El domingo se definirá gran parte del futuro peruano
EL MIEDO A KEIKO FUJIMORI, LA CLAVE DE LAS ELECCIONES EN PERÚ
Por Ángel Páez

De ganar el balotaje la candidata, como adelantan
las últimas encuestas aunque reduciendo su ventaja, Perú tendría desde el 28 de
julio el cuarto mandato presidencial fujimorista (1990-2000), un régimen
signado por la violación de derechos humanos y el rompimiento institucional
mediante un llamado autogolpe.
El 31 de mayo, y en otras dos ocasiones anteriores,
multitudes de manifestantes en Lima y en las principales ciudades del país
expresaron su rechazo a la candidatura de Keiko Fujimori, en protestas similares
a las que afrontó como informal primera dama durante el proceso de reelección
de su padre por tercera vez, en 2000.
Keiko Fujimori, de 41 años, disputa la jefatura de
Estado con el banquero, Pedro Pablo Kuczynski, de 77, primer ministro y ministro
de Economía del gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006). Los dos repiten como
candidatos, tras quedar ella segunda y el tercero en los comicios de 2011,
donde triunfo el nacionalista Ollanta Humala.
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Pedro Pablo Kuczynski, de 77, años de edad |
Desde el año pasado, Keiko Fujimori buscó proyectar
una imagen alejada de las prácticas autoritarias de su padre, en una estrategia
salpicada de ofertas populistas, destinada a neutralizar el voto
antifujimorista que la llevó a la derrota en 2011.
Pero durante la campaña iniciada en enero, la
candidata ha enfrentado un crescendo de acusaciones de financiamiento de origen
sospechoso, manipulación de los medios, imputaciones falsas en agravio de sus
opositores y otras prácticas indebidas que recordaron la actuación de su padre.
“Para nosotros que hemos combatido el autoritarismo
y la corrupción del gobierno de Alberto Fujimori, creemos que un triunfo de su
hija Keiko Fujimori significará un retroceso de las conquistas democráticas”,
dijo Salomón Lerner, exprimer ministro de Humala.
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Keiko Fujimori, de 41 años |
De acuerdo con la Oficina Nacional de Procesos
Electorales, Fujimori ha reportado ingresos por más de tres millones de
dólares, frente a los 2,2 millones del centroderechista Kuczynski.
Entre los principales financistas de la candidata
figuran antiguas autoridades del régimen de su padre o allegados a este,
algunos involucrados en la actual investigación por lavado de activos durante
su campaña de 2011.
El narcotráfico, más que una sombra
En 2013, el gobierno de Estados Unidos acusó a un
contribuyente a la campaña de 2011, el empresario Luis Calle, de ser “capo del
narcotráfico internacional” y de dirigir una organización de legitimación de
capitales.
También en 2013, la procuradora de lavado de
activos, Julia Príncipe, denunció ante la fiscalía al congresista fujimorista
Joaquín Ramírez de poseer bienes por más de 7,1 millones de dólares de origen
sospechoso, al año siguiente Keiko Fujimori lo ungió como secretario general de
Fuerza Popular.
La candidata dio todo su respaldo a Ramírez incluso
cuando la fiscalía especializada en legitimación de capitales abrió una
investigación formal en su contra.
Y volvió a ratificarlo en su cargo cuando el 15 de
mayo, la cadena estadounidense Univisión y el programa limeño “Cuarto Poder”
difundieron una investigación conjunta que reveló que la Agencia Antidrogas
(DEA, en inglés) investigaba a Ramírez.
El testigo protegido de la agencia estadounidense,
Jesús Vásquez, declaró que había grabado a Ramírez cuando este supuestamente
afirmó que Keiko Fujimori le ordenó “lavar” 15 millones de dólares,
presuntamente obtenidos del narcotráfico, con el fin de financiar la actual
campaña presidencial.
Pese al pertinaz respaldo de la candidata, Ramírez
se vio obligado a dejar temporalmente la dirección de Fuerza Popular, después
que las autoridades peruanas anunciaron un viaje a Estados Unidos para
entrevistar a Vásquez.
Cuando se creía que el escándalo había concluido,
el programa de televisión “Las cosas como son” difundió un audio en el que
supuestamente Vásquez se retractaba de la acusación. Poco después la productora
del programa, Mayra Albán, denunció que el audio había sido trucado y que quien
lo había entregado era el jefe de campaña de Fujimori, José Chlimper.
Se trataba de una operación del fujimorismo para
desacreditar al testigo protegido, cuyas acusaciones hicieron recordar a
analistas y políticos opositores a la candidata y a su padre, que durante el
gobierno de Alberto Fujimori, el narcotráfico fue una de las mayores fuentes de
corrupción, según demostró la justicia.
Por sombras como las del narcotráfico, para el
exprocurador anticorrupción Julio Arbizu, “un triunfo de Keiko Fujimori
representa para la democracia peruana, a nivel simbólico, un ejercicio de
masoquismo indigno de quienes ya sufrieron el crimen y el horror del gobierno
de su padre”.
“Su elección supondría el respaldo de un proyecto
que vulneró todos los principios democráticos”, añadió quien dirigió la lucha
contra la corrupción en el país entre 2011 y 2014.
El miedo a Keiko Fujimori
La congresista Rosa Mavila presidió una comisión
investigadora sobre la relación del narcotráfico con la política y emitió un
informe en el que mencionaba algunos nexos con el fujimorismo.
“A fines del gobierno de Fujimori, y cuando era
primera dama, Keiko Fujimori intercedió ante su padre el presidente Alberto
Fujimori para que indultara a las hermanas Martínez, entonces presas bajo la
acusación de presunto narcotráfico”, recordó la legisladora de una alianza de
cenroizquierda a IPS.
Fujimori las dejó libres y cuando en 2006 su hija
fue candidata al Congreso legislativo, “las hermanas Martínez aportaron a su
campaña electoral. Y este no es el único caso”, dijo Mavila.
“Durante el gobierno de Fujimori el narcotráfico
tuvo una poderosa influencia”, afirmó.
Como ejemplo citó el caso del narcotraficante
Fernando Zevallos, absuelto cuatro veces durante aquel periodo y que resultó
condenado a 20 años en cuanto asumió la presidencia Toledo.
“En lugar de espantar cualquier sombra de duda,
Keiko Fujimori ha defendido a acusados de lavado de activos, como es el caso
del congresista Joaquín Ramírez”, dijo Mavila, quien recordó cómo el dirigente
fujimorista se escudó en la inmunidad parlamentaria para evitar que se le
investigase.
“Inmunidad no es impunidad. Eso deben entender los
fujimoristas”, afirmó la legisladora.
En la marcha contra la candidata del 31 de mayo la
consigna más reiterada y sonora fue justamente el rechazo a la formación en
Perú de un “narco Estado”, si el domingo triunfa en las urnas hija del ahora
preso Alberto Fujimori