IGLESIA
EL PAPA FRANCISCO NO SE DETIENE: DE ESTRASBURGO A ESTAMBUL
Por Martín Poblete
En Estrasburgo, el
Papa dejó en claro desde la partida los singulares rasgos de su presencia: "Al dirigirme hoy a ustedes desde mi
vocación de Pastor, deseo enviar a todos los ciudadanos europeos un mensaje de
esperanza y de aliento". Sin duda un mensaje necesario en vista de los
desafíos a la idea europea emergente en diversas formas extremas de la
política, de los euroescépticos desde la izquierda a la derecha. Por eso el Papa
reafirma su idea: "Esperanza en el Señor, que transforma el mal en bien y
la muerte en vida", y la proyecta
como su personal expresión de estímulo a las instituciones y las personas:
"Un mensaje de aliento para volver
a la firme convicción de los Padres fundadores de la Unión Europea .... En el
centro de este ambicioso proyecto político se encontraba la confianza en el
hombre como persona dotada de una dignidad trascendente".
En las claves de Francisco, la historia en la
contemporaneidad del siglo XX y comienzos del Siglo XXI, tiene dimensiones muy
precisas: "Nuestra historia reciente se distingue por la indudable
centralidad de la promoción de la dignidad humana contra las múltiples
violencias y discriminaciones ....La percepción de la importancia de los
derechos humanos nace precisamente como resultado de un largo camino, hecho de
muchos sufrimientos y sacrificios, que han contribuído a formar la conciencia
del valor de cada persona humana, única e irrepetible ....Considero por esto
vital profundizar hoy en una cultura de
los derechos humanos que pueda unir sabiamente la dimensión individual, o mejor,
personal, con la del bien común, con ese todos nosotros formado por individuos,
familias y grupos intermedios en comunidad social .... Así, hablar de la
dignidad trascendente del hombre significa sobre todo mirar al hombre como un ser relacional".
.
En unos cuantos párrafos Francisco sintetiza
cuestiones fundamentales de la tradición política occidental y de la doctrina
social de la Iglesia, como fueron también articulados en nuestro país por el
Cardenal Silva Henríquez en aquellos años difíciles.
Como sus dos antecesores inmediatos, Francisco está claramente consciente del imperativo de
recordar a los europeos y sus instituciones las raíces cristianas de Europa, en
particular frente al emerger de fuerzas extremas en las denominaciones
musulmanas y sus expresiones en el Medio
Oriente y partes de Africa; asimismo, desmitifica las tergiversaciones de
relativistas y secularistas fanáticos en sus diversos pelajes
occidentales.
.
En palabras del Papa: "Una Europa que no es capaz de abrirse a la dimensión trascendente de la vida corre el riesgo de perder la
propia alma, y también aquel espíritu humanista que, sin embargo, ama y
defiende.... En este sentido, considero fundamental no solo el patrimonio que
el cristianismo ha dejado en el pasado para la formación cultural del
continente, sino sobre todo la contribución que pretende dar hoy y en el futuro
para su crecimiento. Dicha contribución
no constituye un peligro para la laicidad de los Estados y la independencia de
las instituciones de la Unión, sino que es un enriquecimiento.... Estoy igualmente convencido de que una Europa
capaz de apreciar las propias raíces religiosas, sabiendo aprovechar su riqueza
y potencialidad, puede ser también mas fácilmente inmune a tantos extremismos
que se expanden por el mundo actual....
A este respecto, no podemos olvidar las numerosas injusticias y
persecuciones que sufren cotidianamente las minorías religiosas, y
particularmente cristianas, en diversas partes del mundo".
Sin perjuicio de incursionar en el universo de las ideas, el
Papa estaba consciente de estar hablando ante un auditorio "políticamente
político (Jaime Castillo
Velasco)", para girar en esa
dirección, Francisco toma el lema de la Unión Europea: Unidad en la Diversidad, dándole su
particular enfoque "En esta dinámica de unidad-particularidad se
les plantea, Señoras y Señores Eurodiputados, la exigencia de hacerse cargo de
mantener viva la democracia de los pueblos de Europa. No se nos oculta que una concepción
uniformadora de la globalidad daña la vitalidad del sistema democrático,
debilitando el contraste rico, fecundo y constructivo, de las organizaciones y
de los partidos políticos entre sí.... Mantener viva la democracia en Europa
exige evitar tantas maneras globalizantes de diluir la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de
lo relativo, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los
intelectualismos sin sabiduría".
Manteniendo el énfasis en la esperanza, el Papa entra en tres cuestiones ineludibles
ante un Parlamento multinacional, familia, educación y trabajo; en las palabras
de Francisco: " Dar esperanza a Europa significa reconocer la centralidad de la
persona humana ...se trata por eso de invertir en ella y en todos los ámbitos
en los que sus talentos se forman y dan fruto.
El primer ámbito es seguramente el de la educación a partir de la familia, célula fundamental y
elemento precioso de toda sociedad. Sin
esta solidez se acaba construyendo sobre arena, con graves consecuencias
sociales. Junto a la familia están las
instituciones educativas, las escuelas y universidades. La educación no puede limitarse a ofrecer un
conjunto de conocimientos técnicos, debe favorecer un proceso mas complejo de
crecimiento de la persona humana en su totalidad.... El segundo ámbito en el
que florecen los talentos de la persona humana es el trabajo. Es hora de favorecer las políticas de empleo,
pero es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo .... implica
buscar nuevos modos para conjugar la flexibilidad del mercado con la necesaria
estabilidad y seguridad laborales, significa favorecer un adecuado contexto
social que no apunte a la explotación de las personas, sino a garantizar a
través del trabajo, la posibilidad de construir una familia y educar a los hijos".
Habiendo estado él mismo visitando los campos de refugiados
en la Isla de Lampedusa, el Papa habla
del tema fortalecido por su experiencia:
" Es igualmente necesario afrontar juntos la cuestión
migratoria. No se puede tolerar que el
mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio ....Europa será capaz de
hacer frente a las problemáticas asociadas a la inmigración, si es capaz de
proponer con claridad su propia identidad cultural....si es capaz de adoptar
políticas correctas, valientes y concretas que ayuden a los países de origen en
su desarrollo sociopolítico y a la superación de sus conflictos internos -causa principal de este fenómeno- Es necesario actuar sobre las causas y no
solamente sobre los efectos".
Tomando inspiración en uno de sus predecesores, el Gran Papa
Juan Pablo II, Francisco cerró su discurso haciendo un llamado a reconocer el
legado de la historia con sentido de
futuro: " Dos mil años de historia
unen a Europa y al Cristianismo. Esta
historia, en gran parte, debe ser todavía escrita. Es nuestro presente y también nuestro
futuro. Es nuestra identidad. Europa tiene una gran necesidad de
redescubrir su rostro para crecer, según el espíritu de sus Padres fundadores,
en la paz y en la concordia, porque ella misma no está todavía libre de
conflictos.... Queridos Eurodiputados, ha llegado el momento de abandonar la
idea de una Europa atemorizada y replegada sobre si misma, para suscitar y
promover una Europa protagonista ... la Europa que contempla el cielo y
persigue ideales; la Europa que mira, defiende y tutela al hombre; la Europa
que camina sobre la tierra segura y firme, precioso punto de referencia para toda la humanidad".
De Ankara a Estambul:
el Papa Francisco en Turquía.
Cuando sus dos predecesores inmediatos visitaron Turquía,
ese país era un Estado secular gobernado
por partidos y políticos
seculares; en su visita del 28 al 30 de
noviembre recién pasado, en cambio, el Papa Francisco llegó a un Estado
nominalmente secular gobernado por un partido y un líder islámicos. La fase protocolar del viaje, en Ankara, no
debe subestimarse, tuvo su importancia en el marco de las relaciones de la
Santa Sede con países dónde los católicos son una pequeña minoría, y cuestiones
de libertades civiles y derechos humanos
ligadas a esa condición minoritaria.
Lo sustantivo para Francisco estuvo en Estambul, la ciudad
en dos continentes unida por los puentes sobre el Bósforo. En su reunión con el Patriarca Ortodoxo
Bartolomé de Atenas, ambos líderes religiosos hicieron un llamado a la
reunificación del Cristianismo, a la Comunión entre las iglesias Católica y
Ortodoxa de Oriente, haciendo notar que
la unidad ya se está dando entre los cristianos sufriendo y muriendo en los
conflictos del Medio Oriente. El Papa
llamó a restaurar la plena Comunión entre las dos iglesias, lo cual no
implica sumisión del uno al otro ni
asimilación, sino desde el punto de vista católico respeto a las tradiciones de
la Iglesia Ortodoxa. Podría ser un camino
en partes tortuoso, desde el Cisma de 1054 debieron pasar 910 años para tener
el encuentro del Papa Paulo VI con el Patriarca Atenágoras de Atenas en
Jerusalén en 1964, y unos cuantos años mas para tener los primeros diálogos
teológicos inaugurados en Roma por el Papa Juan Pablo II en 1980.
En lenguaje contundente, el Patriarca Bartolomé dijo: La reunificación de las dos Iglesias,
iniciada hace cincuenta años por el Papa Paulo VI y el Patriarca Atenágoras, es
irreversible ... los modernos perseguidores del Cristianismo no preguntan a sus
víctimas a que iglesia pertenecen ... la
unidad que buscamos ya está ocurriendo en algunas regiones del mundo nacida de
la sangre del martirio".
Francisco, en lenguaje igualmente claro agregó: "Los
graves conflictos en Irak y Siria no se pueden resolver solamente con la fuerza
de las armas ... el clamor de las víctimas de guerras y violencia nos llama a
seguir activamente por el camino de la comunión y reconciliación entre
católicos y ortodoxos".
En sus últimas horas en Estambul el Papa Francisco tuvo
encuentros con refugiados católicos de las guerras en Medio Oriente,
particularmente de Irak y Siria.
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