La brutal caída de las ventas y ganancias de Tesla en el primer trimestre de este año contó con una respuesta inmediata del presidente de la compañía, Elon Musk (hoy está en otras, trabajando en la Casa Blanca con el presidente Trump) quien dijo a sus accionistas que pasaría menos tiempo en el Gobierno para dedicarlo a la dirección del fabricante de vehículos eléctricos, asediado por múltiples problemas.
Al dejar en claro lo importante que
considera su participación en el gobierno, lo cierto es que alimenta las dudas
sobre su comprensión de la gravedad de los problemas que Tesla enfrenta.
Musk, para quien los accionistas de
Tesla habían acordado un paquete de compensación sin precedentes de US$
56.000 millones actualmente bloqueado por un fallo judicial, enfrenta retos en
la dirección de la compañía que van desde problemas predecibles como el aumento
de la competencia hasta complicaciones de su propia creación, como el rechazo a
sus posturas y acciones políticas.
Antes de entrar a participar
activamente en la política, Musk era considerado como uno de los héroes de la
revolución tecnológica que estaba sacudiendo al mundo así como el gran pionero
de las tecnologías verdes que lo salvarían.
Los vehículos eléctricos construidos
por Tesla eran adquiridos por profesionales de todo el mundo que lo veían como
una alternativa más ecológica. No tardó en llegar a ser el fabricante de
automóviles más valioso del mundo en términos de su capitalización de mercado.
Las ganancias de Tesla se desploman en un 71%. El analista de encuestas Nate Silver dijo que “las cifras de la compañía han mostrado una tendencia a la baja, especialmente desde que Trump asumió el cargo".
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