Por Hernán Ávalos Narváez (*)
Los dirigentes de Colo Colo harían bien en
buscar fórmulas ingeniosas para encantar a su hinchada mientras organizan un
equipo ganador. Están ocultos detrás del mercado de capitales y quizás en el
corto plazo logren morigerar las protestas en su contra entregando becas para
deporte o estudio a los barristas destacados por su comportamiento. O quizás
tengan alguna idea mejor. Seguir como lo han hecho hasta ahora, sólo
contribuirá a debilitar la institución y perjudicar el espectáculo
futbolístico, alejando al público de los estadios.
La violencia del domingo pasado en las
graderías del estadio Bicentenario de La Florida obligó a suspender el
encuentro cuando el local Audax Italiano ganaba por 3 goles a 1 y volvió a
develar esta inquina soterrada y persistente de algunos hinchas contra la
sociedad anónima que regenta la tienda alba. Las autoridades del fútbol dieron
por terminado el partido que había sido suspendido por el árbitro a los 57
minutos de juego, luego del estallido de dos bombas de ruido, otorgándole los
puntos al elenco itálico. Así los albos languidecen en el ranking sin ninguna
posibilidad de ganar el campeonato
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El fútbol es uno de los pocos negocios en que
la clientela, masivamente, tiene la oportunidad de expresar su descontento sin
mordaza ni prejuicios. Por eso este deporte-espectáculo recibe el apelativo de
“pasión de multitudes”. Es probable que nadie tenga la intención de justificar
las acciones extremas de lanzar monedas, asientos y botellas a la cancha
haciendo destrozos o dejando lesionados. Pero hay que hacer algún esfuerzo por
entender la situación. Es probable que el Ministerio Público tenga éxito en la
investigación para castigar a los responsables, aunque no garantiza una tregua.
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La verdad es que ningún paciente hace
escándalo en las oficinas de las isapres porque año tras año le aplican alzas a
su plan de salud, a pesar que los contratos están en uefes y aumentan de precio
todos los días. Tampoco los enfermos hacen protestas en las farmacias por pagar
el doble en medicinas que en Argentina están a mitad de precio. Ni los
automovilistas se quejan en multitudes por los precios de los combustibles y
los peajes. Tampoco los clientes de los bancos reclaman organizados contra los
intereses usureros, por mencionar algunos abusos del mercado. Por el contrario,
la barra de Colo Colo protesta en el estadio y a grito pelado.
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Es cierto que los jugadores ayudan poco al
espectáculo. Salvo excepciones, carecen de talento y mística para llevar la
camiseta del cacique. Están excedidos de peso, son lentos y no tienen el estado
físico requerido para la competencia profesional. Por otro lado tienen buenos
sueldos, seguros, premios e incentivos y buenas relaciones con sus empleadores.
Y aún así sus resultados en la cancha son deficientes, causando frustración, desazón e ira entre sus
seguidores. Podría argumentarse en su favor que han tenido una rotativa de
entrenadores y el actual pareciera que no tiene la formación ni la experiencia
requeridas.
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El modelo de negocio futbolístico mediante
las sociedades anónimas terminó con las tribulaciones financieras de algunos
clubes del fútbol profesional. Y los equipos grandes como Colo Colo, empezaron
a ganar dinero por las recaudaciones de los partidos que juegan, por los
derechos de televisión, la compraventa de jugadores y por la transacción de sus
papeles accionarios. Sebastián Piñera, antes de ser Presidente de la República
estuvo entre sus accionistas, generando, ya por ese entonces, algunas críticas
entre el aficionado. Lamentablemente las mayores ganancias obtenidas no han
sido invertidas en la organización de un equipo ganador, descuidando el
espectáculo que constituye la esencia del fútbol.
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(*) Periodista
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