22-4-13-Otra visión de la destitución de Beyer
ENTRE EL MEÑIQUE Y LA
GUERRA
Por Abraham Santibáñez
Al esgrimir una supuesta falta de lealtad de la ex
Presidenta Michelle Bachelet, el
oficialismo agregó una nueva contradicción a sus argumentos a favor del
ministro Harald Beyer (destituido).
El análisis es simple.
Se pedía a los senadores que votaran, como lo exige la
Constitución, en conciencia. Pero no faltó quien, como la ministra Evelyn Matthei, que consideró que era más importante
una eventual “orden de meñique” (ya que
no de partido) para ordenar las conciencias y revertir la suerte del acusado.
El propio ministro agregó otra consideración que en
definitiva apunta igualmente a forzar conciencias: reclamó lealtad, como si el
hecho de invitarlo –en su calidad de experto en educación- se le hubiera
concedido un lugar de honor en el elenco del gobierno de Michelle Bachelet.
No cabe duda de que las autoridades reaccionaron
coordinadamente para convertir a Beyer en “niño símbolo”. Desde el exabrupto de
la vocera (usó un supuesto “chilenismo” descalificador contra el senador
Navarro) a las palabras del ministro de la Vivienda y del titular del Interior,
coincidieron en apuntar a un solo blanco: la candidatura de Michelle Bachelet.
No es algo nuevo ya que refleja una obsesión permanente,
pero que se traduce ahora en un lenguaje hiriente y descalificador.
El oficialismo sostiene que la aprobación de la acusación
“le hace mal a la democracia”. Una vez más no miran a la viga en el ojo propio:
quien le hace mal a la democracia es quien rechaza las reglas del juego, las
mismas por cierto que usaron contra la ministra Yasna Provoste (*).
Tampoco ayuda a la democracia sostener que la destitución de
un ministro equivale a un tsunami; que ha comenzado la guerra o que estamos en
una etapa similar a la víspera del golpe de estado.
La falta de ponderación es mala consejera.
El oficialismo, que se muestra cada vez más desordenado,
privilegiando su sentido de destrucción en los ataques a sus candidatos (no
solo presidenciales), debería hacer caso del llamado del Presidente: “Este
gobierno no está en guerra con nadie”.
Ya sabemos que no siempre lo escuchan.
(*)
Harald Beyer no es el único ministro de Educación que ha sido acusado
constitucionalmente. Yasna Provoste estaba siendo investigada por gastos
irregulares en la cartera de Educación. El 16 de abril de 2008 -justo hace
cinco años- fue destituida por el Senado, donde el oficialismo de la época (la
Cncertación) no tenía mayoría. En un juicio histórico y en una maratónica sesión,
el Senado aprobó por 38 votos la destitución de Provoste por no poder explicar
alrededor de 400 millones de dólares en subvenciones a colegios privados de
Santiago durante el gobierno de Michelle Bachelet. La ex ministra también fue
inhabilitada a ejercer un cargo político por cinco años, según dicta la
Constitución, sanción que terminó el 16
de abril de este año. En una jornada de ocho horas, todos los senadores, por
orden alfabético, intervinieron a favor o en contra de Provoste. Luego de la
destitución, fue recibida por Bachelet en La Moneda donde se le rindió un breve
homenaje antes de dejar el Palacio de Gobierno.
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