última Casen, ya que, dado esto, probablemente la tasa de pobreza esté algo sobreestimada, y el debate político podría centrarse en este tecnicismo en vez de hacerlo, como debería, en aspectos de fondo.
Y estos últimos son de magnitud. En primer lugar, en estos resultados influyó el importante aumento del desempleo, que en 2006 —mientras se realizaba la encuesta— alcanzaba a sólo seis por ciento, pero en 2009, en el período cubierto por la encuesta, se empinaba a 8,6 por ciento. Esto reconfirma el lugar central que el empleo y el crecimiento económico ocupan en el combate contra la pobreza. Desde esta perspectiva, se ratifica la gravedad de que en Chile sean tan reducidas las oportunidades de trabajo para los trabajadores poco calificados, que se concentran precisamente en los hogares más vulnerables.
Estas cifras también indican que el sistema de protección social construido en nuestro país es poco eficaz, en parte porque no se hace cargo de la dinámica de la pobreza, esto es, del hecho de que no sólo hay hogares que salen de ella en un período específico, sino que, durante este mismo, hay otros que ingresan a ella inesperadamente, como resultado, por ejemplo, de la pérdida de empleo. Asimismo, la pobreza femenina (15,7 por ciento) es mayor que el promedio nacional. En la región más pobre, La Araucanía, el nueve por ciento de la población es indigente y el 27,1 por ciento, pobre. La sigue Biobío, con 21 por ciento de pobreza general. Y la región menos pobre, Magallanes, tiene un preocupante 9,3 por ciento. La política social no se ha hecho cargo de estas realidades —un ejemplo latente de ello es el programa “Chile Solidario”—, pero además tiene elevados costos administrativos, que hacen que sólo una parte de esos recursos llegue a las personas en pobreza.
298 programas sociales
El diario “La Tercera” editorializó: El gobierno ha decidido revisar 298 programas sociales que se han venido llevando adelante a través de cinco ministerios -Educación, Mideplan, Salud, Vivienda y Trabajo-, para definir aquellos que serían incluidos en la Ley de Presupuesto de 2011 y los que serían marginados del financiamiento público, para lo cual dichas carteras tendrán que hacer un rápido análisis de costos y resultados de todos ellos y definir prioridades. En el mediano plazo, se pretende que Mideplan -que se transformaría en el Ministerio de Desarrollo Social- realice una evaluación sistemática de los programas que ahora se mantengan y de los que agreguen en el futuro.
Se trata de una decisión correcta, en especial cuando la evaluación de los programas sociales había venido en el hecho siendo dejada de lado. La evaluación debe ser parte del diseño y estructura de los programas, no sólo para asegurar que se atiende una necesidad prioritaria y que el instrumento escogido es el idóneo, sino que para monitorear que los resultados previstos se logran y determinar si la iniciativa mantiene sentido, porque las realidades y urgencias son dinámicas y pueden determinar la priorización de otros objetivos.
La ausencia de una política sistemática de evaluación ha determinado que no exista información rigurosa sobre los programas sociales y obviamente obligará a tomar las decisiones inmediatas con base en cuestionamientos gruesos, como son programas que se duplican en sus metas o que tienen altos costos administrativos. En lo sucesivo, sería exigible que cada iniciativa nazca como fruto de un proceso de análisis profundo que indique la prioridad de la falencia que se quiere superar, que establezca los resultados esperados y que ellos son socialmente los más rentables, como, asimismo, que sean acompañadas de una evaluación sistemática para determinar si se obtiene el impacto perseguido y se mantiene la necesidad que se pretende cubrir.
Los programas sociales presentan el riesgo de generar una dependencia que inhiba la capacidad de las personas para autovalerse y mejorar su situación. También pueden provocar clientelismo político y grupos de interés que se oponen a las rectificaciones necesarias.
La existencia de antecedentes y cifras contundentes sobre los efectos de los programas es la mejor manera para enfrentar esos problemas a la hora de introducirles las enmiendas que sean recomendables o bien cesar su aplicación.
Mayor protección social
El director social del Hogar de Cristo, Benito Baranda escribió: Los resultados de la Encuesta de Casen 2009 registran un aumento de la pobreza en relación con la tendencia histórica de los últimos veinte años. Junto con nuestras tareas pendientes con aquellos que más sufren y lejos de considerar la pobreza un problema superado, éste es un desafío para extremar los esfuerzos en materia de crecimiento económico, educación y empleo; para asumir un compromiso ciudadano y reflexionar sobre la trascendencia de evaluar el país que queremos para todos.
Lo primero que debemos considerar es, sin duda, el aumento del número de personas en situación de pobreza. Sabemos que existe un impacto importante de la crisis económica y el aumento de los precios de los alimentos en estos resultados, por lo que resulta fundamental considerar un fortalecimiento de la protección social, que entregue mejores oportunidades, mayor estabilidad y seguridad a las personas más vulnerables; acceso a un empleo decente y una educación de mayor calidad.
En ese sentido, celebramos que a partir de marzo del próximo año comience la implementación del ingreso ético familiar, porque nos preocupa que un jefe de hogar que gana el actual sueldo mínimo pueda tener efectivamente una vida digna y alejada de la pobreza.
Otro punto sobre el cual debemos reflexionar es el objetivo de identificar “cuántos” son los pobres. Para los expertos, este tipo de encuestas son de utilidad, ya que permiten comparar estadísticas nacionales e internacionales en relación con el tema. Sin embargo, probablemente presenciaremos en el corto plazo nuevos debates que nos permitan —además de generar políticas acordes con su superación— discutir para alcanzar el anhelo de una sociedad más justa, democrática e igualitaria: el desafío es replantearnos la pregunta sobre “cuántos son” por “quiénes son” aquellos que hoy se encuentran en situación de pobreza.
A pesar de que hemos avanzado en políticas sociales, aún nos falta mucho por hacer. Hoy sabemos que existen familias completas que entran y salen de la pobreza, vulnerables ante las fluctuaciones de los mercados, con trabajos precarios e informales, discriminados por su condición étnica, género o estrato social. En este sentido, destacamos la importancia de la continuidad de la Ficha de Protección Social y el anuncio del Gobierno de comenzar a medir además la “vulnerabilidad social” a partir de 2011, iniciativas que nos parecen son avances no tan sólo para la focalización de recursos, sino también para pensar políticas de protección social transversales y universales.
Hacia una radiografía de la pobreza
El director ejecutivo de la Fundación Superación de la Pobreza, Leonardo Moreno, escribe en La Tercera:
La Encuesta Casen conocida ayer registró por primera vez desde 1987 un incremento en la cifra oficial de pobreza, lo que indica que Chile no ha sido inmune a la crisis económica internacional. Si bien el aumento es sólo de un 1,4%, no es una buena noticia.
El PIB per cápita disminuyó entre 2008 y 2009, y la cesantía se mantuvo elevada durante gran parte de 2009. Además, se registró un aumento inusualmente alto de los precios de los alimentos, que impactó en el incremento del valor de la canasta básica. Suponíamos que este proceso se detendría tras el lento inicio de la senda de la recuperación económica, sin embargo, el terremoto ha provocado el decaimiento en el bienestar de cientos de miles de familias que han visto destruido su patrimonio físico y también sus fuentes de trabajo. Habrá que esperar la Casen posterremoto para determinar con exactitud sus efectos, pero es visible el enorme impacto que ha tenido en la zona más poblada de Chile.
Un elemento clave a tener en cuenta es que la medición de la pobreza debe ser actualizada y complementada. Sólo así podremos tener una radiografía más certera e integral del fenómeno. Es importante que la medición oficial internalice los cambios experimentados en los patrones de consumo de la población. La canasta básica vigente fue elaborada según lo que la gente consumía en 1987-1988.
Para un examen más acucioso de la evolución de la pobreza se requiere de mediciones con una frecuencia mayor y complementadas con muestras longitudinales que permitan analizar si la rotación sigue siendo elevada. Para ello, debemos volver a régimen de dos años o inclusive uno, con muestras más pequeñas, y cada tres años con muestras más amplias que logren representación a niveles comunales. Así ha sido anunciado por las autoridades de Mideplan.
Estudios cuantitativos como la Casen son muy importantes e imprescindibles para elaborar política social. Sin embargo, no abordan todas las dimensiones del fenómeno de la pobreza, ni tampoco toda su profundidad. Por ello, es necesario complementarlos con estudios cualitativos.
Por ejemplo, la Fundación Superación de la Pobreza concluyó hace poco un estudio denominado Voces de la Pobreza, donde se auscultan las percepciones y construcciones sobre esa realidad que tienen los afectados. En este estudio aparecen temas como la nueva pobreza, o pobreza camuflada, que corresponde a familias con techo y equipamiento (gracias al endeudamiento), pero que viven padecimientos y riesgos muy altos producto de su precaria inserción laboral. Asimismo, esta nueva pobreza de esfuerzo suele sentirse castigada, ya que se percibe la pérdida de apoyos cuando les va un poco mejor.
Sin embargo, se reconoce el circuito virtuoso de la educación (capacitación y trabajo) y el de familia (buena crianza y valores). Y se perciben apoyos en salud, educación y vivienda, pero con una importante deuda de calidad. Las familias chilenas más pobres sienten que han pasado de la cultura de la decencia, que primó durante parte importante del siglo XX, a la cultura del emprendimiento. Se les exige trabajar, estar dispuestos a ello (como en la cultura de la decencia), y además ser creativos y exitosos en un contexto poco favorable.
Pobreza aumenta por primera vez en más de 20 años
La Tercera entrega una relación analítica-histórica sobre el crecimiento de la pobreza en Chile:
Tras más de 20 años de una baja sistemática, la pobreza en Chile rompió la tendencia en 2009, al aumentar a 15,1%, desde el 13,7% que registró en 2006. La indigencia, en tanto, se elevó de 3,2% a 3,7% de la población.
Así, el número de pobres trepó a 2.564.032 personas, 355 mil más que en los últimos tres años, mientras que los indigentes sumaron 634.328 personas, 117.591 sobre la cifra de 2006.
1. Quiebre de tendencia. Este es el primer aumento de la pobreza desde 1987, cuando se comenzó a medir con la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen). Ese año el porcentaje de pobres llegó a 45,1% y a 17,4% el de los indigentes.
Cuando la Concertación asumió el gobierno, en 1990, la pobreza llegaba a 38,6% y la indigencia a 13%.
2. Línea de la pobreza. El gobierno optó por mantener la línea de la pobreza, la que se utiliza desde 1987 y sólo se actualizó por la variación de los precios. La Casen 2009 consideró pobres a todas las personas con un ingreso mensual inferior a $ 64.134, e indigente a quien tenga un ingreso menor a $ 32.067.
Para determinar la línea de indigencia, se estima el costo de una canasta alimentaria para que una persona satisfaga sus necesidades nutriciales básicas. Y para calcular la línea de pobreza, ese monto se multiplica por dos. Con cada encuesta se actualiza la canasta básica con el alza de los precios de los alimentos que incluye.
3. Crecimiento. Múltiples son las razones que dan los economistas para explicar el alza en la pobreza en 2009 y la principal es el menor crecimiento económico y el deterioro del empleo, principal fuente de ingresos de las familias. "El crecimiento económico en el gobierno de la Presidenta Bachelet fue el menor de los últimos cuatro gobiernos", dijo Luis Larraín, experto de Libertad y Desarrollo.
Entre 2004 y 2006, período que considera la anterior Casen, el PIB se expandió 5,4%. Entre 2007 y 2009 lo hizo a una tasa promedio de 2,3%. No obstante, esto se vio intensificado por la crisis económica, que llevó a que el el año pasado la actividad cayera 1,5%.
"Atribuiría el alza de la pobreza a los altos índices de desempleo, lo que en parte responde a la crisis económica", dijo Claudia Sanhueza, académica de la U. Alberto Hurtado y miembro del Grupo de Política Social (GPS).
En noviembre de 2006, mes en que se toma la encuesta, la tasa de desocupación fue 6,6%. En noviembre de 2009 escaló a 9,1%.
4. Focalización de políticas. Algunos economistas agregan a lo anterior la debilidad en la focalización de la política social. "El gasto social ha crecido mucho en los últimos años y claramente se puede focalizar mucho mejor", dijo Ignacio Irarrázabal, académico de la UC y miembro del GPS.
No obstante, la economista de la U. Adolfo Ibáñez, Andrea Repetto, dijo que lo que no se sabe es cuánto habría subido la pobreza, si el gobierno anterior no hubiera elevado el gasto público para enfrentar la crisis.
5. Alza de los alimentos. Otro elemento que incidió, según algunos expertos, es el fuerte aumento que anotaron los precios de los alimentos entre 2006 y 2009, que estuvo por encima del alza de la inflación total. Esto hizo más exigente la línea de la indigencia y, por tanto, de la pobreza.
6. Cambio de metodología. Aunque no se puede aislar el impacto, según el investigador del Centro de Microdatos de la U. de Chile, Jaime Ruiz-Tagle, también pudo incidir un cambio metodológico: Esta vez, la encuesta no fue anónima, por lo que, a su juicio, las personas de menores ingresos pudieron subdeclarar ingresos para no perder beneficios sociales.
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