PRIMARIAS EN EE UU
TRUMP Y CLINTON SE ACERCAN A LA FINAL DE NOVIEMBRE
Trump arrasó en Florida y eliminó a Rubio
Clinton sale reforzada al ganar cuatro de las cinco primarias
En un
Supermartes que tuvo en vilo a los estadounidenses porque republicanos y
demócratas votaban en cinco estados, Donald Trump y Hillary Clinton se llevaron
anoche un arrasador triunfo en Florida --un estado clave en la carrera por la
Casa Blanca-- y también en otros distritos, y avanzaron así hacia su
nominación. Sin embargo, el magnate tuvo un sabor amargo al no poder conseguir
una victoria en Ohio, otro de los estados fundamentales, y ahora el suspenso en
la tensa carrera republicana se extiende un poco más.
Trump
cosechó en Florida un 47% de los votos, mientras que Marco Rubio tuvo sólo un
27%. El millonario le dio así un golpe definitivo al senador en su propio
estado y, poco después de conocerse los resultados, el aspirante de 44 años
abandonó la competencia. Trump también ganó en Illinois y Carolina del norte y se imponía en Missouri. Pero perdió en Ohio en
manos del gobernador de ese estado, el moderado John Kasich, por 43% a 34%.
Tanto Florida como Ohio e Illinois tienen la particularidad de que el que gana
se lleva todos los delegados a la convención partidaria de julio en Cleveland,
porque en esos estados no se distribuyen en forma proporcional. Si Trump
hubiera ganado en Florida y Ohio, su ventaja en cantidad de delegados habría
sido prácticamente inalcanzable. Ahora habrá que esperar un poco más.
En el
Partido Demócrata, Hillary se impuso con contundencia a Bernie Sanders en
Florida, Carolina del Norte y Ohio y llevaba ventaja en Illinois y Missouri. En
el “estado del sol”, la ex funcionaria arrasó con un 64% contra 33% del senador
y en Ohio ganó con una diferencia similar. El triunfo en este estado
industrial, donde los beneficios del resurgimiento económico aún no llegan a
todos, fue fundamental para ella porque le permitió reponerse de la enorme
sorpresa que recibió la semana pasada, cuando ella perdió en Michigan, vecino
de Ohio, a pesar de que las encuestas previas le vaticinaban que ganaría por
más de 20 puntos.
Hillary
fue bendecida así con una gran noche y avanza cómoda hacia la nominación
demócrata, con una cada vez más amplia cantidad de delegados y superdelegados a
su favor (ver aparte). En su discurso de anoche ella ya apuntó a su próximo
objetivo que es Donald Trump. Sanders, por su parte, parece haber perdido
impulso.
La
competencia republicana avanza, pero sigue el suspenso. La elección en Florida
era fundamental para Trump. Con 99 delegados en juego, con su contundente
victoria el magnate se los llevó todos. Pero lo más valioso para él fue que le
dio un golpe de knock out a su rival Marco Rubio, el senador hijo de
inmigrantes cubanos que nació precisamente en ese estado y no pudo ni siquiera
acercarse al multimillonario, que lo superó por más de 20 puntos.
“Little
Rubio”, (pequeño Rubio), como lo llamaba despectivamente Trump, dio el paso que
todos esperaban y se retiró de la carrera presidencial. Dijo a sus seguidores
que era partidario de “un movimiento conservador grande, sin miedos,
comprometido por la libertad de empresa, que defienda los valores cristianos”,
describió. Pero luego se lamentó: “Estamos en el lado correcto, pero no en el
lado ganador”. Y anunció que ya no competiría por la presidencia. Su retiro era
un reclamo de muchos porque todos quieren llevarse sus votos. Es probable que
esto beneficie al senador Ted Cruz, de lejos el más ultraconservador de todos
los candidatos. El mensaje de Rubio fue en esa dirección.
Sin embargo el magnate no tuvo su noche perfecta porque perdió en Ohio,
otro de los estados donde el ganador se llevaba todos los delegados. Allí ganó
Kasich, el gobernador, un moderado que alcanzó así su primera victoria. La
clave allí no es quién triunfó sino que se le puso freno a Trump en un estado
muy importante y eso devuelve las esperanzas al establishment del Partido
republicano --que detesta al imprevisible millonario-- de detener su carrera
aunque sea a último momento en la convención partidaria de julio. Como les es
imposible por ahora frenar su avance en las urnas, buscan que Trump no alcance
la mayoría del 1.237 delegados que se necesitan para ganar la nominación.
Si el
magnate no llega a ese número mágico, podrían lograr desplazarlo en una segunda
o tercera votación de los delegados. El problema es que por ahora el que tiene
más cantidad de delegados, luego de Trump, es Ted Cruz, que también es
detestado por el establishment partidario. Kasich podría ser un candidato de
consenso. Todavía quedan muchos estados por votar, pero el escenario de una
convención disputada –en donde paradójicamente no salga vencedor el candidato
más votado-- aún es matemáticamente posible.
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