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lunes, 3 de diciembre de 2012

¿SE PUDO HABER EVITADO LA HAYA?

Por Ricardo Israel

En el Blog que gentilmente me ofrece La Tercera, al menos desde el año 2008 he tenido la oportunidad de escribir sobre este tema. En uno de estos artículos señalaba un hecho que siempre me ha sorprendido: el por qué no había figurado en las últimas campañas presidenciales.

Allí me preguntaba como Perú había logrado llevarnos a La Haya creando un contencioso donde no lo existía: en segundo lugar, a partir de esta artificialidad había logrado concretar su objetivo con paciencia y persistencia, donde la característica marcada era que la acción peruana no se había limitado a lo jurídico, sino que había tenido características políticas y sobre todo, estratégicas. En tercer lugar, las acciones de nuestro vecino han estado ligadas con la evolución de nuestras relaciones y negociaciones con Bolivia, donde es un objetivo primordial que su frontera sur se mantenga con Chile. Por último, a pesar de los altos y bajos en las relaciones diplomáticas y políticas, en general las relaciones policiales y militares han sido estables y hasta buenas en este periodo, por lo que felizmente se descarta cualquier tipo de preocupación bélica.

El inicio de las fase oral de los alegatos y lo que dijeron los representantes peruanos en su apertura este 3 de Diciembre del 2012, me da luces que a diferencia nuestra, este tema no es solo jurídico para Perú, sino que por sobre todo tiene componentes históricos y emocionales que se relacionan todavía con la Guerra del Pacífico, por lo que en otras palabras, este fallo no va a terminar con los diferendos limítrofes, sino que puede incluso ser el origen de otras reclamaciones. Es cierto que el Agente Peruano habló de que este era el último conflicto, pero lo mismo dijo su entonces Ministro de Relaciones Exteriores después de la firma de las Actas de Lima en 1999, que supuestamente había puesto ese punto final, tan solo para que el año siguiente nuestro vecino partiera con los pasos legales para lo que hoy nos ocupa.

Me encuentro entre quienes no tienen duda alguna que la razón jurídica asiste a Chile, además de una práctica ininterrumpida de soberanía, aún en el día de hoy, y que durante décadas no fue cuestionada por nadie, y confirmada en actas oficiales y decretos de gobiernos peruanos.

Perú solicitó hoy la aplicación de la Convención del Mar, aunque no la ha firmado en las partes pertinentes. Más aún, Chile publicó sus cartas náuticas, las que son exigidas por el Derecho Internacional para esa Convención, pero el discurso peruano agregó algo que obviamente no era necesario: que se había hecho “sin la autorización del Perú”.

Sin embargo, eso es parte de la ecuación. Chile tiene un competente equipo jurídico, pero no ha contado con una estrategia política global a la altura del desafío, por lo que en general somos sorprendidos por las acciones de nuestros vecinos, limitándonos a reaccionar, a veces en forma tardía. Aquí no hay crítica alguna a ningún gobierno en particular, ya que estamos hablando de algo que se presencia hoy por las pantallas, se lee en los diarios y se reacciona en las redes sociales, pero que ha atravesado desde el General Pinochet a cuyo Ministro de Relaciones Exteriores se le presentó el primer memorándum a través del Embajador Bakula, atraviesa los gobiernos de la Concertación que reciben de sus similares peruanos encabezados por Toledo y García los pasos que terminan en La Haya, y por cierto, el actual.

Es decir, estamos hablando de una estrategia que ha sido continuado por gobiernos de signo distinto sin mayores rupturas, donde el equipo jurídico no se le puede reprochar nada ya que hacen su trabajo. Se agradecer la unidad nacional, pero alarma el hecho que el Estado chileno no se haya preocupado de la misma forma de los elementos políticos y estratégicos presentes en este contencioso, lo que nos ha llevado a ser sobre todo reactivos.

El tema para Chile no es menor, ya que afecta la arquitectura misma de las relaciones internacionales y de Defensa de nuestro país, ya que esos tratados nos permiten tener una política exclusiva de defensa y paz, ya que el país está satisfecho con su arreglo territorial. Es decir, Chile no ambiciona territorio de ninguna otra nación, ni los que ha ganado (Perú y Bolivia) como tampoco los que ha perdido (Argentina).

Por lo mismo, el cuestionamiento a nuestras fronteras es de tal modo relevante, que hace imposible que Chile altere la política histórica de cumplimiento irrestricto de fallos internacionales. En otras palabras, es impensable que Chile siga el camino de Colombia, por lo que independientemente del resultado, siempre va a haber cumplimiento de lo resuelto por parte de nuestro país. Elemento a tener presente, ya que no hay claridad de si llevó a cabo en el último cuarto de siglo una ofensiva política de magnitud, para explicar a otros países y en organismos internacionales nuestra posición.

Lo anterior conduce a la pregunta de si era inevitable llegar a La Haya. Como hubo un largo interregno que va desde 1986 hasta el siglo XXI, la pregunta es si la falta de lectura estratégica de las intenciones peruanas, nos limitó a no hacer lo suficiente (económica y políticamente) para detener a tiempo el contencioso creado desde la nada por Perú. Que pudo haber una salida política lo demuestra el caso de Ecuador que logró precisamente negociar el paralelo (la explicación que fue porque existían algunas islas o islotes no parece ser de entidad suficiente), que es la frontera entre esos países como también entre Ecuador y Colombia, y entre ésta y Panamá, es decir, todo el Pacífico de la América del Sur.

Además, lo dicho en la apertura peruana puede conducir a preguntarse si lo resuelto por La Haya va a poner término a la insatisfacción peruana, o al menos la incorporación de un apéndice terrestre (Hito1 versus La Concordia) puede originar otras dificultades, cuando se suponía que después de las Actas de Lima todo lo relacionado con el Tratado de 1929 estaba finiquitado, englobando incluso al propio Presidente de Estados Unidos.

Después de escuchar al Agente Peruano don Alan Wagner, y sin claridad de que el fallo de La Haya pueda solucionar el conflicto histórico, sigue vigente la pregunta clave de si este diferendo artificial debió haber llegado allí, toda vez que es un escenario donde Chile solo puede ganar si obtiene el 100%, es decir, el único escenario totalmente favorable es mantener lo que hoy existe, y toda pérdida, sea un 1% o un 99% , va a tener un fuerte impacto al llegar junto con el fallo en medio de la campaña presidencial. El ex Ministro don Alan Wagner fue cuidadoso en no mencionar el siglo XlX, pero más bien hay que verlo como parte de una cuidadosa puesta en escena para que el alegato siguiente de su abogado francés tuviera un adecuado aterrizaje.

Como todos sabemos, en cualquier tribunal es difícil obtener un resultado perfecto. Ojalá sea este el caso, ya que lo jurídico está de nuestro lado, pero hay que estar preparado para otros resultados, donde probablemente no se va a poner fin a las heridas que provienen de la Guerra del Pacífico.

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