DOCUMENTO: PRIMERA ENCÍCLICA DEL PAPA FRANCISCO-KRADIARIO
"LA FE ES UN DON DE DIOS QUE DEBE SER ALIMENTADO Y FORTALECIDO", ESCRIBIÓ EL PAPA FRANCISCO EN SU PRIMERA ENCÍCLICA "LA LUZ DE LA FE"
La naturaleza, la justicia para los pobres, el compromiso con la sociedad y paz interior, el cambio climático sobre los países en desarrollo, sobre los pobres cuyos medios de subsistencia tienden a depender de reservas naturales ecosistémicas tales como agricultura, bosques y pesca, son también temas centrales de esta encíclica.
En la primera encíclica del Papa Francisco titulada La Luz de la Fe (“Lumen Fidei”- LF-), el Santo Padre resalta la urgencia de "recuperar el carácter luminoso propio de la fe" que es capaz de "iluminar toda la existencia del hombre".
Tomando una frase de San Francisco de Asís, el
Papa tituló su Encíclica buscando responder a una situación vigente
desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia y del magisterio de
sus antecesores, en un tema que
necesariamente exige conectar con la ciencia.
En apretadas 190 a 200 páginas, se hace cargo del legado de sus antecesores,siendo la base central del documento la recuperación del carácter de luz propia de la fe, capaz de iluminar toda la existencia del hombre, de ayudarlo a distinguir el bien del mal, sobre todo en una época como la moderna, en la que el creer se opone al buscar y la fe es vista como una ilusión, un salto al vacío que impide la libertad del hombre.
* La fe se caracteriza por la "paternidad", porque el Dios que nos llama no es un Dios extraño, sino que es Dios Padre, la fuente de bondad que es el origen de todo y sostiene todo.
* En la historia de Israel, lo contrario de la fe es la idolatría, que dispersa al hombre en la multiplicidad de sus deseos y lo "desintegra en los múltiples instantes de su historia", negándole la espera del tiempo de la promesa. Por el contrario, la fe es confiarse al amor misericordioso de Dios.
* Cristo resucitado es "testigo fiable", "digno de fe”, a través del cual Dios actúa realmente en la historia y determina el destino final. Pero hay "otro aspecto decisivo" de la fe en Jesús: "La participación en su modo de ver". La fe, en efecto, no sólo mira a Jesús, sino que también ve desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos.
* La luz de Jesús resplandece sobre el rostro de los cristianos y así se difunde, se transmite bajo la forma del contacto, como una llama que se enciende de la otra, y pasa de generación en generación, a través de la cadena ininterrumpida de testigos de la fe. Esto comporta el vínculo entre fe y memoria, porque el amor de Dios mantiene unidos todos los tiempos y nos hace contemporáneos a Jesús.
* La fe se puede transmitir por los Sacramentos, en los que se comunica "una memoria encarnada", como el Bautismo, la Eucaristía o el Decálogo. La unidad de la fe es la de un organismo vivo, puede asimilar en sí todo lo que encuentra, demostrando ser universal, católica, capaz de iluminar y llevar a su mejor expresión todo el cosmos y toda la historia. Esta unidad está garantizada por la sucesión apostólica.
* La fe, que nace del amor de Dios, hace fuertes los lazos entre los hombres y se pone al servicio concreto de la justicia, el derecho y la paz. Es por esto que no nos aleja del mundo y no es ajena al compromiso concreto del hombre contemporáneo. Por el contrario, sin el amor fiable de Dios, la unidad entre todos los hombres estaría basada únicamente en la utilidad, el interés o el miedo. La fe, en cambio, capta el fundamento último de las relaciones humanas, su destino definitivo en Dios, y las pone al servicio del bien común. La fe "es un bien para todos, un bien común", no sirve únicamente para construir el más allá, sino que ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza.
* La fe no es un refugio para personas pusilánimes, sino que ensancha la vida". Y en todas las relaciones sociales: haciéndonos hijos de Dios, de hecho, la fe da un nuevo significado a la fraternidad universal entre los hombres, que no es mera igualdad, sino la experiencia de la paternidad de Dios, comprensión de la dignidad única de la persona singular.
* La fe nos ayuda a "buscar modelos de desarrollo que no se basen únicamente en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creación como un don"; nos enseña a encontrar las formas justas de gobierno, en las que la autoridad viene de Dios y está al servicio del bien común; nos ofrece la posibilidad del perdón que lleva a superar los conflictos. "Cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella", escribe el Papa, y si hiciéramos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros y quedaríamos unidos sólo por el miedo.
Teología moral
En segundo lugar, la LF - justo en el Año de la Fe, 50 años después del Concilio Vaticano II, un "Concilio sobre la Fe" - quiere reavivar la percepción de la amplitud de los horizontes que la fe abre para confesarla en la unidad y la integridad. La fe, de hecho, no es un presupuesto que hay que dar por descontado, sino un don de Dios que debe ser alimentado y fortalecido. "Quien cree ve", escribe el Papa, porque la luz de la fe viene de Dios y es capaz de iluminar toda la existencia del hombre: procede del pasado, de la memoria de la vida de Jesús, pero también viene del futuro porque nos abre vastos horizontes.
* La fe se caracteriza por la "paternidad", porque el Dios que nos llama no es un Dios extraño, sino que es Dios Padre, la fuente de bondad que es el origen de todo y sostiene todo.
* En la historia de Israel, lo contrario de la fe es la idolatría, que dispersa al hombre en la multiplicidad de sus deseos y lo "desintegra en los múltiples instantes de su historia", negándole la espera del tiempo de la promesa. Por el contrario, la fe es confiarse al amor misericordioso de Dios.
* Cristo resucitado es "testigo fiable", "digno de fe”, a través del cual Dios actúa realmente en la historia y determina el destino final. Pero hay "otro aspecto decisivo" de la fe en Jesús: "La participación en su modo de ver". La fe, en efecto, no sólo mira a Jesús, sino que también ve desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos.
* La luz de Jesús resplandece sobre el rostro de los cristianos y así se difunde, se transmite bajo la forma del contacto, como una llama que se enciende de la otra, y pasa de generación en generación, a través de la cadena ininterrumpida de testigos de la fe. Esto comporta el vínculo entre fe y memoria, porque el amor de Dios mantiene unidos todos los tiempos y nos hace contemporáneos a Jesús.
* La fe se puede transmitir por los Sacramentos, en los que se comunica "una memoria encarnada", como el Bautismo, la Eucaristía o el Decálogo. La unidad de la fe es la de un organismo vivo, puede asimilar en sí todo lo que encuentra, demostrando ser universal, católica, capaz de iluminar y llevar a su mejor expresión todo el cosmos y toda la historia. Esta unidad está garantizada por la sucesión apostólica.
* La fe, que nace del amor de Dios, hace fuertes los lazos entre los hombres y se pone al servicio concreto de la justicia, el derecho y la paz. Es por esto que no nos aleja del mundo y no es ajena al compromiso concreto del hombre contemporáneo. Por el contrario, sin el amor fiable de Dios, la unidad entre todos los hombres estaría basada únicamente en la utilidad, el interés o el miedo. La fe, en cambio, capta el fundamento último de las relaciones humanas, su destino definitivo en Dios, y las pone al servicio del bien común. La fe "es un bien para todos, un bien común", no sirve únicamente para construir el más allá, sino que ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza.
* La fe no es un refugio para personas pusilánimes, sino que ensancha la vida". Y en todas las relaciones sociales: haciéndonos hijos de Dios, de hecho, la fe da un nuevo significado a la fraternidad universal entre los hombres, que no es mera igualdad, sino la experiencia de la paternidad de Dios, comprensión de la dignidad única de la persona singular.
* La fe nos ayuda a "buscar modelos de desarrollo que no se basen únicamente en la utilidad y el provecho, sino que consideren la creación como un don"; nos enseña a encontrar las formas justas de gobierno, en las que la autoridad viene de Dios y está al servicio del bien común; nos ofrece la posibilidad del perdón que lleva a superar los conflictos. "Cuando la fe se apaga, se corre el riesgo de que los fundamentos de la vida se debiliten con ella", escribe el Papa, y si hiciéramos desaparecer la fe en Dios de nuestras ciudades, se debilitaría la confianza entre nosotros y quedaríamos unidos sólo por el miedo.
En las páginas del documento, el Papa se hace cargo del legado de sus antecesores cuando fue necesario adentrarse en cuestiones propias del
desarrollo científico, como sucedió con el Papa Pío XII quien advirtió del potencial destructivo de
los usos militares de la energía nuclear, en un discurso ante la Pontificia
Academia de Ciencias el 21 de febrero de 1943; Francisco cita extensamente de
las numerosas intervenciones en temas ecológicos y de conservación del medio
ambiente del Gran Papa Juan Pablo II; y de su predecesor inmediato el Papa
Emérito Benedicto XVI.
Haciendo una venia al espíritu ecuménico del Concilio
Vaticano II, Francisco cita con amplitud y detalle al Patriarca Bartolomeo I de
Constantinopla; obtuvo la asesoría del académico luterano Johan
Schellnhuber del Instituto Postdam de
Investigación del Cambio Climático; y aceptó la contribución del teólogo
ortodoxo Juan Zizioulas.
Como toda Encíclica, LF es un documento religioso con sólida base en la teología moral de la
Iglesia, de lo anterior fluye su
relación con la doctrina social en las enseñanzas del Concilio; la ya universalmente llamada eco-Encíclica
representa un enfoque nuevo a un tema pastoral nuevo, sobre bases teológicas
tradicionales. En el lenguaje de
Francisco no hay conflicto ni controversia con la ciencia, la evidencia del
cambio climático acumulada por la investigación científica es aceptada y
reconocida.
Para el Papa, es necesaria una solidaridad nueva, universal,
para enfrentar las amenazas globales al medio ambiente, la humanidad necesita
una conversación inclusiva sin marginar a nadie, pues en el pensamiento de
Francisco el desafío ecológico tiene raíces humanas, nos afecta y nos interpela
a todos, en esta línea la ecología
humana es inseparable del Bien Común cual principio fundamental unificador de
la ética social.
La mas importante variable teológica de la Encíclica es su
invitación a reinterpretar el significado de Génesis 1:28, el Papa llama a
repensar ese mensaje, habérsenos dado
dominio sobre la tierra no justifica ni podría implicar poder absoluto sobre ella ni sobre las criaturas que la
habitan, en la relación entre los seres humanos, la Creación y el Creador. En un momento de angustia, Francisco nos
dice "Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza
que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está
haciendo)".
En la espiritualidad de Francisco, se advierte la unión
inseparable entre preocupación por la naturaleza, justicia para los pobres,
compromiso con la sociedad y paz interior. La Encíclica es precisa en llamar a reconocer el impacto del cambio
climático sobre los países en desarrollo,
sobre los pobres cuyos medios de subsistencia tienden a depender de reservas naturales ecosistémicas tales como agricultura, bosques
y pesca. En la pastoral ecologista del
Papa "no hay dos crisis separadas,
una ambiental y otra social, sino una sola compleja crisis socio-ambiental. Las líneas de solución requieren una
aproximación integral a combatir la pobreza, devolver la dignidad a los
excluídos y simultáneamente cuidar la naturaleza".
En la visión del Papa, el fracaso de las Cumbres mundiales
sobre medio ambiente radica "...en el sometimiento de la política a la
tecnología y las finanzas ... demasiados intereses particulares prevalecen
sobre el bien común y llegan a manipular la información". Esta situación la conecta con el
debilitamiento del poder de los Estados nacionales porque "...la dimensión
económico-financiera de características transnacionales tiende a predominar
sobre la política".
De manera inequívoca, el Papa se pronuncia por el desfase de
los combustibles fósiles y su reemplazo por energías renovables, esto tiene
enormes implicancias para Chile, país abundante en energía solar y en los
minerales que le son complementarios.
En su conjunto, la eco-Encíclica recoge el trabajo científico sobre
calentamiento global y cambio climático, insta a tomar esta contribución para impulsar cambios en la forma de abordar
el problema, y deja entrever, implícitamente, la esperanza de resultados
positivos en la reunión mundial a tener
lugar en París en diciembre del presente
año.
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