Por Walter Krohne
Cuando alguno de los candidatos le pida que vote por él para así luchar por un “Chile justo”, no le crea ni una palabra porque son puras pamplinas. El “Chile justo” no existe ni podrá existir mientras esté vigente el actual modelo económico-político implantado por la dictadura. Esto significa que si usted se ha hecho esperanzas de algún cambio para después de las elecciones, bórrese todas esas ideas de la cabeza, porque su vida seguirá igual o mucho más difícil. Nos referimos a ambas elecciones, las municipales del domingo y las presidenciales de noviembre de 2013.
Los temas de la agenda continuarán prolongándose y más bien complicándose. Las marchas por las calles se reanudarán cada vez con menos sentido, porque mientras los políticos no estén dispuestos a dialogar nada se resolverá por la vía democrática. En un sistema de presidencialismo duro y un Congreso empatado es como hablar frente a una muralla. El capitalismo, que es el punto vertebral más importante del modelo, seguirá siendo injusto con la clase trabajadora y favorecerá siempre a los ricos, incrementándose la abismal distancia que existe con los pobres. El problema de la Encuesta Casen es una “teleserie mal hecha” porque el problema no es una falla estadística o una aplicación de sistemas diferentes de cálculo, la realidad es su resultado que podrá variar en décimas hacia arriba o hacia abajo, pero sigue en el fondo en un 15% de pobreza que permanece inamovible desde los gobiernos de la Concertación. Todo lo demás es populismo y perspectivas equivocadas que sólo están orientadas a ganar más votos en las próximas elecciones.
Escucho a la joven dirigente comunista Camila Vallejo hablar del “Chile más justo” que todos venimos oyendo desde hace cuarenta o cincuenta años sin que hasta ahora se haya logrado grados de justicia que le permitan a la gente, especialmente a los más pobres, vivir en un sistema en el cual puedan encontrar la protección que necesitan.
Fíjese que en Chile el problema de las farmacias no se puede resolver porque cualquier medida que se adopte, que sea aceptada estrictamente por las reglas del mercado, no terminará con el problema central de los altos precios que cobran por los medicamentos. A esta conclusión se llegó en una reciente entrevista periodística del Canal 24 Horas con el Presidente del Colegio Farmacéutico, porque las farmacias siempre se defenderán subiendo o bajando los precios con o sin colusión, ya da lo mismo. Una de las soluciones sería la regulación o fijación de los márgenes de ganancias que pueden llegar a tener las farmacias por los medicamentos que venden. Pero esto sería brutal, no se puede hacer porque se rompería el equilibrio capitalista del mercado, como dirían los ministros de Hacienda y de Economía y el propio Presidente de la República, aunque los pobres tengan que vender lo poco que tienen para poder pagar los medicamentos que requieren para seguir con vida.
Lo mismo pasa con todas las cosas en Chile. Las contribuciones , por ejemplo, vuelven a subir en marzo y muchos jubilados que han trabajado toda la vida para cumplir con el viejo anhelo de la casa propia, se ven ahora obligados a tener que venderla porque no pueden pagar el impuesto que cobra el Estado cuatro veces al año. Esto ocurre especialmente en comunas como Ñuñoa y Providencia, mientras a los ricos les perdonan impuestos como ha ocurrido recientemente con el caso de la firma Johnson’s adquirida por Horst Paulmann (dueño de Cencosud y la cuarta fortuna chilena) quien además acaba de comprar en Colombia la cadena Carrefour por 2.600 millones de dólares. ¿Cuánto le queda a Chile de esta inversión? Nada, cero peso, a pesar de los beneficios que ha recibido Paulmann en este país, como es, por ejemplo, el perdonazo tributario.
Es decir, como se ve el panorama por los ejemplos que hemos dado, sin mencionar otros rompecabezas como son la salud, el cobro injusto por el uso de las autopistas, los estacionamientos en las calles de las que se han apropiado las Municipalidades, las malas condiciones laborales, los bajos sueldos, los obstáculos para que los trabajadores se sindicalicen etc. etc. , no nos hacen ver el “país más justo” que ofrece Vallejo, el Partido Comunista y muchos otros políticos. La derecha sabe que lo que construyeron en dictadura fue un plan vitalicio para los ricos y sus amigos. En este sentido, Camilo Escalona tiene razón cuando dice que el camino no es una Asamblea constituyente como se está pidiendo, porque esa vía va derecho al fracaso en el Congreso por los niveles de votación que se requerirían para aprobarla, lo que es imposible de lograr en un Parlamento empatado.
Sin embargo, todo esto no anula la necesidad urgente que hay en Chile de cambiar tres cosas: 1.- El binominal, 2.- la Constitución; y 3.- la tributación, porque es perfectamente lógico que los que ganen más paguen también más, como ocurre en Europa, especialmente en Francia. Así podremos tener un Estado moderno y sólido y reemplazar la reforma de “calculadora” que acaban de aprobar el Gobierno derechista y “nuestros” congresistas, con la cual lo único que logramos es exponernos a la risa de todo el mundo al presentarnos como un país con ansias desesperadas de crecer y crecer para ser lo antes posible un país desarrollado…. ¿desarrollado para quíen o quiénes?
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