OPINIÓN DEL EDITOR
LA REVOLUCIÓN DE LA "RETROEXCAVADORA"
Por Walter Krohne
Con un buen nivel de satisfacción personal, la Presidenta
Michelle Bachelet podrá iniciar su
descanso estival en cualquiera de sus casas de vacaciones, ya sea Tunquén,
Caburgua o el valle de Casablanca. No todos los políticos pueden decir y hacer lo
mismo, porque la realidad actual interna chilena es especialmente confusa tras quedar
al descubierto el escándalo del siglo donde principalmente la UDI parece haber
confundido la política con el dinero al apoyarse en las mismas “rodillas” del
Grupo Penta -ambos creados en la era de la dictadura de Pinochet- para financiar sus actividades como partido y
la de algunos de sus candidatos más emblemáticos.
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Bachelet se va tranquila con un balance espléndido en cuanto
a proyectos aprobados en el Congreso Nacional, que concuerdan con sus promesas de campaña. La aprobación de la que
parece ser hoy una “revolución progresista silenciosa” avanza como un hecho que
no tiene discusión ni vuelta atrás. Hubo fuertes dimes y diretes entre las dos
principales coaliciones y también dentro de la coalición oficialista, que tras
las palabras del senador Jaime Quintana (Presidente del PPD) quedó en cierto
modo muy en claro que lo que aquí se intentaba hacer era una revolución con “retroexcavadora”,
pero muy a la chilena. No existen las tensiones o crisis que hemos apreciado a
través de los últimos años en países como Nicaragua, Venezuela, Ecuador o
Bolivia, en los cuales los esfuerzos para mantener al presidente de turno a
través de los años ha sido una característica reñida con la democracia.
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Michelle ha tenido la buena o mala suerte de contar en el lado contrario con una coalición opositora de derecha que ha ocupado gran parte del tiempo,
además de tratar de resolver conflictos internos y divisionismos, a aclarar ante la opinión pública los enredos de
platas y poder político en los que está involucrada. Sus parlamentarios y
dirigentes lo niegan todo o casi todo, pero la Fiscalía, que ha hecho una
investigación brillante, se ha ido encargando de aclarar paso a paso el gran
affaire del siglo. El escándalo ha tocado también a quien se le veía como una
figura política con gran futuro, Andrés Velasco, el hombre que “decía luchar
en contra de las malas prácticas de la política”, pero sin embargo su figura, al quedar conectada
directa o indirectamente con los sostenedores de Penta, se ha derretido como una
vela expuesta a un sol intenso. La UDI está por los suelos y según una reciente
encuesta, un 25% dijo que no votaría por
ella y lo mismo afecta a Renovación
Nacional, pero en un nivel más bajo, un 8%.
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Quizá en ningún gobierno anterior se han hecho tantos
cambios o reformas en tan poco tiempo. Hablamos del voto de chilenos en el
extranjero, la reforma del sistema electoral binominal, la reforma tributaria,
la primera etapa de la reforma educacional, control y penalización contra los
portadores de armas de fuego o colocadores de bombas, la aprobación del acuerdo
de la unión civil y se trabaja firme en
torno a la reforma laboral y también en una ley que regule el aborto.
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Si bien son avances en la dirección correcta, éstos en cierta
forma han quedado empañados por el deterioro de la economía, aunque la creación
de nuevos empleos no ha descendido como pronosticaron algunos detractores en
marzo. En esto hay mucho de coletazos externos que pueden retrasar las
iniciativas que están actualmente en discusión o frente a nuevos proyectos.
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El trabajo parlamentario ha sido arduo pero desordenado.
Varios proyectos o partes de los mismos han sido redactados a gran velocidad,
cayendo en errores por apresuramiento o faltando el diálogo necesario para
consolidar acuerdos dentro de Nueva Mayoría o buscando acercamientos entre el
oficialismo y partidos opositores o
entre el mundo civil y los políticos.
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Esto explica la crítica contra la Nueva
Mayoría de votar proyectos como una “aplanadora” sin pensar en las divisiones
que algunas iniciativas han originado en el frente interno. La de educación es un buen ejemplo de lo que decimos, quedando
al final la idea de una conducta poco democrática o de someter a votación proyectos serios como si fueran subastas de "partidas mercantiles" con un martillero incluido, papel que le fue
atribuido al DC Aldo Cornejo. Así, se dice hoy que fue aprobada una ley que no es bien recibida por una mayoría de chilenos, involucrados o no en el tema educacional, y que se perdió la oportunidad de haber llegado a un gran acuerdo nacional como país.
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A veces surge la idea que el Gobierno persigue anotarse
a su favor títulos y más títulos de proyectos aprobados, sin preocuparse o ser
más celosos en los contenidos. En esta forma hay varios puntos, especialmente
en educación y en el binominal, en los cuales no hay suficiente claridad para su posterior aplicación, como, por ejemplo, la desaparición de los parlamentarios independientes y el fortalecimiento que
se le ha dado a los partidos políticos o listas, sin que estos hayan sido regulados
internamente, lo que aparece como una necesidad cada vez más importante. Lo
mismo en cuanto a la relación que debe existir entre la política y el dinero
para evitar en el futuro escenarios escandalosos como el que vemos actualmente
y que solo desprestigian aún más a la política.
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La próxima etapa que se inicia en marzo, con o sin cambio de
Gabinete, será aún mucho más pesada y
compleja de transitar, ya que todo parece indicar que la economía va a seguir cayendo, especialmente
por las bajas en los precios del cobre y las bencinas, estos últimos, si bien
es bueno para los consumidores chilenos en general, el Estado deja de percibir dinero por
los impuestos específicos. Hay que tomar en cuenta otro dato importante: Según el gerente de Estudios de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), Álvaro Merino, "por cada centavo de dólar promedio anual que cae el precio internacional del cobre, y permaneciendo constantes las demás variables relevantes como producción y costos, Chile, por concepto de exportaciones, deja de percibir US$ 120 millones, y el fisco alrededor de US$ 55 millones". Esto
pone en riesgo el financiamiento de varios proyectos ya
aprobados.
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En este 2015 debería iniciarse la discusión de la reforma
constitucional frente a la cual hay, por parte del Gobierno, puntos claros o medianamente claros, no se ve lo mismo en un panorama más global, donde hay confusión. Esto deja colgando en el aire o en
una nebulosa la posibilidad concreta de llegar a tener realmente una Constitución
de Bachelet que reemplace definitivamente a la de Pinochet de 1980. Todo esto
dependerá de la capacidad de negociación que tenga la Nueva Mayoría, como lo
pudo demostrar entre marzo de 2014 y
enero de 2015 frente a algunos desafíos concretos.
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