Por Walter Krohne
Como muchos otros estudiosos de los conflictos sociales dijimos ya hace varios años que el planeta no podía seguir viviendo bajo un sistema en que la clase minoritaria de los ricos no sólo controla el capital y maneja el poder político, sino también se niega a pagar los impuestos justos. Esto nos iba a conducir tarde o temprano a una rebelión social apenas las masas de descontentos tuvieran los mecanismos adecuados para poder organizarse.
Hoy están dadas las condiciones para la rebelión gracias a las nuevas tecnologías. En cuestión de segundos la comunicación a través de las redes sociales de internet permite la transmisión de ideas, reflexiones, análisis, archivos y también los puntos de acción o formas de protesta. Con ellas el ciudadano está dejando de ser un sujeto pasivo y está pasando a ser activo.
El descontento es generalizado porque crece y crece alimentado por una fuerte frustración social, lo que se podría haber evitado con un neoliberalismo “más social”, permitiendo a través del estado una adecuada distribución de la riqueza y evitar así las grandes diferencias que hoy se dan y agotan la paciencia de aquellos que están años insertos en una rutina diaria y viven endeudados, sin esperanzas y al borde de la pobreza.
En los países árabes la rutina y el cansancio elevó la voz de los sin voz para derrocar a los dictadores que tenían a “sus súbditos” viviendo bajo condiciones irrisorias, especialmente en materia de derechos humanos. Cayó el régimen en Túnez y luego en Egipto. Los demás están colgando de un hilo y luchan para prolongar lo más posible la permanencia en el poder, lo que ha sido visto como una actitud irresponsable por el alto costo en vidas humanas y a la larga o a la corta sus líderes van a tener que abandonar de todas maneras el poder y el país ya sea vivos o muertos.
Sin embargo, el movimiento que han iniciado miles de jóvenes en España, que ahora se ha extendido también a Italia, es la misma lucha pero con otro nombre y formas diferentes de acción, pacifistas y sin violencia al estilo y filosofía de Mahatma Gandhi, quien una vez dijo que “la violencia es el miedo a los ideales de los demás”.
Los manifestantes no indican con el dedo a los dictadores, sino a los políticos que a veces aparecen como mucho peores, porque viven como faraones, trabajan poco, cobran mucho, no resuelven los problemas reales de la gente y están coludidos con la minoría poderosa de los ricos, que, como poderosos, son mundialistas y carecen de un interés desmedido por el país donde viven y hacen los negocios. El único objetivo de ellos es duplicar la riqueza cada año.
Lo que ocurre en España con el M-15 y ahora en Italia, es un camino muy difícil de enderezar para los respectivos gobiernos, especialmente en el primero porque el domingo se celebran elecciones comunales y regionales. Los ataques de la fuerza pública están descartados de plano, porque si llegara a producirse sólo un muerto sin haberse lanzado antes ni siquiera una sola piedra contra la policía, se produciría una situación impredecible. Hay que destacar dos cosas que son intransables en estos movimientos ciudadanas: 1.- El pacifismo y 2.- la no representación política, porque la lucha pacífica es justamente en contra de los partidos y los políticos o para simplificar, contra el sistema imperante.
El movimiento recién nacido en Europa tiene a las redes sociales como base comunicacional, igual que en los países árabes. Las agitaciones no se van a quedar en España o en Italia, sino que van a seguir extendiéndose por Europa, aunque antes habrá que ver lo que ocurrirá en el centro de Madrid donde centenares de jóvenes están acampando y la Junta Electoral de España ha reiterado la prohibición de la protesta debido a las elecciones. Por otra parte, ya se escucha que los jóvenes están invitando a Grecia para que se integre. ¿Y luego? ¿Qué pasa en América Latina?
En Chile las convocatorias a nuevas movilizaciones para protestar contra el mega proyecto de HidroAysén y por el escuálido financiamiento estatal a la educación, ya se hacen a través de internet, en un escenario que por las injusticias sociales parece tremendamente fértil para que estos movimientos crezcan en grande. La injusticia social de la que hablaba el político Francisco Vidal en un programa de televisión esta semana, es justamente el caldo de cultivo que puede armar un nuevo foco de conflicto social, porque así como Vidal también hablan en la misma forma ahora muchos otros políticos que estuvieron veinte años en las cúpulas de los gobiernos concertacionistas e hicieron poco para superar los más graves problemas, ya que siempre prefirieron gobernar muy pegados a los poseedores del capital.
Pésima distribución de la riqueza, ganancias estratoféricas de los dueños del capital, intervención en la política y en el estado de los poderosos, una educación convertida en negocio privado, una salud que no funciona y donde lucran nuevamente los ricos y poderosos en hospitales, clínicas, atenciones médicas y farmacias, altos impuestos para la clase media y muy bajos para los ricos y una banca usurera, son algunos de los problemas más graves que están alimentando el descontento social nacional.
Como vemos, el rechazo de la actual gobernabilidad, la gestión administrativa y la clase política, son temas mundiales y las movilizaciones llegarán tarde o temprano a los países latinoamericanos donde los políticos viven como reyes y el pueblo como el verdadero marginado, sin voz y sin perspectivas, enlodado en una fuerte frustración social.
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