Economía-El burdo y mal pensado progreso
LOS CONSTRUCTORES DE MALLS SON LOS "DEPREDADORES" DE LOS RINCONES MÁS HISTÓRICOS Y BELLOS DE LAS CIUDADES CHILENAS
Por Walter Krohne
Los capitalistas y empresarios de la construcción parece que no son chilenos porque ciertamente no les interesa ni un ápice como se destruye Chile con las nuevas edificaciones y proyectos inmobiliarios. Son realmente los "depredadores" de un Chile que es obligado a abandonar su historia y los barrios antiguos.
Santiago se está convirtiendo en una basura urbanística con edificios que no obedecen a ningún estilo o línea arquitectónica. Lo único que les interesa a los inversores es el negocio y los millones y millones que las empresas constructoras ganan en cada proyecto. La autoridad no dice nada y prefiere el silencio para conseguir así cómodamente los ingresos por derechos municipales y posteriormente recibir las contribuciones e impuestos por la recolección de la basura que cada casa y cada departamento debe pagar cuatro veces al año.
Comunas como Providencia y Ñuñoa han resultado seriamente afectadas por la depredadora acción de las municipalidades y las empresas constructoras. Barrios enteros que mantenían sus antiguas mansiones han sido arrasados por las potentes palas mecánicas. No interesa que los barrios sean acogedores y gratos para vivir y hoy la mayoría de ellos están convertidos en calles o avenidas larguísimas que muestran las gigantescas estructuras de fierro y hormigón, cada uno con su estilo, convirtiendo el escenario en una gran atrocidad urbanística.
Nadie puede decir que la torre Costanera Center no es un monstruo que ha desmejorado notablemente la vista panorámica del Gran Santiago desde cualquier punto de la capital, ya sea del Cerro San Cristóbal, de Providencia mismo, de la cordillera o de los otros edificios que se levantan a sus alrededores o cercanías.
Pero el empresario Horst Paulmann, autor y ejecutor de este proyecto, convenció a las autoridades municipales y del Ministerio de Obras Públicas que "el monstruo" era válido comparándolo con la obra maestra de la Torre de Eiffel de la capital luz de París. Dijo que dicha obra, hoy mundialmente famosa y admirada por miles de turistas, había sido también odiada en un comienzo como ha ocurrido con el Costanera Center.
Así Chile, como no quiere ser menos, se ha sumado a la tendencia globalizadora de los países con recursos que construyen pequeñas ciudades verticales dentro de la gran ciudad. Es lo que distingue al Costanera Center que tendrá 64 pisos y 300 metros de altura, la torre más alta de Latinoamérica. Su verticalidad queda demostrada en que en un terreno de 47.000 metros cuadrados se ha levantado una superficie total de 700.000 metros que albergarán el centro comercial más grande de Chile, con más de 300 locales comerciales; oficinas para más de 5.500 personas con sus respectivos aparcamientos; y varios hoteles de cuatro y cinco estrellas.
Este tipo de construcciones verticales es un excelente negocio tanto para el constructor, la empresa o empresas constructoras y desde luego para la Municipalidad y la hacienda pública. Que el escenario sea un bodrio completo, no le interesa a nadie, tampoco la calidad de vida de la gente, porque no nos olvidemos que son proyectos ejecutados bajo los lineamientos de una severa política capitalista de libre mercado. Su diseñador, el arquitecto internacional Cesar Pelli, especialista en rascacielos, es también autor de las Torres Petronas de Malasia y del World Financial Center de Hong Kong.
Pero esta situación no sólo la vemos en Santiago, sino también en la lejana ciudad de Castro en la Isla de Chiloé, situado a 1.549 kilómetros al sur de la capital chilena, donde se levanta un centro comercial en medio de una población histórica como es la de esa ciudad chilota, apreciada por el turismo de todo el mundo. A través de fotografías tomadas desde distintos puntos de la ciudad, el Consejo de Monumentos Nacionales constató cómo la colosal estructura de comercio opaca a la iglesia de Castro, Monumento Histórico Nacional y declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.
Fue justamente un turista el que descubrió hace un año que una mole monstruosa emergía de las entrañas de la isla opacando la imagen de la histórica Iglesia de San Francisco de Castro. Pero igual que en el caso del Costanera Center nadie ha sido capaz de parar la obra que en su parte gruesa ya está prácticamente terminada. No lo olvidemos: El poseedor del capital es el que decide en Chile lo que se hace o no se hace; el pueblo carece de toda protección.
El mall de Castro |
Otro punto negro de progreso mal pensado y orientado sólo al burdo negocio, es la construcción de un mall en pleno borde marino de Valparaíso, ciudad también declarada Patrimonio de la Humanidad. Para el arquitecto Sebastián Gray lo que se quiere hacer allí “es un error grotesco que nos desnudará con vergüenza ante el mundo, lo que demuestra que en Chile no tenemos imaginación ni recursos para resolver dilemas urbanísticos importantes, que nuestra planificación es mediocre, retrógrada y que nos hemos resignado al camino más banal de todos, el del comercio de baratijas, para pretender un desarrollo urbano rentable aunque culturalmente estéril".
Algo similar ocurrió en San Antonio, donde, igual que en Valparaíso, la empresa portuaria levantó en terrenos de su propiedad un edificio gigantesco malogrando para siempre el panorama de la ciudad. En San Antonio ya no se ve el mar ni el puerto porque todo está cubierto con una construcción de varios pisos. Hoy funciona allí un mall y un casino de juegos de azar.
Otro ejemplo es el de Puerto Montt donde apareció en la costanera un monstruo similar que nada tiene que ver con la arquitectura tradicional de esa ciudad portuaria.
Las ciudades como consecuencia de los mall están perdiendo los verdaderos valores históricos, como los pequeños comercios y antiguos edficios que les dan valor y razón de ser a las ciudades. Lamentablemente, la "depredación" viene de arriba porque hoy existe la idea que los mall son los salvavidas de las ciudades, lo que simplemente obedece a una falta de imaginación dramáticamente simplista y hasta perversa.
¡Cómo están matando a Chile!
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