El atentado perpetrado en Pakistán por los talibanes será quizá el primero de una serie de ataques brutales que tendrán como escenario el país donde fue muerto el líder terrorista Osama bin Laden el 2 de mayo pasado.
Los talibanes, como también otros grupos y organizaciones islamistas, no perdonarán a Pakistan, cuya vinculación a misiones secretas que descubrieron el escondite de bin Laden, programaron el asalto al lugar y posteriormente lo mataron, no está muy clara. Solamente hay que pensar que el comando estadounidense de Seal Navy tuvo de alguna manera que informar a las autoridades pakistaníes del sobrevuelo de los cuatro helicópetros que participaron en la operación, porque de otra manera podrían haber sido derribados por la seguridad aérea de Pakistán.
El doble atentado suicida de ayer contra una academia de policía, que causó unos 88 muertos y 105 heridos, de ellos 25 en estado grave, ya fue reivindicado por los talibanes como venganza al “asesinato de Osama Bin Laden”. Entre las víctimas fatales figuran 79 reclutas y 9 civiles. El ataque se produjo en la academia de policía de la ciudad de Charsada, al noroeste de Islamabad.
"Ésta es la primera venganza por la muerte de bin Laden. Habrá más" dijo a la agencia Reuters el portavoz Ehsanullah Ehsan del movimiento talibán paquistaní (TTP). Se trata del primer ataque de envergadura desde la muerte del líder de Al Qaeda ocurrida en la localidad paquistaní de Abbottabad.
El TTP prometió vengar su muerte. El mismo 2 de mayo, una bomba detonada a distancia estalló también en Charsada, cerca de una mezquita, y mató a nueve personas.
En el momento de las explosiones, los reclutas de la academia de policía se disponían a volver en autobuses a sus domicilios tras varios días de entrenamiento en el centro de formación. Al menos quince de estos autobuses sufrieron destrozos a causa de las potentes explosiones.
En un comunicado de condena, el primer ministro paquistaní, Yusuf Razá Guilani, criticó que los insurgentes no tengan "ningún respeto por la vida humana o por la religión" y que sigan "su propia y vil agenda" política.
Aprovechó para reiterar la voluntad de Pakistán de luchar contra el terrorismo, en un momento en el que la comunidad internacional ha puesto en duda la sinceridad de los esfuerzos del país y el papel de su Ejército y sus servicios secretos (ISI).
Estos días, y pese a las sospechas, Razá Guilani se ha esforzado por recordar que son los paquistaníes quienes han pagado un coste mayor en el escenario posterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos: 30.000 civiles, dijo, y otros 5.000 miembros de las fuerzas de seguridad han muerto desde entonces en ataques insurgentes u operaciones militares.
Este año los talibanes han atentado en varias ocasiones contra las fuerzas de seguridad paquistaníes, con especial intensidad en la provincia noroccidental de Khyber-Pakhtunkhwa (KPK), como por ejemplo en el atentado contra otro centro de reclutamiento militar que dejó 31 cadetes muertos en Mardán el pasado febrero.
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