ECONOMÍA
UNA ECONOMÍA ILUSORIA
Por Hugo Latorre Fuenzalida
A los economistas neoclásicos de la actualidad les está
haciendo falta lo que señalaba Michelet: “Un Edipo que les descifre su enigma”. Porque nadie sabe cuál
es el acertijo del modelo neoliberal vigente en la llamada Globalización.
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Estos representantes
de la economía con pretensiones de ciencia universal, han creado un monstruo
frankisteiniano, ante la presencia del cual uno no sabe si reír o llorar, de lo
puro estrafalario que es.
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Supuestamente, este monstruo se debería mover como un
autómata bajo la conducción del mercado, pero viene aconteciendo que la
autonomía del engendro es antojadiza y para nada racional; no tiene nada que
ver con los referentes de la acción equilibrada del “mercado”. Viene
comportándose de manera transgresora, grosera, pasotista, despótica,
prepotentes, desquiciada, asimétrica, irregular, sesgada, voluntarista,
irreverente, equivocada, antojadiza.
Una nueva
economía
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La economía globalizada ha superado todas las teorías y
dogmas de la economía clásica y neoclásica. Nada de lo que se sostuvo se está
aplicando y todo lo que se prohibía como anatema, se ha estado haciendo.
Entonces estamos en el quiebre del marco teórico de la economía como
disciplina, tal como antes se produjo el quiebre histórico de los socialismos
reales.
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Esta nueva economía, surgida de la multiplicación al
infinito del papel y del dinero y una ignorancia total de las variables reales,
ha llevado a dar con una economía ilusoria, donde las cifras de los valores giran a una velocidad
intergaláctica mientras que la producción y los intercambios de bienes lo hacen
a velocidad de crucero.
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Esta dicotomía en el epicentro de la disciplina nos lleva a sostener que estamos ante una
actividad objetivamente esquizofrénica. Cualquier ser o pensamiento que se
escinda entre la realidad y lo ilusorio, de forma contradictoria, cae
indefectiblemente en el diagnóstico psiquiátrico antes nombrado. Y eso es lo
que hemos visto, con el agravante que se agudiza la sintomatología ante
cada intervención supuestamente
correctiva. Es cosa de mirar la “crisis subprime” y la carretillada de millones
inyectados al sistema superestructural del mismo círculo financiero; hay que leer
las autoflagelantes reflexiones del FMI y Banco Mundial, relativos a sus
conductas ante la crisis de la deuda en los años 80, y cómo vuelven a repetir
las misma recetas en el sur de Europa, a propósito de esta nueva crisis
regional, para darse cuenta que las opciones de tratamiento dadas para el caso
subprime son radicalmente opuestas a las
soluciones propuestas para el caso de los países endeudados del sur de Europa.
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A estos últimos se les aplica el mismo rigor restrictivo y
disciplinatorio que se aplicó a los países pobres en la crisis de la deuda de
los años 80, dentro de los cuales estábamos los latinoamericanos; en cambio a
los países ricos o poderosos que caen en crisis, se les aplica el tratamiento
de la superabundancia, es decir tapar la estafa con más dinero, tal cual lo
hacen los padres de los hijos ricos cuando cometen algún crimen.
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De la comedia a la tragedia
Esta estrafalaria teorización económica de los neoliberales,
que toma supuestos abstractos como si pudieran aplicarse a la realidad de los
hombres, no lleva más que a caricaturizar la realidad, a inflamar de mitos sus postulados y a generar un círculo
tortuoso de contradicciones, las que llevan
a actuar con la dolosa lógica de un Tartufo y terminar comediando los
síntomas propios de un “enfermo imaginario”; es decir un hipocondriaco que
piensa que todos se confabulan y conspiran para hacerles fracasar.
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Que los
trabajadores protestan de puro desconfiados y mal agradecidos; que no deben
pedir incrementos de salarios en los ciclos de crecimiento porque lo frenan ni
en los ciclos de caída, pues los llevan a una crisis mayor. Que los
ambientalistas con sus leyes restrictivas impiden las inversiones necesarias
para alentar el crecimiento de la economía. Que los políticos demagógos piden
más impuestos para gastarlos en gasto corriente, lo que instala una carga
enorme sobre las empresas. Que los gobiernos no se deben meter en los negocios
privados (Paulman), aunque estos negocios privados estén asaltando a mano
armada a la población indefensa.
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Con esta lógica que emula la pelea del payaso, simplemente
la ciencia económica se convierte en una comedia de dudosa virtud, donde los
ricos se sienten y declaran, ”avaros” y actúan con total desparpajo en la
escena. De hecho, Moliere puede ser el nuevo Edipo que ayude a desentrañar el
enigma existencial de esta cofradía del desmadre que hoy sostienen el poder en
Chile.
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