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EL LLAMADO DEL ARZOBISPO
Por Camilo Escalona

Ante la cercanía de los comicios presidenciales y
parlamentarios de noviembre, el arzobispo de Concepción, monseñor Fernando
Chomali, ha enviado una Carta Pastoral a las diferentes candidaturas “para
compartir algunas ideas” como señala su texto y “un servicio” motivado por su
deseo de ayudarles en su “noble vocación política”.
Resulta ser muy importante este esfuerzo, ya que frente a
las dificultades por las que atraviesa la política, dice monseñor Chomali, “el
desencanto…es un fenómeno demasiado serio si queremos fortalecer la democracia
y el Estado de derecho”.
Lo primero, en su opinión, es no caer en las
descalificaciones que denigran el ejercicio de la política, comprendiendo que
la persona con la cual se compite no es “irreconciliablemente distinto” y, más
aun, “también lleva algo de razón en sus propuestas”. Este es un aspecto
importante de su mensaje.
Se ha demostrado, una y otra vez, que ningún protagonista
puede sentirse dueño de la verdad absoluta. Hay que asumir que es el pluralismo
y la diversidad en el ámbito de las ideas un factor necesario en el
fortalecimiento de la democracia. La intolerancia expresada en la actitud de
querer suprimir las ideas distintas solo puede empujar hacia abusos de poder,
por ello, fue que en 1989 se erradicó el antiguo artículo octavo de la
Constitución que pretendía proscribir las ideas.
Luego, monseñor Chomali critica el “marcado acento
economicista” que ha imperado en los temas del desarrollo, señalando a
continuación que ello “ha ido en desmedro de una preocupación por construir una
sociedad más fraterna, más solidaria y más amable”. No cabe duda que este es el
centro de gravedad que debiesen abordar las fuerzas pensantes del país, de cara
al tiempo que se avecina.
Este “acento economicista” es el freno conceptual que ha
tenido el sistema político para frenar y hacer retroceder la aguda desigualdad
que se ha generado en nuestro país. Por cierto, soy contrario a cualquier
aventura que provoque inflación, desempleo, escasez y carestía para el mundo
popular.
Pero ello no puede detener el verdadero esfuerzo
civilizacional en el ámbito intelectual, político y social en la búsqueda de
alternativas progresistas que liberen a la comunidad de los abusos monopólicos,
de la asfixia a los pequeños productores, de los atropellos a los consumidores
y de la arbitrariedad a los trabajadores.
La sociedad actual no puede ni debe seguir denigrando y
desconociendo el valor del trabajo humano, especialmente en el caso de la mujer
trabajadora que, muchas veces como Jefa de hogar, debe sacar adelante su
familia en muy difíciles condiciones.
En este sentido, revertir las consecuencias del
“economicismo” y avanzar hacia un desarrollo inclusivo y de rostro humano será
el gran desafío, ante el inminente cambio de gobierno que hoy se presenta ante
el país.
Derrotar el crecimiento de la desigualdad permitirá una
sociedad democrática más robusta y estable.
En el terreno práctico los ejes de la preocupación señalados
por la Carta Pastoral son la familia, la educación y el emprendimiento,
coincidiendo con la necesidad de superar el gran déficit en estos ámbitos. Sin
una familia sólida no puede haber formación educacional exitosa y ambas apuntan
hacia fortalecer los múltiples emprendimientos que debiesen dar vigor a un
desarrollo inclusivo y humano.
Del mismo modo, monseñor Chomali solicita como parte de los grandes
temas de preocupación de la Iglesia Católica el respeto a la vida humana en
todas sus etapas y la inclusión de los pueblos indígenas como parte de una
visión integradora del Chile que debemos compartir y forjar en conjunto.
En síntesis, su convocatoria es a lograr que la pasión
política no enerve el diálogo en estos meses para “mantener viva la esperanza y
apartarse del desaliento como lo pide el Papa Francisco”.
Ese desafío vale la pena.
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