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jueves, 25 de junio de 2015

CRISIS POLÍTICA Y EL DESALIENTO POPULAR DUELE Y CALA HONDO-KRADIARIO


EL SILENCIOSO DESPLOME DE MICHELLE BACHELET

Por Walter Krohne

En Chile, la decadencia popular y social es generalizada. En Santiago afecta a todas las comunas, no solamente por el caos vehicular, la contaminación, las graves fallas y deficiencias en el transporte público, sino por la depresión que origina la serie de denuncias por fraude al Fisco y formalizaciones que han dejado prácticamente a una parte de los congresistas y a otras autoridades sin la capacidad moral para seguir en política o evaluando futuras leyes de la República.

En otras palabras ya parece que en Chile hay un déficit de autoridades en quien confiar, situación que está retrasando la tarea presidencial de nombrar a una serie de autoridades cuyos cargos están acéfalos. Hasta ayer Rodolfo Baier era subsecretario general de Gobierno, pero se vio obligado a renunciar por supuestas irregularidades cometidas con emisión de boletas ideológicamente falsas a pesar de haber sido confirmado en el cargo por la Presidenta Bachelet en marzo pasado.

Esto afecta también a  las regiones, donde hay muy pocas esperanzas de que varias de las prometidas obras públicas y proyectos de bienestar comunitario y social  puedan llegar a cumplirse en los próximos meses o en los años  que le quedan al Gobierno (33 meses), por falta de fondos, al menos en la forma como se dijo durante la precampaña y luego en  la campaña presidencial.

Todo esto está directamente vinculado con la aplicación de una política económica inadecuada en  momentos de crisis mundial que nos afecta no sólo por factores internos sino también externos. Las turbulencias internacionales, en EE UU, Europa y, por supuesto, en China y el mundo asiático, nos tocan directa o indirectamente, y no sólo a los chilenos sino también a los connacionales de  varios otros países latinoamericanos.

Sin embargo, vinculado a estas falencias externas o internas  hay hechos que responsabilizan al Gobierno por no haber podido visualizar oportunamente lo que podría llegar a ocurrir y conocer anticipadamente las consecuencias. Para eso están los economistas y expertos –estudian para eso--, pero esta vez se callaron la boca durante varios meses. El problema deficitario explotó finalmente en un Comité Político el martes último, donde quedó en claro que no se puede hablar más de grandes proyectos mientras la caja financiera del Estado esté casi vacía.
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La gran solución que ha surgido  es renunciar en la práctica al “progresismo” – un concepto archiutilizado, con el cual se ha engañado al pueblo chileno- para volver a recurrir sin ninguna vergüenza al sector empresarial privado, es decir pidiéndole en otras palabras un “salvavidas” para poder seguir usufructuando del poder en el Palacio de La Moneda. La guerra contra el llamado capitalismo debe cambiar bruscamente para navegar ahora con él o bajo su alero o protección, lo que a mediados de 2014 era inaceptable dentro de la Nueva Mayoría, donde predominaba todavía el concepto “quintanista” (por su inventor Jaime Quintana) de la “retroexcavadora” que ha sido eliminado en la práctica por el actual moderado nuevo ministro del Interior, Jorge Burgos (DC).
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El error en materia de reformas emblemáticas fue haber hecho mal los cálculos   sobre costos y exigencias, aparte de las que hacía y sigue haciendo  la gente de la calle y las redes sociales, como también haberse equivocado en la formulación de la reforma tributaria, que hoy afecta directamente más a la clase media que a los más ricos. Sin embargo, en este punto y para ser justos, es necesario recordar y tomar en cuenta que los desastres naturales cambiaron las condiciones en Chile. Terremotos, aluviones, erupciones volcánicas, desbordes de ríos e incendios hicieron añicos cualquier presupuesto fiscal, con costos de reconstrucción de más de US$ 12.000 millones que no estaban contemplados en ningún ítem separado o especial del presupuesto. Al comenzar 2014 en la discusión sobre la reforma tributaria se decía que ésta pretendía recaudar cerca de tres puntos del PIB -unos 8.200 millones de dólares- de los cuales, según el ex ministro de Hacienda, Alberto Arenas, no menos de US$ 5.500 millones se utilizarían para la reforma educacional. Hoy sólo para este último presupuesto se mencionan ya cifras cercanas a los 14.000 millones de dólares.
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A todo esto se agrega el ambiente enrarecido que se registra tanto dentro de La Moneda, como en los partidos y en la Fiscalía y el Poder Judicial, con políticos, ex funcionarios del Gobierno o colaboradores de la política con casos pendientes por hechos irregulares graves, especialmente frente al Servicio de Impuestos Internos.

Esta situación, más temprano que tarde arrastrará a las distintas fuerzas políticas a dejar de escandalizarse y olvidarse de la moral para sentarse a conversar una fórmula a largo plazo que signifique un nuevo “perdonazo” para los implicados, porque un país no puede vivir eternamente bajo esta incertidumbre. Si esto ya se hizo entre Ricardo Lagos y Pablo Longueira en el 2003,  ¿por qué no repetirlo nuevamente ahora entre, por ejemplo, Michelle Bachelet y Hernán Larraín?, por poner un ejemplo.
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Uno de los socios de Nueva Mayoría, el Partido Comunista entregó ya el domingo ciertas insinuaciones hacia donde va la cosa. “Estamos en la calle y también en La Moneda. Que le vamos a hacer, así están las cosas”, dijo en una entrevista con El Mercurio su líder Guillermo Teillier. Puede llegar a pensarse tras esta declaración en un eventual abandono del PC de la actual coalición, aunque quizá sería pensar en extremo o especular demasiado. Teillier se quejó que como partido hace un año no hablan con la Presidenta.
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A esto se suman las declaraciones de la timonel del Partido Socialista que alertó sobre la necesidad de adecuar la agenda del gobierno al actual escenario de desconfianza de la ciudadanía. “Digámoslo con franqueza: el gobierno y el proyecto que éste representa enfrenta momentos de debilidad", advirtiéndole a la Presidenta que "no podrá cumplir con su programa por desaceleración económica”.

Si bien esto último es cierto, es igualmente cierto que por el lado eminentemente político aparece como factor en contra la falta de liderazgo de Bachelet, como lo demuestran las últimas encuestas que le dan, además, un bajísimo apoyo ciudadano de sólo 23 por ciento (y un 63 por ciento de rechazo).

Mientras tanto las movilizaciones en la calle siguen y los profesores y otros gremios siguen en huelga sin que a nadie en el Gobierno o de las dirigencias sindicales se les haya ocurrido tomar la batuta y reordenar las cosas.

La presidenta de la Feusach, Marta Matamala, fue muy acertiva cuando dijo este jueves en la marcha estudiantil: "Los universitarios estamos muy contentos de que los profesores sigan paralizados, porque nos manifestamos en contra de lo que el gobierno diga que hoy es ilegal”. Aludiendo luego a las palabras de la Presidenta anoche al término del partido de Chile contra Uruguay quien dijo: "Estos son los tipos de alegría que necesitamos", Matamala replicó:  "La alegría que nosotros queremos reside en una buena educación, en una buena vivienda, en un techo digno y en una salud oportuna".


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