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BACHELET Y MATTHEI: VIDAS ENTRECRUZADAS
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Por Sergio Micco
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Por Sergio Micco
Bachelet y Matthei nos hablan a las claras de la mayor
revolución acaecida en Occidente durante el siglo pasado: la irrupción de la
mujer en la economía, el Estado y la ciencia. Sería bueno que los hombres,
durante la campaña presidencial, nos preguntemos si estamos dispuestos a
ingresar al espacio doméstico y vivir sus alegrías y miserias. Debemos hacerlo,
si creemos en familias con hijos fundadas en parejas estables.
Esperamos que la
campaña no haga algo anecdótico de esta novedad: dos mujeres se han tomado el
podio. Esta debería ser oportunidad para políticas públicas que promuevan tanto
una nueva masculinidad como una nueva femineidad.
Las vidas de Bachelet y Matthei tomaron dolorosamente rumbos
separados el 11 de septiembre de 1973. Una estuvo en el bando de los vencidos;
la otra en el de los vencedores. Cuarenta años después, el pasado se resiste a
morir. Ni siquiera es completamente pasado. Matthei sabe que si este conflicto
domina la discusión, ella se expone a una gran derrota, quizás no sólo
electoral.
Bachelet, por otra parte, no tiene por tarea saldar cuentas con el
pasado, sino hacerse cargo de desafíos nacionales enormes. Sin embargo, por
mucho que ambas eviten el tema, la prensa internacional y la fuerza de las
cosas las obligará a volver a él. Anhelamos gestos de grandeza que demuestren
que ambas representan a un Chile que sabe mirar de frente una dolorosa verdad,
pedir y aceptar el perdón, reparar y mirar hacia adelante.
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Bachelet y Matthei tienen ideas políticas claras y
definidas, los claroscuros no van bien con ellas. Una teme una revolución de
expectativas, la impaciencia de los suyos, una economía a la baja y un Congreso
empatado.
La otra promete una campaña alegre y entretenida, pues sabe que los
chilenos están insatisfechos con su sector, que se encuentra a la defensiva y
asustado. Ambas jugarán a moderar dichos y promesas, porque la conquista del
centro y la realidad socioeconómica lo exigen.
Pero una es de derecha y cree en
la libertad mercantil que genera crecimiento y empleos; la otra es de izquierda
y cree en la igualdad que sólo un Estado activo puede proveer. El conflicto es
inevitable. Esperamos que se resuelva en un compromiso gubernamental claro. Los
acuerdos desde arriba, ambiguos y para unos pocos están agotados.
Por último, Bachelet y Matthei tienen estilos políticos
diferentes. Michelle es a Evelyn lo que Cory Aquino fue a Margaret Thatcher, o
Patricio Aylwin a Ricardo Lagos. Antes se creyó que el liderazgo femenino
cuidaba las relaciones más que los resultados; los afectos y las emociones más
que las normas y principios; la empatía, la cercanía y la cooperación antes que
la competencia, la distancia y el mando. Ya lo veremos.
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Las vidas de Michelle Bachelet y Evelyn Matthei se cruzarán de nuevo después de tantos años, esta vez en la arena política, una para vencer y la otra para perder. ¿Cómo será la campaña? No me atrevo a decirlo, pero no me la perdería por nada en el mundo.
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Las vidas de Michelle Bachelet y Evelyn Matthei se cruzarán de nuevo después de tantos años, esta vez en la arena política, una para vencer y la otra para perder. ¿Cómo será la campaña? No me atrevo a decirlo, pero no me la perdería por nada en el mundo.
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