DESIGUALDAD EN CHILE: EL PROBLEMA SON LOS SUPER RICOS
Por Gonzalo Durán y Marco Kremerman
Fundación SOL
La vergonzosa desigualdad que existe en Chile, sin duda, se transformará en un tema transversal de la campaña presidencial. Sin embargo, el proyecto país que cada candidato/a presente dependerá del diagnóstico que sus comandos programáticos hagan o se atrevan a hacer.
Recientemente hemos conocido un inédito estudio de 3 investigadores de la Universidad de Chile (Figueroa, López y Gutiérrez), titulado “La ‘parte del león’: Nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile”. Utilizando datos del Servicio de Impuestos Internos (dado que la encuesta Casen no logra llegar a las casas de las familias más adineradas del país y, por tanto, existe una evidente subestimación de los ingresos de los más ricos) y ajustando por dispositivos que existen en nuestro sistema tributario que permiten esconder parte de estos elevados ingresos, los académicos llegan a resultados muy preocupantes para la democracia y la cohesión social.
Entre los principales resultados se destacan:
1) El 1 % de las personas con mayores ingresos concentró como promedio entre el 2005 y 2010 el 32,8 % de los ingresos totales (si se incluyen las utilidades retenidas) o el 30,5 % (si se incluyen las ganancias de capital). Mucho más que lo que nos dice la encuesta Casen (15,1 %) o los datos sin ajustar del Servicio de Impuestos Internos (21,1 %).
El problema de la desigualdad es que vivimos en un país burbuja, donde mientras un pequeño grupo vive mejor que los ricos de Suiza, el 50% de los trabajadores gana menos de $ 250.000 y en el 65 % de los hogares el ingreso mensual autónomo por persona es menor a $ 203.000 (Casen 2011).
2) En otros países, para los cuales fue posible realizar la medición, los niveles de concentración son considerablemente menores. Mientras en Suecia se registra un 9,1%, en España 10,4 %, Japón 10,9 %, Alemania 12,1 % y Canadá 14,7 %, en Estados Unidos (uno de los países más desiguales en mundo occidental) alcanza un 21 %, mucho menos que Chile.
3) Dado que el tamaño de la torta a repartir cada año en dólares comparables (paridad de poder de compra) es el doble en Suecia y casi el triple en Estados Unidos con respecto a Chile, estos datos resultan aún más preocupantes. Tenemos mucho menos para repartir, y lo poco que repartimos se concentra en un pequeño grupo. O dicho de otra forma, nuestra torta es la mitad que la de Suecia, pero una pequeña elite, equivalente al 1 % de la población, se queda con un pedazo casi 3,5 veces más grande que lo que toma la elite sueca en términos proporcionales
4) Si hacemos un zoom, y nos concentramos en el 0,1 % de los chilenos que tienen mayores ingresos, veremos que éstos concentran entre 17,6 % y 19,9 % de los ingresos totales, mientras en Estados Unidos se quedan con el 10,5 %, en Alemania el 5 % y en Suecia 3,4 %
5) Al realizar un nuevo zoom, pero esta vez tomando sólo al 0,01 % de los chilenos de mayores ingresos, se observa que estos tienen entre 10,1% y 11,5% de los ingresos totales del país, mientras en Estados Unidos concentran el 5,1 %, en Alemania 2,3 % y en Suecia 1,4 %. O en términos más simples, si en Chile la población fuera de 10.000 habitantes, uno de ellos, se queda con más del 10 % de la torta de ingresos.
6) Finalmente, el estudio concluye que el Coeficiente de Gini que mide desigualdad y toma el valor 0 si hay perfecta igualdad y el valor 1 si hay perfecta desigualdad (una persona tiene el 100 % de los ingresos), pasa de 0,55 (utilizando los datos de Casen) a 0,63 tomando los datos ajustados del SII. De esta forma, si antes de conocer los datos proporcionados por esta investigación formábamos parte de las 20 naciones más desiguales del mundo, es probable que realmente estemos entre las 10 más desiguales.
El diagnóstico es más duro de lo que pensábamos, o lo que las encuestas (que no llegan a las casas de los super-ricos) nos permitían concluir hasta ahora. No obstante, esto no debería sorprendernos. Desde el gobierno militar, prácticamente no se han tocado las bases que sustentan el modelo que permite la super acumulación de unos pocos. Y tres de los pilares que sostienen este particular edificio son:
1) Un sistema tributario con dispositivos creados y utilizados para esconder los ingresos y eludir el pago de impuestos (Fondo de Utilidades Tributables, exenciones al por mayor e integración de los impuestos que pagan las empresas con los impuestos que pagan los dueños de esas empresas).
2) Un modelo de relaciones laborales que barrió con la negociación colectiva y el derecho a Huelga y, por tanto, hoy los trabajadores no tienen ninguna capacidad de disputar las ganancias de las empresas y deben parar 20 días (saltándose las leyes) para obtener 30 minutos para almorzar o para frenar las persecuciones sindicales.
3) Una matriz productiva sin industrias, extractiva, dependiente del cobre, rentista, llena de oligopolios y que condena a las pequeñas empresas a ser unidades de segunda clase que deben soportar pagos a 120 o 150 días por parte de los grupos económicos made in Chile. Crear empleos de calidad bajo este esquema se hace cuesta arriba.
Tocar estos pilares, significa cirugía mayor e implica directamente afectar las ganancias de los superricos, los mismos que financian las campañas políticas y son capaces de aguantar movilizaciones y el repudio nacional con tal de salirse con la suya y no modificar la distribución entre capital y trabajo o cosas tan básicas como dar media hora de colación, pagar un bono por turno nocturno o subir un poco el sueldo base de los trabajadores.
El problema de la desigualdad es que vivimos en un país burbuja, donde mientras un pequeño grupo vive mejor que los ricos de Suiza, el 50 % de los trabajadores gana menos de $ 250.000 y en el 65 % de los hogares el ingreso mensual autónomo por persona es menor a $203.000 (Casen 2011).
¿Algún/a candidato/a se atreverá a proponer cambiar esta realidad con convicción, transparentará la crudeza y la magnitud del diagnóstico y presentará un proyecto país a mediano plazo? o ¿nuevamente el horno no está para bollos?
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