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miércoles, 16 de marzo de 2016

PRIMARIAS EN EE UU

TRUMP Y CLINTON SE ACERCAN A LA FINAL DE NOVIEMBRE


Trump arrasó en Florida y eliminó a Rubio

Clinton sale reforzada al ganar cuatro de las cinco primarias





 En un Supermartes que tuvo en vilo a los estadounidenses porque republicanos y demócratas votaban en cinco estados, Donald Trump y Hillary Clinton se llevaron anoche un arrasador triunfo en Florida --un estado clave en la carrera por la Casa Blanca-- y también en otros distritos, y avanzaron así hacia su nominación. Sin embargo, el magnate tuvo un sabor amargo al no poder conseguir una victoria en Ohio, otro de los estados fundamentales, y ahora el suspenso en la tensa carrera republicana se extiende un poco más.
Trump cosechó en Florida un 47% de los votos, mientras que Marco Rubio tuvo sólo un 27%. El millonario le dio así un golpe definitivo al senador en su propio estado y, poco después de conocerse los resultados, el aspirante de 44 años abandonó la competencia. Trump también ganó en Illinois y Carolina del norte y  se imponía en Missouri. Pero perdió en Ohio en manos del gobernador de ese estado, el moderado John Kasich, por 43% a 34%. Tanto Florida como Ohio e Illinois tienen la particularidad de que el que gana se lleva todos los delegados a la convención partidaria de julio en Cleveland, porque en esos estados no se distribuyen en forma proporcional. Si Trump hubiera ganado en Florida y Ohio, su ventaja en cantidad de delegados habría sido prácticamente inalcanzable. Ahora habrá que esperar un poco más.
En el Partido Demócrata, Hillary se impuso con contundencia a Bernie Sanders en Florida, Carolina del Norte y Ohio y llevaba ventaja en Illinois y Missouri. En el “estado del sol”, la ex funcionaria arrasó con un 64% contra 33% del senador y en Ohio ganó con una diferencia similar. El triunfo en este estado industrial, donde los beneficios del resurgimiento económico aún no llegan a todos, fue fundamental para ella porque le permitió reponerse de la enorme sorpresa que recibió la semana pasada, cuando ella perdió en Michigan, vecino de Ohio, a pesar de que las encuestas previas le vaticinaban que ganaría por más de 20 puntos.
Hillary fue bendecida así con una gran noche y avanza cómoda hacia la nominación demócrata, con una cada vez más amplia cantidad de delegados y superdelegados a su favor (ver aparte). En su discurso de anoche ella ya apuntó a su próximo objetivo que es Donald Trump. Sanders, por su parte, parece haber perdido impulso.
La competencia republicana avanza, pero sigue el suspenso. La elección en Florida era fundamental para Trump. Con 99 delegados en juego, con su contundente victoria el magnate se los llevó todos. Pero lo más valioso para él fue que le dio un golpe de knock out a su rival Marco Rubio, el senador hijo de inmigrantes cubanos que nació precisamente en ese estado y no pudo ni siquiera acercarse al multimillonario, que lo superó por más de 20 puntos.
“Little Rubio”, (pequeño Rubio), como lo llamaba despectivamente Trump, dio el paso que todos esperaban y se retiró de la carrera presidencial. Dijo a sus seguidores que era partidario de “un movimiento conservador grande, sin miedos, comprometido por la libertad de empresa, que defienda los valores cristianos”, describió. Pero luego se lamentó: “Estamos en el lado correcto, pero no en el lado ganador”. Y anunció que ya no competiría por la presidencia. Su retiro era un reclamo de muchos porque todos quieren llevarse sus votos. Es probable que esto beneficie al senador Ted Cruz, de lejos el más ultraconservador de todos los candidatos. El mensaje de Rubio fue en esa dirección.

Sin embargo el magnate no tuvo su noche perfecta porque perdió en Ohio, otro de los estados donde el ganador se llevaba todos los delegados. Allí ganó Kasich, el gobernador, un moderado que alcanzó así su primera victoria. La clave allí no es quién triunfó sino que se le puso freno a Trump en un estado muy importante y eso devuelve las esperanzas al establishment del Partido republicano --que detesta al imprevisible millonario-- de detener su carrera aunque sea a último momento en la convención partidaria de julio. Como les es imposible por ahora frenar su avance en las urnas, buscan que Trump no alcance la mayoría del 1.237 delegados que se necesitan para ganar la nominación.

Si el magnate no llega a ese número mágico, podrían lograr desplazarlo en una segunda o tercera votación de los delegados. El problema es que por ahora el que tiene más cantidad de delegados, luego de Trump, es Ted Cruz, que también es detestado por el establishment partidario. Kasich podría ser un candidato de consenso. Todavía quedan muchos estados por votar, pero el escenario de una convención disputada –en donde paradójicamente no salga vencedor el candidato más votado-- aún es matemáticamente posible.

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