Por Tomás Bulat (*)
Pocos países en el mundo deben haber vivido las elecciones en Venezuela como determinantes de su propio destino, tal como ocurrió en la Argentina. Es natural que una elección que tiene como protagonista a uno de los íconos de la última década en América Latina llame la atención de la comunidad latinoamericana, pero otra muy distinta es vivirlo como si ese resultado cambiara algo en nuestro propio país.
De hecho, paradójicamente, si así fuera, no habría peor signo de colonialismo que el destino de un país sea determinado por los resultados electorales de otro. Es cierto que se pueden encontrar semejanzas simbólicas, pero las diferencias reales son significativamente más importantes.
Quienes crean que los resultados de las elecciones de Venezuela modifican en algo la situación política de Argentina tienen una mentalidad escapista importante. El 54% de Cristina en octubre no impactó en lo más mínimo en el 54% de Chávez, ni viceversa. Y el 44% de Capriles no modifica en absoluto el precario 17% de la oposición que más votos logró en octubre en nuestro país.
Más allá de las afinidades ideológicas y personales de los presidentes de ambos países, las realidades sociales, económicas y políticas entre Argentina y Venezuela son muy distintas.
Las diferencias económicas
Venezuela es básicamente monoproductora de petróleo y gas. La naturaleza ha sido muy generosa con ella y es así como en sus tierras se encuentran una de las mayores reservas de petróleo convencional y una de las mayores de shale oil del mundo. Tiene una población relativamente chica, de tan solo 28 millones de habitantes, lo que la convierte en la del mayor PBI per cápita de América del Sur.
Se trata del país cuyas exportaciones ascienden a casi 100.000 millones de dólares, monto del cual el 95% es explicado por el petróleo. Estas exportaciones las explica en gran parte PDVSA (Petróleos De Venezuela S.A.) cuyo único accionista es el Estado Nacional. De hecho, el presidente de esta compañía Rafael Ramírez Carreño es también el Ministro del Poder Popular de Petróleo y Minería.
Es decir que la venta de petróleo simplifica mucho la obtención de recursos por parte del estado venezolano. Las transferencias de PDVSA al estado alcanzaron los u$s 50.000 millones en 2011, mientras toda la recaudación impositiva del estado fue de u$s 26.000 millones. Además de ser la fuente de ingreso de una ingente cantidad de dólares con ventas que superan los 124.000 millones de dólares.
Otro dato interesante es que PDVSA se estima tiene cerca de 120.000 empleados. Es decir que con el trabajo de menos de 200.000 personas Venezuela tiene la mayor parte de sus ingresos fiscales y de moneda extranjera.
Producción argentina
La Argentina exporta por menos monto que Venezuela, de hecho, este año serán 82.000 millones de dólares. La diversidad productiva es amplia, y aun sumando todo el complejo sojero –incluidos aceites, pellets y porotos– no alcanza al 22% de las exportaciones. Otros productos agropecuarios como la industria automotriz, la minería, entre otras, representan partes importantes de nuestras ventas al exterior. Ninguna de las empresas exportadoras es de propiedad estatal. Además son millones los argentinos involucrados en la elaboración de los productos exportables.
Por lo tanto, la producción la hace el sector privado y luego es el Estado, mediante el cobro de impuestos, el que sustrae recursos a empresas y trabajadores para financiar los gastos que de él dependan.
También es privada la generación de los dólares vía exportaciones (fabricar el producto, conseguir el comprador, cobrar en el exterior) que luego es obligado a dejar al Estado.
Es por eso que Ricardo Etchegaray cumple un rol clave en el actual gobierno. Es el principal responsable de conseguir los recursos fiscales que el gobierno necesita y se ha convertido también en el principal responsable de implementar los mecanismos mediante los cuales se adquieren divisas en coordinación con el BCRA.
Al contrario de Venezuela, las empresas estatales son una carga fiscal más que un apoyo fiscal. Los subsidios a Aerolíneas Argentinas y la última colocación de deuda de YPF que tuvo que sostener el ANSeS son muestra de ello.
En resumen, para conseguir dólares y recursos fiscales, es más sencillo obligar a una sola empresa estatal, por ejemplo PDVSA, a que haga lo que la política necesita, que obligar a miles de empresas y de trabajadores a hacer lo que el Estado pretende y no lo que ellos consideran mejor. Esto último es definitivamente más complejo.
Cristina, y no Chávez, es peronista
Es interesante lo que dijo Chávez, que a Cristina muchos le dicen que es chavista, cuando en realidad él es peronista. Y lo cierto es que Chávez es chavista y Cristina es peronista. Es decir el movimiento político que hoy conduce Venezuela surgió hace 14 años y Chávez es su líder y fundador.
Cristina Kirchner pertenece a un partido que cumplió más de 65 años y de los cuales los Kirchner solo explican los últimos nueve años. El poder en los últimos años lo ha tenido el peronismo y un peronismo que ha tenido diversas etapas.
La etapa más confrontativa de los primeros años del gobierno de Perón, donde el lema se podía resumir en la frase “por cada 1 de nosotros caerán 5 de ellos”. Pero también está el peronismo más maduro que dijo que “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”.
Cristina Kirchner es una adelantada respecto a Chávez, ella ya sacó el 54% de los votos en octubre pasado. Pero los votos que la acompañaron son votos peronistas que ella lidera. Sin parte del peronismo nadie en la Argentina gana una elección en estos días. Y el peronismo tiene hoy ese debate. Si es el peronismo original (confrontativo y épico) o el peronismo maduro (negociador y pragmático).
Venezuela hace su historia con Chávez y la Argentina hace su historia con el peronismo. Esa es otra sutil diferencia.
(*) - Economista argerntino - Cronista Comercial
(*) - Economista argerntino - Cronista Comercial
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