Política-Bachelet
LA CURIOSA CONFUSION DE
MICHELLE BACHELETT
Por Walter Krohne
Ha pasado ya una semana del retorno a Chile de la ex Presidenta Michelle Bachelet. Minutos después de volver a pisar tierra chilena se convirtió en candidata presidencial de la oposición, dejando atrás a miles de mujeres en el mundo con graves problemas económicos, sociales y de desigualdad, de quienes se ocupó por más de un año como Directora de ONU Mujeres.
Su aterrizaje político ocurrió en la comuna de El Bosque, donde unas 300 personas escucharon su discurso para anunciar su candidatura presidencial, que hasta ese momento era todavía "un secreto a voces". Sin embargo, sus propuestas hasta ahora son más de lo mismo, no hay novedades ni tampoco ofertas que permitan pensar que con ella podrían cumplirse las ilusiones de un sólido cambio político y social en Chile. Decir, por ejemplo, que hay que luchar contra la desigualdad, buscar la felicidad de los chilenos o terminar con el lucro en la educación, no es nada nuevo, es un chiste. Somos miles los chilenos que pensamos lo mismo desde hace 23 años y nada, seguimos esperando.
Hubiese sido espectacular haber escuchado un rimbonbante discurso de la ex Presidenta llamando a la construcción de un nuevo Chile, lo que plantea necesariamente una profunda reforma de las estructuras fundamentales del Estado. No fue así y tampoco lo será en el futuro, porque ciertamente ella no demuestra ser la líder "soñada" que hoy Chile necesita con urgencia. Es posible notar que ella no tiene la fuerza ni el deseo de comprometerse con decisión para convocar, por ejemplo, a una Asamblea Constituyente en la cual se pueda reformar completamente la Carta Fundamental y poder satisfacer las necesidad que con justicia piden los movimientos ciudadanos en todo Chile.
Hasta ahora, su oferta es insuficiente ante las expectativas de miles de electores que añoraron su presencia en Chile. Son propuestas mínimas y desordenadas y, porque no decirlo, hasta "demagógicas", porque la existencia del lucro o la desigualdad, no son problemas que haya que atacarlos por separado. El problema es global, es de un país inventado por una dictadura militar apoyada por los empresarios y la derecha. Hacer los cambios necesarios y urgentes, en el marco de una democracia, significa introducir modificaciones de fondo en las raíces mismas del Estado.
Necesitamos un nuevo sistema electoral, porque no podemos seguir con un Congreso empatado gracias al binominal, una reforma del aparato estatal, una descentralización nacional efectiva, una reforma laboral contundente, una educación gratuita como ocurre en la mayoría de los países de la OCDE, una reforma tributaria amplia con el propósito de hallar una más justa distribución impositiva (que paguen los que más ganan), el modelo económico debe necesariamente sufrir modificaciones otorgándole al Estado una mayor participación, hay que perfeccionar nuestra democracia, el sistema presidencialista fuerte debe ser modificado, los sistemas de salud y previsión social también deben ser reformados, hay que resolver el problema mapuche y de los pueblos originarios con ideas y no con el envio cada vez de un mayor número de carabineros a la Araucanía... es decir el trabajo que hay por delante es arduo y de largo plazo.
Aparte de la candidatura de Bachelet ninguno de las otros candidatos están tampoco en condiciones o muestran capacidades reales o el valor para emprender los cambios que Chile necesita. Si vamos a seguir midiéndonos sólo por el crecimiento del PIB y mirando las frías estadísticas de la macroeconomía, desviando la mirada y las ideas de los demás problemas, que son problemas reales, no podremos llegar a tener un pueblo contento ni igualitario.
Bachelet ha querido hacer notar que la novedad de su candidatura es que no está vinculada a los partidos políticos, a pesar de su filiación socialista. No quiere aparecer como "politiquera", término muy en boga tras la acusación contra el ministro de educación Harald Beyer. Quiere distanciarse de lo que hicieron, por ejemplo, los partidos de la derecha de nombrar a un condenado por fraude al Fisco como segundo vicepresidente de la Cámara de Diputados con el único propósito de conseguir un voto más para apoyar a Beyer en el tema del lucro y que a pesar de este lamentable paso tampoco lo lograron.
Pero entre las pocas declaraciones que ha hecho Bachelet, que sigue con su política del silencio, se limitó a decir, ante una pregunta periodística sobre el caso Beyer, que lo que ella quiere es que "las instituciones funcionen", pero justamente es esto lo que no está ocurriendo en Chile, como lo demostró la elección de un condenado por fraude en la testera de la Cámara.
La ex mandataria parece decir algunas cosas que la hacen ver un poco desorientada frente a la realidad de Chile: Sobre el lucro ya existe un proyecto para prohibirlo y que duerme en el Congreso; no es necesario presentar uno nuevo, como lo anunció ella. Con respecto a los partidos políticos, la "buena imagen alejada de la política" que quiso difundir le duró muy poco porque hoy ya comenzó sus conversaciones con el Partido Socialista y el PPD que la apoyan sin condiciones. Es que en una democracia no existe una campaña presidencial sin partidos o movimientos políticos y eso ella lo sabe perfectamente bien.
Muy de acuerdo en todo, porque haría ahora en un nuevo gobierno lo que no pudo o no trató de hacer en su gobierno anterior. Demagogia pura.
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