Por Roberto Mejía Alarcón
Director de Crónica Viva de Lima, Perú
Quienes hoy se lamentan del ascenso del comandante Ollanta Humala en las encuestas de opinión, es curioso, son los mismos que se han encargado de levantar el monumento a su popularidad política. Tanto afirmar que se trata del candidato antisistema lo ha convertido en el mesías esperado de grandes sectores de la población, esa que hoy se encuentra desilusionada y que ve en los candidatos de la derecha los rostros y gestos de quienes durante años y años no han cumplido con la promesa solemne de cambiar la situación social y económica de los excluídos de siempre.
¿Quiénes son los que ahora lloran en estos momentos tan cruciales para la democracia? En primer lugar, los mismos candidatos, entre ellos Toledo y en orden descendente Keiko Sofía, Kuczynski y Castañeda. El de Cabana desde un comienzo centró su artillería oral contra tres personajes: el presidente García, Fujimori y Humala. En el primer caso, la estrategia le resultó favorable, en tanto supo hacerse la víctima de las tomaduras de pelo del todavía ocupante de la Casa de Pizarro. En el segundo, entró en errores al adjudicarse algunos logros, sobre todo de orden económico, toda vez que los cimientos de la política neoliberal se construyeron en los años del régimen autocrático. Y peor aun, cuando hizo recordar que no había logrado hacer realidad el "chorreo" de la macroeconomía, tan esperado por la población marginada. En el tercer caso, pecó de ingenuo al "ningunear" al militar en retiro, olvidando que éste en el proceso electoral del 2006 fue nada menos que uno de los finalistas en la segunda vuelta y que su derrota fue fruto, en realidad, de una campaña intensa que lo presentaba como un ser diabólicamente "chavista". Toledo ha vivido en esta campaña una suerte de fiesta loca, embriagado de soberbia por los "encuestólogos" y ha descuidado el proselitismo en regiones como las del sur andino y de la sierra central, donde Humala arrastra multitudes.
Los otros candidatos, llámense Keiko Fujimori, PPK y Castañeda, en realidad han servido de peones de brega, tratando de hacer suyas las preferencias de quienes son los verdaderos escribas de la agenda política, es decir los inversionistas, sobre todo quienes representan a las trasnacionales, los empresarios conservadores, para quienes el trabajo humano "no es otra cosa que una mercancía", y de los "lobbistas" de las agencias financieras, entre otros personajes del "jet set". Sus discursos cargados de promesas, poco o nada han servido para desnudar la realidad nacional, con toda la crudeza del caso, como si el sistema imperante fuera la más grande maravilla del mundo. Estos candidatos no tuvieron en cuenta que ahora hay un electorado que posee un mayor caudal de información y que sabe que la economía neoliberal no es un dogma, tanto que sus descalabros han traído como consecuencia ruina y pobreza en países poderosos, inclusive en aquellos que vienen viviendo bajo el amparo del euro, como es el caso de España, Portugal, Grecia.
Pero sería injusto negar que hay otros responsables de lo que está ocurriendo. Los grandes medios de comunicación –sobre todo la televisión ávida de sintonía– se han convertido en los artífices de este encumbramiento humalista. Así de claro. Machaconamente han buscado información y han "creado" noticia sobre las andanzas y las vinculaciones del candidato que se presenta bajo la aureola del izquierdismo. Han tomado nota de sus discursos, para luego preguntar sobre el particular a sus ocasionales rivales; lo han descalificado por contar con asesores brasileños, como si ello fuera un delito, e, inmediatamente, han buscado comentarios en contrario; le han promovido identidades con políticos reformistas, como si tal no fuera una opción de cada quien, para correr luego en procura de las críticas de todo orden. Ingrata y errónea tarea encomendada, por lo demás, a bisoños reporteros que no hacen otra cosa que seguir las pautas de sus poco hábiles jefes en este quehacer de la política y cuya labor informativa rebota luego, a traves de la "caja boba", con los resultados que hoy se advierten: un candidato antisistema que se ha convertido en una especie de personaje que pretende reivindicar a los excluidos, a los disconformes, a los desesperanzados... que suman millones con derecho a voto.
Ya entramos al mes de abril, el mes de las definiciones. Trasciende que hay un 52 por ciento de ciudadanos que no cree en las encuestas y que hay 30 por ciento que no quiere adelantar opinión. ¿Qué pasará el domingo 10? ¡Vaya uno a saber!
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